Qué es la disciplina positiva y cómo aplicarla con tus hijos

Cuando un niño es criado con amor, trasmitirá respeto y consideración con los que le rodean.

Erika Patricia Otero

Si existe una tarea en el mundo que sea difícil, esa es la crianza.

El oficio de criar es complejo porque tienes la responsabilidad de cuidar, enseñar, proveer y proteger a pequeños seres humanos. Incluso, pueden cuestionarse sus habilidades y decirse que si no pueden cuidar de sí, ¿Cómo van a cuidar a otro ser humano? Quienes lo hacen, al final del día se dan cuenta que son muy capaces de hacerlo. Sí, con algunos errores, no somos perfectos, pero sí que pueden hacerlo.

Sobre la crianza se ciernen muchas expectativas, muchas falsas; además, esto pone un peso extra a tu angustia.

Hay que tener en cuenta que muchas personas crían a sus hijos de la misma manera que los criaron. También habrá quienes terminen adoptando nuevas directrices de crianza. Otros implementarán el ejemplo recibido, con nuevas posturas. Es decir, las personas hacen lo mejor que pueden con los recursos que tienen. Súmale que cada hijo necesita una estrategia diferente de crianza. Por esto, hacerse expectativas en la crianza es improductivo.

En cuanto a crianza, un padre debería apuntar a educar a su hijo en autonomía, resolución de problemas, inteligencia emocional. Esto les llevará a su vez a tener un vínculo afectivo sano y fuerte. Si esta es tu meta, entonces la disciplina positiva es lo que debes aplicar.

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¿Qué es la disciplina positiva?

Este tipo de crianza consiste en aplicar técnicas democráticas que ayudan a guiar y acompañar el desarrollo de los niños. Todo se hace desde el amor y el respeto.

La disciplina positiva que ha sido promovida por la psicóloga Jane Nelsen. Puede ser aplicada por padres, maestros y cualquier persona que cumpla un rol importante en la vida de un niño.

Objetivos fundamentales

1 Desarrollar el sentimiento de pertenencia

Los niños estarán más dispuestos a cooperar si hay un vínculo con sus padres, maestros o cuidadores. También estarán más dispuestos a escuchar, aprender y dejarse guiar si se sienten como en casa.

2 Ser respetuosos, amables, pero firmes en la crianza

Esta disciplina rechaza el autoritarismo y las agresiones a los niños; sin embargo, tampoco promueve el ser permisivo. Se trata de establecer límites sanos de manera clara, sana y amorosa.

3 Fomenta la autonomía y el aprendizaje de habilidades de los más pequeños

El objetivo de la disciplina positiva es que el niño sea independiente; es decir, que sea capaz de tener criterio propio. Además, le incentiva para que cuente con todos los recursos personales para que sepa defenderse en la vida.

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4 Se da prioridad a la motivación y el refuerzo positivo

La disciplina positiva se enfoca en alentar las conductas que sí se quieren enseñar, no en los malos comportamientos. Respecto a los comportamientos negativos, lo que se hace es hallar el motivo de estos y buscar una solución.

5 La comunicación y la empatía son fundamentales

Ambos aspectos son la base para crear un vínculo de amor y respeto entre el niño y el adulto encargado.

Aplicación de la disciplina positiva

Debes saber que luego de interiorizar estos principios y convertirlos en un estilo de vida, la práctica vendrá sola. Por ejemplo: si tratas a tu hijo con respeto, sabrás manejar una rabieta sin gritarlo.

1 Sé claro en cuanto a lo que esperas de ellos

Adivinar en ninguna relación es algo productivo. Tu hijo debe tener claro lo que tú esperas de él; esto para que pueda comportarse de acuerdo a lo esperado. Por esto, explícale qué esperas de él o ella en cada situación.

Para lograrlo, usa un lenguaje claro y adecuado según la edad. Por ejemplo: “Vamos a ir a la iglesia y debes estar lo más callado y quieto posible. Si necesitas ir al baño o te aburres, me avisas. ¿Entendiste?” o “Recoge tus juguetes luego de jugar”.

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2 Ofrece explicaciones razonables

Una vía fácil para que el niño entienda por qué pasa algo, es explicarle las razones tras el evento. Por ejemplo: “Debemos irnos a casa más temprano porque va a llover”.

En esta disciplina no funcionan las órdenes sin razón tipo: “Porque yo lo digo y así se hace”. Los niños no son tontos a los que se les impone algo. Si te tomas el tiempo, van a entender y no se van a oponer a lo que les pidas.

3 Establece consecuencias

Seamos francos, a veces los niños no hacen caso. Sé que puede ser una situación exacerbante, pero los gritos y humillaciones no son una manera de corregir. En esta situación, lo que haces es advertirle sobre las consecuencias que tendrá su mal comportamiento.

Además, el correctivo como consecuencia debe tener una relación con la acción cometida. Por ejemplo: “Si vuelves a mentir sobre tu lugar de juegos, será complicado que confíe en ti. Por esto, no volverás a ir a jugar por un mes”.

4 Entiende lo que comunica la conducta de sus hijos

En muchas ocasiones, los adultos analizamos el por qué de la conducta de un niño. En cambio, nos apresuramos en juzgar y castigar una acción.

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Un mal comportamiento en un niño puede indicar que es víctima de bullying. La rebeldía puede ser señal de que se siente ignorado; por solo poner unos ejemplos.

Antes de tomar una decisión de corregir un mal comportamiento, averigua la razón de este. Un panorama más amplio te ayudará a dar la atención que requiere ese comportamiento.

5 Fomenta comportamientos apropiados

Estar atento a los comportamientos que sí deseamos que el niño tenga, es básico en la disciplina positiva. 

Lo que se debe hacer es motivarlo a que siga comportándose de la manera deseada. Por ejemplo: felicitarlo cuando ayuda a alguien que necesita su apoyo.

Algo que también ayuda mucho es acostumbrarse a hablar de forma positiva; es decir, en lugar de decir:“no grites”, se puede decir: podemos decir “habla más bajo”.

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Es cuestión de saber premiar las buenas conductas y corregir de forma asertiva lo que no deseamos que haga.

La disciplina positiva es una excelente técnica de crianza porque ayuda a los niños a ser independientes, comunicarse mejor con adultos y niños de su edad. Además, ayuda a que desaparezca la concepción de figuras de autoridad a las que hay que “obedecerles” por miedo.

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Erika Patricia Otero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.