¿Quieres ser bella? Antes, hay algunas cosas que debes saber

"No basta con ser bonita, hay que saberlo ser". María Félix

Yordy Giraldo

La belleza es importante, siempre lo ha sido. Tan importante es, que las personas, los animales, incluso sociedades enteras ven en la belleza el parámetro para amarse, para multiplicarse, para desarrollarse. La belleza es, en todos los niveles, algo aspiracional. Por ello, es superficial tacharla de superficial: es negar nuestros más elementales instintos. Reaccionamos ante la belleza de más formas de las que somos conscientes, por ejemplo, al ver a alguien que a nuestros ojos es bello, inmediatamente lo percibimos como una persona confiable. Si algo es bello, le otorgamos atributos tales como bondad, calidad, superioridad. Desearla solo hace latente nuestro deseo de que quienes nos miren, vean en nosotros todos esos atributos.

¿Belleza o perfección?

Sin embargo, de un tiempo a la fecha, hemos dejado de buscar la belleza para enfocarnos en lucir perfectos. Antes, la belleza en el caso de las mujeres era dulzura, sensualidad, sencillez, recato, honestidad, entre otros elementos. Para los hombres, en cambio, su belleza radicaba en su masculinidad, inteligencia, éxito, responsabilidad, y todos, sin importar el género, hacían lo necesario para exhibir ese atractivo que les hacía bellos.

Hoy empero, el concepto se ha modificado al extremo de que ahora la belleza no es una actitud, sino un formato: la mujer bella debe ser delgada, existe cierta inclinación a favor de las pieles blancas y los cabellos rubios, el maquillaje a toda hora y lugar es casi imprescindible, la ropa ajustada, los tacones altos, grandes tallas de busto, y ropa por lo general corta. Todo ello pareciera requisito indispensable en los nuevos estándares de belleza.

Esta alteración ha traído como consecuencia una cantidad enorme de personas que se rechazan a sí mismas: son incapaces de ver encanto en lo que son ellos y los otros, si acaso ellos y los otros carecen de los ingredientes de la “nueva belleza”. Portar con orgullo los rasgos de nuestros padres ya no es opción; en cambio, parecerse a algún artista sí lo es. Millones de dólares se gastan cada año para cambiar los cuerpos, sus facciones, colores y medidas.

Ser bellos o la costosa moda de la indiferenciación

La producción en masa ha alcanzado a la belleza, se ha apoderado de ella a niveles tan altos que ya buscamos replicarnos en masa, sin individualidad, ni esfuerzo. Si deseamos un cabello largo y sedoso, cuidarlo y peinarlo han dejado de ser la forma de obtenerlo: ahora las extensiones son la solución para que, de un día al otro, parezcamos Rapunzel. Para eliminar la grasa abdominal la receta es una liposucción, para el sobrepeso, unas pastillas, y para las arrugas una dosis de botox.

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Pero todo tiene su trampa, y en el caso de la belleza exprés el problema radica en que, al no tener que esforzarnos para conseguirla, no nos produce satisfacción. Todo sucede tan rápido que no nos damos el tiempo para asimilar el nuevo “yo” y, por otro lado, todo se convierte en cosa tan simple como tener el dinero para pagarlo.

El resultado es una sociedad global donde somos incapaces de valorar lo que la naturaleza nos regaló y nos juzgamos por lo que podemos comprar, y eso incluye hasta el blanco de los dientes. Nos convertimos en personas cuyo plan de vida es tener para gastar, en vez disfrutar lo que se tiene. Y hemos limitado el concepto de belleza al cascajo de una apariencia física que es calca de algún original famoso, llevado al infinito.

La belleza está en lo subjetivo

Antes de dejarnos llevar por toda esta pila de nuevas modas, debemos tomar en cuenta elementos tan importantes como los riesgos físicos y psicológicos, la conveniencia y durabilidad de estos procedimientos, las opciones menos invasivas. Al optar por ellas, no debemos olvidar quelo que fácil llega fácil se va.Quizá convenga empezar por amar lo que somos. Más allá de nuestro aspecto físico, si nos sentimos a gusto con nosotros mismos, difícilmente trataremos de cambiarnos.

La belleza es subjetiva, no tratemos de hacerla objetiva

, hagamos caso a Santo Tomás de Aquino, quien decía de la belleza: “Bello es todo aquello que atrae y agrada a nuestros sentidos”. La belleza no es un molde rígido donde sólo aquello que encaja tiene cabida: la belleza es armonía, satisfacción, placer, luminosidad. Es una idea, es algo que se puede oír, sentir, saborear. Limitarnos a ciertos aspectos físicos es denigrar y discriminar la belleza, y denigrar y discriminarnos a nosotros mismos.

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Yordy Giraldo

Yordanka Pérez Giraldo, Cubana de nacimiento, mexicana por elección.