¿Puedes ser completamente sincero con tu pareja?

A veces, pese a lo que se pueda creer, lo mejor es no saber todo acerca de tu pareja, y que tampoco sepa todo de ti.

Erika Patricia Otero

El enunciado de este tema puede resultar muy controversial para muchas personas; sin embargo, es un punto de debate muy importante al establecer una relación de pareja.

Algunas personas dirán que es imprescindible ser completamente sincero y transparente con la pareja. También habrá quienes no lo crean de esta manera. Otros prefieren omitir ciertos detalles de su vida pasada con el ánimo de evitar problemas; mientras algunos aseguran que “Lo que no fue en tu año, no tiene por qué hacer daño”. Sea como sea, todas estas afirmaciones son ciertas, pero hay una gran incógnita en la ecuación: las partes en conflicto.

Seamos francos, habrán personas que sean más maduras y emocionalmente estables que otras. Existirán también aquellas de mente más abierta a las que nada o casi nada les afecte. Pese a eso, también van a estar los que se sientan heridos por actos del pasado de su pareja. Quienes caigan en este rango van a guardar rencor y cada tanto sacarán esta situación para discutir.

Otro aspecto, es que por más que aseguremos que conocemos a nuestras parejas, no hay nada más errado que esto. La razón es que las personas cambiamos con el tiempo y las experiencias; además, nos adaptamos a personas y situaciones según nuestros intereses. Así la situación, es complicado decir que conocemos a alguien.

Ser sincero debe tener un indicador métrico

Todos debemos tener la capacidad de “leer” aunque sea medianamente a nuestras parejas. Esto para poder medir qué tanto tu pareja puede sentirse herida si se da cuenta de un secreto inconfesable tuyo.

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Pienso que si una situación no te afectó porque no estabas con esa persona, no tiene por qué dañarte ahora. La situación es que muchas personas no piensan de esa manera. Puede ocurrir que al saber que algo te sucedió, tu pareja puede usarlo para recriminarte. Esto solo hará que el dolor se acreciente y seas avergonzado nuevamente. No serán todos, ni todas las veces, pero si alguien no te puede ayudar ¿Qué necesidad de abrir una herida?

Ahora, si eres de los que aboga por la sinceridad pese a los daños que pueda causar, la recomendación es que pongas “tus asuntos sobre la mesa” antes que la relación se haga seria. Ya será decisión de ambos si desean seguir adelante o no, pero son las consecuencias a asumir. Lógicamente, esto requiere madurez mental y emocional de ambos para seguir adelante sin que esos eventos sean dañinos para ninguno.

Es claro que hay secretos de secretos. No es lo mismo ocultar que fuiste abusada por alguien, a confesar que huyes de la ley por un delito.

Hay cosas que decidimos callar a nuestras parejas porque tememos que las use para dañarnos. Otras que se esconden por vergüenza a ser juzgados por quienes éramos en ese tiempo. Algunos otros secretos los guardamos porque no les damos importancia. Sea cual sea la situación, es elección de cada cual si después de conocer mejor a su pareja decide ser sincero o no.

Sinceridad versus prudencia

La sinceridad es la virtud de comunicarse y actuar según sus sentimientos, creencias o pensamiento. Sin embargo, esta virtud muchas veces es usada para dañar a otras personas con la excusa de que son “sinceros”. Es acá donde entra a jugar un papel importante la prudencia.

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A esto me refiero cuando digo que debemos poder medir si podemos ser honestos o no con la pareja. Decidir contarle algo con lo que no te sientes cómodo, implica que midas si es digna de confianza. ¿Cómo se logra? midiendo su nivel de prudencia, aceptación y madurez emocional.

No es lo mismo contarle a alguien prudente un secreto, que contárselo a una persona temperamental e impulsiva que al primer problema te lo echará en cara.

Es acá donde entra en juego eso de poder leer a tu pareja. Si mides que es alguien prudente, no hay una razón para no ser sincero. Sin embargo, la situación cambia cuando sabes que es alguien cerrado y con creencias que te generan conflicto.

Otro aspecto importante es que la sinceridad no debe ser una suerte de excusa para herir al compañero. Siempre habrán cosas de nuestra pareja que no sean de nuestro agrado, pero no tenemos derecho a lastimar a nadie. Es acá donde entra en juego la prudencia. Si algo te incomoda o no te gusta, siempre puedes decirlo con amabilidad. Una virtud no pelea con la otra.

Ocultar no es igual a mentir

Tengamos claro que una mentira es la distorsión de la realidad adrede. Cuando mientes estás alterando la situación para salir en limpio. Esto está bastante lejos de guardarte algo que te sucedió para evitar dañar o que te dañen.

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Con la segunda opción no alteras nada porque ese evento pasado no daña deliberadamente a nadie. Con las mentiras sí, porque o bien deseas salir en limpio, o quedar bien.

Ahora, si se trata de eventos presentes, lo justo es que hablen del tema. Resulta que sea lo que sea que les ocurra en el presente, los perjudica a ambos. Ambos deben poder saberlo y así poder resolver el problema.

Solo me queda decir que decidir ser sincero o no con la pareja es una elección personal. Lo cierto es que si un día sale a la luz lo que esa que ocultes, debes estar preparado para las consecuencias que esto pueda traer.

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Erika Patricia Otero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.