¿Sabes por qué no puedes recordar nada de lo que te ocurrió antes de los 3 años?

Hay diversas teorías acerca de los motivos por los que no recordamos hechos de nuestra vida cotidiana cuando éramos muy pequeños. Sigue leyendo para enterarte cuáles son.

Fernanda Gonzalez Casafús

A pesar de la enorme capacidad de aprendizaje que tenemos los seres humanos probablemente no puedas recordar nada de tu vida antes de tus 3 o 4 años de edad. Hay diversas teorías acerca de los motivos por los que no recordamos hechos de nuestra vida cotidiana cuando éramos muy pequeños. Sigue leyendo para enterarte cuáles son.

Se conoce como “amnesia infantil” a ese período de nuestras vidas que va desde que nacemos hasta los primeros años de nuestra infancia en el que no recordamos nada de nuestra vida cotidiana. Existen diversos factores que hacen que esos recuerdos se vayan perdiendo, sin embargo la primera infancia es el período de nuestras vidas en el que nuestro cerebro actúa como una esponja y acumulará gran cantidad de saberes y vivencias que servirán para la vida adulta.

1. Tu cerebro no estaba desarrollado

Probablemente si recuerdas algo te tu infancia sea porque te han contado repetidamente esa historia, o te han mostrado fotos. Entonces tal vez te confundas y pienses que lo recuerdas, pero lo cierto es que antes de los tres años nuestro cerebro no está demasiado desarrollado como para poder retener ciertos recuerdos. Es por ello que con el correr de los años los recuerdos se van haciendo presentes y puedes retener tus vivencias. Alrededor del año de vida de un ser humano, la corteza prefrontal del cerebro no madura del todo hasta aproximadamente los 20 años de edad, y los científicos consideran que es ésta justamente la zona del cerebro que nos permite crear recuerdos de momentos vividos en el pasado.

2. Lenguaje limitado

Antes de los 2 ó 3 años es difícil que un niño convierta sus recuerdos a palabras, pero cuando la memoria y el lenguaje se unen es más fácil entonces que se activen los mecanismos del recuerdo y eso sea algo facilitador para la memoria. Luego de que puedes poner en palabras las cosas, objetos, momentos, sentimientos, el cerebro comienza a articular de otra forma y los recuerdos comienzan a fijarse.

3. No podías contextualizar

Cuando somos muy pequeños no tenemos sentido del contexto. La perspectiva de las cosas y los momentos van cambiando a medida que crecemos. Aún si has vivido en la misma casa desde siempre, tu perspectiva fue cambiando y tuvieron que pasar varios años -y varias conexiones neuronales- para que entendieras y comprendieras el contexto en el que estabas.

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4. No tenías sentido del “Yo”

El sentido del yo va apareciendo con el correr del tiempo. Ningún bebé se reconoce a sí mismo al nacer, sino que piensa que es parte de su madre (por eso el apego y la necesidad de contacto permanente). Cuando somos bebés no es sencillo guardar memorias si aún no nos reconocemos a nosotros mismos como seres independientes e individuales.

Aún así puede que tengas recuerdos de tu infancia antes de los 3 o 4 años, y probablemente se trate de recuerdos inducidos. Un recuerdo es inducido cuando alguien te cuenta una historia varias veces, o te muestra siempre fotografías. ¿Te ha pasado que piensas en algún recuerdo y no estás seguro si es que lo recuerdas o te lo contaron? También suele suceder que si has tenido algún momento emocionante o impactante en tu vida puedas recordarlo y se haya quedado grabado para siempre en tu memoria.

Las vivencias quedan marcadas a fuego en nuestro cuerpo y espíritu. Aunque no puedas recordar explícitamente algo que te haya sucedido en tu primera infancia, seguramente traes mucho de lo vivido en tu “mochila de vida”. Como padres debemos garantizar que la infancia de nuestros hijos sea lo más armoniosa y respetuosa posible porque, aunque luego no recuerden, el amor y los buenos tratos quedarán marcados por siempre. Y tú, ¿recuerdas algo de cuando eras muy pequeño?

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Fernanda Gonzalez Casafús

Fernanda es Licenciada en Periodismo, especialista en Redacción Digital y Community Managment. Editora de contenidos y redactora en Familias.com. Nacida en Argentina y mamá de dos, ama los animales, la danza, la lectura y la vida en familia. Escribir sobre la familia y la maternidad se ha convertido en su pasión.