Quien enfrenta la adversidad, se merece la fuerza

“Cuando salgas de la tormenta no serás la misma persona que entró en ella”. Murakami

Erika Patricia Otero

Las dificultades llegan en los momentos menos esperados. Un día, todo marcha bien y al otro, todo lo que estaba en orden, se vuelca “patas arriba”. Es debido a esto que no estamos preparados para hacerle frente; es más, creo que ni estando alerta para evitarlos, podríamos evitar el impacto que genera la adversidad en nuestras vidas.

Pero si creías que las cosas no podían ponerse peor, pues te equivocas. Ocurre a veces que una desgracia es seguida de varias más. Esto hace que sintamos que es imposible salir del agujero en el que parece que la vida nos desea hundir.

Duele porque desde todos los puntos de vista, drena nuestras fuerzas mentales y emocionales. Sin embargo, una fuerza interna surge de nuestro interior. Esta nos lleva a reconocer una valentía de la que fuimos dueños desde siempre: instinto de supervivencia. Es gracias a este “poder” que podemos levantarnos y seguir adelante.

Este instinto funciona de formas diversas; a veces, te dice por cuál lado debes caminar y cuál camino evitar. Muchas veces te ayuda a pelear y te enfrentas a los peores enemigos; sales herido, pero vivo y más sabio. Otras tantas más, te lleva a evitar peligros; esto o a poner distancia y esperar con paciencia el tan anhelado cambio o solución.

Así funciona la naturaleza humana: razón e instinto. Ambas caras de un mismo ser que nos ayudan a mantenernos vivos a pesar de las fuerzas de la naturaleza.

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Donde permanezcas, la decisión es tuya

Cuando pasamos por crisis, siempre hay dos opciones: luchar y salir adelante o quedarse hundido en la desesperación. Ambas opciones requieren de un poco de acción de tu parte.

Si se elige la primera, tendrás que armar un plan de acción a sabiendas que tendrás que sacrificar algo. Pese a esto, deberás saber que será mucho más lo que ganes que lo que pierdas. Requerirá todas las fuerzas que debas ponerle porque esta elección no representa un estado de quietud, sino de acción.

Ahora, si eliges hundirte en la desesperación, el sufrimiento será mayor y caerás en un estado de lamentación constante. Desde luego, siempre puedes elegir salir de ese abismo, pero debes ser valiente.

La luz atraviesa las hendiduras

Naturalmente, cuando estamos en situaciones de crisis vemos todo oscuro y sin salida. Las fuerzas mentales y físicas se agotan porque la oscuridad se “come” la luz. Lo importante es no permitir que la oscuridad absorba la poca luz que te queda; sino hacer que dentro de ti brille esa flama de manera permanente. Algunas veces se hará pequeñita e imperceptible; otras, será fuerte y quemará.

¿Cómo logras mantener esa llama dentro de ti viva? Tú eliges, siempre elegir es tu opción.

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Hay personas que se aferran a su fe, sea la que sea. Encuentran en Dios su fortaleza para salir de las dificultades; eso, o hallan en él el camino de la redención.

No es que uno se acostumbre al sufrimiento; es que aprende a ser resiliente, a poner su mejor cara en los peores momentos.

Todos hemos pasado por momentos en los que nos hallamos solos. No importa cuántas personas hayan alrededor de nosotros intentando ayudar; a veces no somos capaces de ver esa ayuda. Entonces, es cuando nos aferramos a nuestra fe.

Creer en un poder superior que nos fortalece e ilumina el camino; también, da la fuerza para continuar y hallar soluciones a los problemas que nos agobian.

Incluso, gracias a esa fe te das cuenta de un poder superior que ha estado en ti desde el nacimiento. Descubres fortalezas que no sabías que tenías y entonces te sientes fuerte. Puedes seguir estando en ese agujero, pero ya no te da miedo; en su lugar, aceptas tu sombra y decides abrazarla.

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Es así cómo, tras muchas dificultades y dolor, salimos fortalecidos. En adelante, cuando se presenten las dificultades y te golpeen, estarás protegido de la armadura dejada por las batallas anteriores.

Ya no habrá miedo ni dolor

Esa es una de las tantas bendiciones que dejan el haber enfrentado los difíciles momentos de la vida: la superación del miedo y el dolor.

Sí, tal vez nos enfrentemos a momentos de incertidumbre; pese a eso, si nos aferramos a la fe y a la resiliencia, todo será más fácilmente superable.

Por años viví con dolor y miedo una larga temporada de dificultades. Tantos eran los agobios que mentiría si no dijera que pensé que era mejor estar muerta a sufrir dolor interminable. Pude superarlo, pero antes tuve que aprender que hay situaciones que puedo cambiar y otras de las que debo aprender. Cuando entendí esto, los cambios para bien comenzaron a suceder en mi vida.

Por último te invito a tener en cuenta algo: siempre llegará el momento en que tendremos que hacerle frente a las dificultades. No se puede vivir eludiéndolas y evitando sufrir. La única forma es enfrentarlas con nuestras herramientas y aprender; luego de eso, serás fuerte y esa será tu recompensa.

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Erika Patricia Otero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.