Saludar salva el día, incluso la vida misma

¿Sabés lo que te podría suceder si no saludas? Entérate en este artículo. Saludar salva el día, incluso, sin exagerar, la vida misma.

Maia Fernandez

Un empleado de una planta empacadora de carne en Noruega, un día, al terminar su horario de trabajo, se dirigió a uno de los refrigeradores para inspeccionar algo. Ya adentro, por algún motivo, se cerró la puerta con el seguro puesto y quedó atrapado. Golpeó con fuerza la puerta y gritó, pero nadie lo escuchó. La mayoría de los trabajadores se habían ido a sus casas ya y era casi imposible que alguien pudiera oírlo, por el grosor de la puerta.

Cuando llevaba cinco horas en el refrigerador, al borde de la muerte, la puerta se abrió: el guardia de seguridad entró y lo rescató. Después de esto, le preguntaron al guardia, ¿por qué se le ocurrió abrir esa puerta, si no es parte de su rutina de trabajo? Él explicó: “Llevo trabajando en esta empresa 35 años, cientos de trabajadores entran a la planta cada día, pero él es el único que me saluda en la mañana y se despide de mí en las tardes. El resto me trata como si fuera invisible. Hoy me dijo, ‘Hola’ a la entrada, pero nunca escuché, ‘Hasta mañana’. Yo espero por ese ‘Hola, buenos días’ y por ese ‘Hasta mañana’ cada día. Como no se había despedido de mí pensé que debía estar en algún lugar del edificio, por lo que lo busqué, y lo encontré”.

Hermosa historia, ¿no? Saludar nos salva la vida, porque nos rescata de vivir una vida egoísta, centrada en nosotros mismos. Por otra parte, revela mucho acerca de nuestro carácter y educación. Según las reglas de etiqueta es imprescindible saludar siempre que nos encontremos con alguien, aunque no iniciemos una conversación, porque estamos diciéndole al otro, “Te reconozco, te tengo en cuenta, te valoro”. Un “hola” acompañado de una sonrisa, por más simple que parezca, puede contribuir a que la otra persona tenga un mejor estado de ánimo y contribuye a tener mejores relaciones laborales y familiares, porque ¿quién no se predispone positivamente ante una sonrisa y una palabra agradable?

Por otra parte, hay muchas personas cuyos trabajos son tan monótonos y mecánicos que les resulta un alivio enorme recibir un saludo. Es un sencillo detalle que muestra la calidez que llevamos en nuestro interior. Saludarnos nos hace salir de la mecanicidad diaria en la que vivimos, esa pausa que dedicamos al saludo nos conecta con el instante y nos predispone a tener un mejor día.

Recuerdo que de adolescente era muy tímida, y cuando veía a algún conocido por la calle, no lo saludaba. No sé qué pensaría la otra persona en ese momento, pero me imagino que creería que no me importaba en absoluto su presencia. Me costó salir de la timidez, pero me tracé el objetivo de saludar a la gente, sea quien sea, y eso me ha dado grandes satisfacciones. Porque, ¿sabías una cosa? La timidez es una enfermedad y hay diferentes formas de curarla. Enfrentarnos a lo que más nos da vergüenza es una de las maneras de hacerlo.

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Por eso es tan agradable cuando vamos a pueblos o lugares pequeños y todo el mundo saluda. Si nos agrada que lo hagan con nosotros, entonces hagámoslo también. Hagamos de nuestro entorno un lugar agradable, lleno de cortesía y empatía, eso hará que demos el ejemplo a los demás y quizás hasta el más huraño se anime y comience a saludar. Y si acompañamos el saludo con una sonrisa, ¡mucho mejor! Porque, como dice la entrañable Mafalda:“Sonríe y verás lo divertido que es ir por ahí desentonando con todo el mundo”.

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Maia Fernandez

Maia Fernández vive en Argentina.Considera fundamental la educación de los niños y al arte en sus diferentes manifestaciones como un componente irremplazable de la misma. Blog www.educacionmusicalencasa.blogspot.com.ar