Regulación emocional: 4 pasos para tener el control sobre ti mismo

Tener control sobre tus emociones es el camino más simple para vivir en paz.

Erika Patricia Otero

Hay personas que tienen una capacidad increíble para controlar sus emociones. Ante un problema, conservan la calma y siempre tienen una buena reacción a pesar que el momento sea tenso. Por el contrario, otras personas tienen una “mecha” muy corta y estallan a la más mínima provocación.

Para las personas del segundo tipo, resulta complicado conservar la calma, pero hay que hacer un esfuerzo grande. En cambio, cuando las personas tienen una gran habilidad para regular sus emociones, es bastante simple.

Sé que hay que hacer un esfuerzo grande para controlarse cuando se es alguien temperamental, pues recuerdo una vez que tuve que reunir toda mi voluntad para no cometer un grave error.

Un pequeño ejemplo de autorregulación “milagrosa”

Soy una persona emocional y extremadamente empática; tanto, que no es sano para mí lidiar con esa empatía y flujo de emociones. Una situación triste, una película, una mirada que me lastime, y me voy en llanto. Lo mismo pasa cuando alguien me hace una broma pesada o un comentario desagradable; no puedo tolerarlo y me enojo muy fácilmente. Estallo y mi reacción es volátil e incineradora; pierdo el control, uno que no tengo.

En una ocasión, cuando trabajaba en una ONG, estábamos organizando una serie de documentos que necesitábamos para unos talleres.

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Una de mis compañeras malinterpretó algo que yo estaba haciendo y se enojó de tal manera que me trató horrible. Yo sentí hervir; un calor intenso subió desde mi estómago a mi cabeza. Mis manos temblaron y de mi boca pujaron por salir palabras de alto calibre. Pese a esto, todo lo que dije fue: “Será mejor que se calme, no me gusta como me está hablando. Me voy, regreso en un rato”.

Acto seguido, me alejé apretando mis manos y caminando tan rápidamente como mis piernas me lo permitieron. Fui a donde mi otra amiga, hermana de la que me había gritado. Allí me distraje un rato hablando tonterías y riéndome. Regresé donde mi compañera y amiga ,ya más relajada, y retomé mi trabajo. Mi compañera se disculpó por su reacción y de paso me felicitó por mi autocontrol. Ella había estudiado en la universidad conmigo y sabía que tenía muy poca paciencia para las tonterías. Me había visto varias veces estallar ante injusticias, y sabía que yo no tenía freno cuando me enojaba.

Esa vez me costó mucho controlarme, pero lo logré. Logré algo que para mí era casi imposible. Por eso digo, podemos conservar el control, solo requerimos ser conscientes de nuestras emociones.

Maneras prácticas de lograr regular nuestras emociones

1 Conocer cómo reaccionamos

Los adultos, al haber estado expuestos a diferentes experiencias en la vida, sabemos cómo reaccionamos ante estas.

En mi caso, siempre he sido emocional. Así que jamás ignoré que podía perder el control fácilmente. Además, sé qué tipo de situaciones me sacan de mis casillas, así que las evito; es eso, o respiro profundo antes de responder una barbaridad.

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En otras ocasiones, simplemente me alejo o me aguanto las ganas de estallar. Sé que es contraproducente, pero es lo que hago. El resultado es que lloro incontrolablemente y cuando ya me he desahogado, solo me distancio de quien me ofendió y no le hablo más.

Saber la manera cómo reaccionas ante las provocaciones, te da una herramienta anticipada y algo de control sobre tus reacciones.

2 Pensar dos veces antes de reaccionar

Muchas veces es necesario pensar en las consecuencias que podría traer la pérdida del control.

Supón que es tu jefe quien te grita y ofende; pasa, a mi me pasó y no sé cómo pude soportar estoica los gritos, acusaciones injustas y humillaciones.

Mi punto era conservar ese empleo porque me estaba permitiendo ayudar económicamente a mi familia. No me podía dar el lujo de un despido, uno que finalmente ocurrió. Claro, no me fui sin antes decirle decentemente todo lo que pensaba.

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Siempre es mejor pensar antes de reaccionar. Si no se miden las consecuencias de los actos, estas podrían ser irremediables.

3 Evita situaciones de riesgo

A veces lo mejor es evitar una situación que te ponga en riesgo de actuar de manera impulsiva. Lo más sabio en ocasiones es evitar problemas.

Para mí no es actuar de manera cobarde; es simplemente “curarse en salud”, evitar problemas que realmente no se necesitan.

4 Practica mindfulness

El mindfulness o “atención plena” es el arte de vivir en el aquí y el ahora. Es actuar y vivir de manera consiente; como quien dice: vivir con atención plena en cada momento de la vida presente.

Esta es una práctica muy empleada actualmente. Ayuda a tener un mejor autocontrol y a gestionar las emociones, especialmente en situaciones de estrés.

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El mindfulness se centra en trabajar en tu atención y actitud ante la vida y las situaciones que se presentan. Cuando se vive de esta manera, es más fácil distinguir situaciones problemáticas; por lo tanto, es más simple controlar tu reacción emocional.

Ser capaz de mantener la calma es todo un arte que te mejora enormemente la vida. Te evita problemas y mantienes una buena relación con las demás personas.

Debes saber que puedes desarrollar la regulación emocional; solo necesitas empeñarte un poco y desear vivir de manera tranquila y armónica al lado de quienes te rodean.

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Erika Patricia Otero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.