Querido hijo, estas son las cosas que nunca te dije

Esto es lo que guarda el corazón de una madre cuando tiene hijos.

Adriana Acosta Bujan

Convertirme en madre ha sido lo más maravilloso que he experimentado, para mí es una gran bendición. Cuando me enteré que estaba embarazada nunca imaginé que comenzaría el viaje más gratificante, agotador y transformador.

He tenido una vida llena de alegrías, llantos, soledad, fe, esperanza y por qué no decirlo, preocupación constante.  Ser madre no es una tarea sencilla, que implica solo unos cuantos años de cuidado y crianza; es la mayor responsabilidad que existe en la vida de una mujer,  ya que es para toda la vida, aún cuando los hijos son adultos.

Bellas enseñanzas

Existen tantas cosas maravillosas en el camino de la maternidad, que ahora que soy madre comprendo y entiendo. Podemos ser exigentes, estrictas y duras para educar a los hijos, al mismo tiempo somos frágiles y amorosas; por primera vez logro entender que somos un cúmulo de emociones y sentimientos.

Hace pocos meses mi hijo me ha convertido en abuela, por lo tanto, me siento en la necesidad de explicarle a detalle las cosas que nunca le dije, con la finalidad que él pueda reflexionar sobre el gran viaje que comenzó siendo padre.

Habla mi corazón y no la razón

1 El miedo nunca se me quitó

Desde que naciste eras una personita tan frágil que me daba miedo abrazarte, tocarte y cuidarte. Con el paso de los años, mis temores crecieron ya que no podía impedir que te lastimaras cuando trepabas por los árboles o brincabas arriba del colchón.

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Después mi miedo se convirtió en la imposibilidad de no poder hacer nada cuando tenías que resolver un problema o enfrentarte a la vida.Ahora que soy abuela siguen mis miedos al verte convertido en padre.

Espero que todas mis enseñanzas las hayas comprendido y que seas un hombre con valores arraigados, para que puedas criar a tu hijo mucho mejor que yo lo hice.

2 Se me rompe el corazón cuando lloras

Cuando naciste mis oídos se transformaron, como si tuvieran una especie de computadora incrustada la cual podía escuchar cada movimiento tuyo aunque no estuvieras en la misma habitación.

Escuchaba los primeros gemidos de tus llantos, lo cual me alarmaba de inmediato al sentir la necesidad de arrancar tus lágrimas y convertirlas en felicidad.

Ahora cada vez que tus lágrimas de tristeza rodeaban tus mejillas, provocaba que mi corazón se rompa en pedazos; deseando que nunca hubieras conocido el llanto y que tu vida hubiera sido pura dicha y felicidad.

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3 Tus fracasos también son míos

La vida está llena de buenos y malos momentos; mi mayor deseo fue fortalecer tu autoestima, para que llegado el momento tu pudieras enfrentar los fracasos de la mejor manera posible.

Cuando sentías que no podías más, porque las cosas no salían como esperabas, sintiéndote derrotado, déjame decirte que yo me sentía igual que tú. Sin embargo, no sé de dónde provenía mi fuerza interior para hacerte creer que era fuerte, ya que tus fracasos son como propios y me hacían sufrir demasiado.

Pero, creo que comprendiste que en cada fracaso existe un aprendizaje de vida y que debemos ser valientes para poder salir triunfantes ante la adversidad.

4 Tus éxitos son mis alegrías

Verte reír, celebrar, sonreír y observar que todos tus esfuerzos eran recompensados y reconocidos, fue la mejor experiencia de mi vida. Cada éxito tuyo, para mí se convirtió en la mejor motivación, como si fuera un motor que me ayudaba a seguir adelante en este viaje de la maternidad.

Cada vez que sonríes y te sientes feliz, me siento agradecida con la vida y me doy cuenta que he tenido más aciertos que errores; refiriéndome a tu crianza.

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5 El sacrificio tiene grandes recompensas

Sabemos que la mayoría de las madres sacrifican muchas cosas por el bienestar de los hijos, por mencionar algunos ejemplos: un bocado delicioso, comprarse un vestido, horas de descanso, desveladas, sueños entre otras cosas.

Todo sacrificio tiene una recompensa maravillosa. Yo sacrifique mucho, a mi corta edad cuando me convertí en tu madre, no fue fácil tener que estudiar, trabajar y ser mamá al mismo tiempo. Pero me siento orgullosa de cada logro que obtuve, puesto que siempre pensaba en tu bienestar y felicidad.

6 Eres mi inspiración

Tal vez no soy la mejor madre del mundo, pero me esfuerzo todos los días por verte feliz; tu eres mi inspiración, alegría y fortaleza; cada cosa que hago es pensando en ti. Te confieso que es casi imposible despertar sin que estés en mi mente, desde que amanece hasta que se terminan los días, te pienso cada instante.

7 Me volví más espiritual

Antes de ser madre no comprendía con exactitud lo que era orar y tener fe. Después te conocí y en el momento que te cargue sentí el amor de Dios en tu rostro; por primera vez pude experimentar la divinidad transformada en realidad.

Quiero que sepas que ni un día he dejado de orar por ti, incluso ahora tengo la convicción que a pesar de que no vives conmigo, Dios te protege y guía tus pasos.

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8 Aprendí a planear tus celebraciones

Cuando cumpliste tu primer año de vida, recuerdo que realice una fiesta en grande; después me di cuenta que no fue tan necesario ya que apenas eras un pequeño bebé.

Con el paso de los años tus festejos de cumpleaños los planeaba con un mes de anticipación, para asegurarme que tuvieras una gran fiesta rodeado de muchos amigos y familiares.

Los hijos crecen y se van para buscar su propia felicidad, es la ley de la vida. Sin embargo, a pesar del dolor de verlos partir, lo único que queda de consuelo es que siempre seremos madres y que el amor por ellos es indestructible.

¡Gracias hijo!, ¡Gracias Dios! ¡Gracias infinitas por haberme dado el regalo más hermoso de este mundo, ser madre!

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Adriana Acosta Bujan

Adriana Acosta estudió comunicación, es madre y abuela, y actualmente se dedica a la enseñanza e investigación a nivel universitario en Puerto Vallarta. Publica sus escritos esperando que ayuden a las personas que leen sus útiles vivencias.