¿Sabes de qué se trata la cultura de la cancelación?

Sin importar qué tanto deseas que los demás piensen como tú, la diferencia entre las personas va a prevalecer.

Erika Patricia Otero

Desde hace algunos años estamos viviendo una era donde es bastante simple estar conectado con el mundo. Esto ha sido posible gracias a las redes sociales, foros de interés común y blogs. Basta con solo escribir algo y en cuestión de segundos tienes interacciones venidas de todas partes del mundo.

Sin embargo, esto es un arma de doble filo; todo lo que publicas puede o no ser del agrado de cientos de personas. Vas a recibir comentarios a favor y en contra; por esto, debes estar preparado para el aluvión de opiniones van a llover de todas partes.

La cultura de la cancelación está a un nivel más elevado de simplemente dar una opinión abiertamente. Está direccionada a “castigar” con anular a quien se comporte o emita una opinión que la gran mayoría considere ofensiva.

¿Qué es la cultura de la cancelación?

Aplicada más que todo a figuras publicas, la cultura de la cancelación es una acción que consiste retirar el apoyo como respuesta a una acción que se considere reprobable.

Quienes aplican la cancelación, pretenden tener “buenas intenciones”, pues lo que intentan es ser jueces de la sociedad. ¿Cómo? pues denunciando públicamente actitudes nocivas o criminales. Pese a lo loable que esto parezca, la realidad es que las consecuencias de este actuar son despiadadas. ¿Por qué despiadadas? bueno, porque causa daños irreparables en la vida de los afectados. Lo peor, es que muchas veces, la cancelación está basada en calumnias dirigidas hacia quien es el foco del odio. Calumnias que surgen como resultado de envidia hacia personas que jamás cometieron un delito y que solo pensaron diferente; ese fue su único error.

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Es así como la cancelación pierde por completo su sentido justiciero, y se convierte en un peligro para la sociedad. No solo eso, además, fomenta la intolerancia, anula la libertad de expresión y daña deliberadamente a quien la sufre.

Un buen ejemplo de esto sucede en Corea del sur. Allá, los internautas, haciendo uso del anonimato, suelen “sacar a la luz” eventos bochornosos del pasado de algunos artistas. Lo que ocurre como consecuencia, es que el público en general les retira su apoyo y comienzan a escracharlos. Los cancelan de tal manera que las empresas con las que tienen contratos, retiran toda intención de trabajar con ellos.

Le ha pasado a actores, ídolos del k-pop y otras personas de interés público. A veces, la cancelación está bien fundamentada y hay pruebas de ese daño. El problema es que también en muchas ocasiones, las represalias tomadas en contra de alguien solo están basadas en mentiras; todo como foco de la envidia.

¿Cómo afecta la cultura de la cancelación a la sociedad?

La respuesta a esta pregunta es realmente sencilla. Quien aplica la cancelación tiene varios objetivos dependiendo de la persona a la que se la aplique. Estos pueden ser:

  • Expresar su frustración respecto a algo que esa persona hizo y que no es de su particular agrado.
  • Envidia. Frustrado por no haber alcanzado sus propósitos, hace de quien sí logro éxito, su chivo expiatorio.
  • Pretender ser juez y verdugo de “acciones incorrectas”, según su perspectiva.
  • Pretende tener superioridad moral.
  • Mostrar molestia por las opiniones y acciones ajenas.
  • Venganza.

Lo explicaremos de la siguiente manera con un ejemplo real y reciente.

Hace poco, en Corea del Sur debutó un grupo de jóvenes ídolas, Le Sserafim. El grupo de 6 integrantes tuvo una gran acogida porque las chicas son realmente talentosas. Sin embargo, no pasó mucho tiempo hasta que alguien, refugiándose en el anonimato de internet, esparció rumores de una de las integrantes. Básicamente la acusaba de haber hecho bullying a uno de sus compañeros en la escuela secundaria.

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Para un rápido vistazo, uno de los crímenes que más quedan impunes en Corea del sur es la violencia escolar. Allá, el bullying es a otro nivel; tanto que muchos alumnos en edad escolar cometen suicidio.

Pues bien, a una de las integrantes la acusaron de matoneo. El escándalo llego a tales instancias, que la sociedad presionó a la compañía para que la sacarán; y lo lograron. Tiempo después se descubrió que quien estaba detrás de las acusaciones era una excompañera de la escuela de esta integrante. Ella deseaba que la chica no tuviera éxito. Esto lo hizo como venganza. Lo que ocurrió fue que quien hizo las acusaciones, maltrató a una de las amigas de la cantante, y ella junto a otros chicos la defendieron. Es decir, quien la acusó de bullying era realmente la matona.

Se mostraron documentos de la escuela y otras pruebas que evidenciaban la inocencia de la cantante, pero ella ya había sido sacada del grupo.

Acá tienes un ejemplo de cultura de la cancelación por venganza. Y como este caso, hay cientos en el mundo.

Básicamente, te pueden cancelar porque te tienen envidia. También porque diste una opinión que no fue del agrado de alguien, y en venganza te censuran.

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El derecho a pensar y opinar diferente

Desde que se popularizó el fenómeno de lo “políticamente correcto”, muchas personas pretenden que todo el mundo piense y actué de “manera correcta”. Sin embargo, la “manera correcta” tiene que ser similar a la del pensamiento colectivo.

Sí, está bien querer que no se dañe a los demás. Es muy loable que quieras que el respeto reine en el mundo; sin embargo, cuando alguien pretende que las personas a su alrededor actúen como él o ella lo harían, ya no hay respeto.

Nos guste o no, nuestra libertad termina donde comienza la del otro. Te guste o no, todos tenemos derecho a la libre expresión y eso, por mucho que quiera la masa, no va a cambiar.

Lo que sí podemos hacer es desarrollar tolerancia ante la diferencia. También podemos ignorar lo que no nos gusta. Algo por lo que también se puede optar por vivir nuestras propias vidas. Cuando las personas se ocupan de sus propios progresos y éxitos, la vida les es mucho más favorable.

Es importante que sepas que no importa qué tanta necesidad tengas de establecer lo qué está bien y qué no; esto no hará que las personas cambien su manera de pensar. Por el contrario, agudizará el conflicto. La única manera de lograr paz y respeto por el pensamiento ajeno encontrar un punto en que las opiniones coincidan; y cuando eso no pase, la mejor opción es tomar distancia y aceptar la diferencia.

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Erika Patricia Otero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.