Secreto para criar hijos infelices: sobreprotégelos

Existen muchos tipos de madres, pero sin duda el más peligroso es el de madre castrante. Averigua aquí si estás cayendo en este modo de crianza.

Camila Ignacia Gómez González

Al ser madres conocemos los más grandes temores: ansiedad a la separación, miedo a hacerlo mal, temor a que pueda ocurrir algo con nuestro pequeño, etcétera. El gran problema parte en el momento en que los miedos son tan grandes que comenzamos a sobreproteger a nuestros hijos, hasta el punto de asfixiarlos psicológicamente.

Esto es lo que pasa con las madres castrantes, mujeres que solo viven por sus hijos, sobreprotegiendo e imposibilitándolos a crecer y a madurar, como ocurre con el resto de las personas; trayendo como consecuencia seres infelices. Esto pasa sin que ellas se percaten del daño que hacen, pues parten anulando casi por completo la autoridad del padre para dar paso a una relación tóxica e infeliz, porque creen, de manera ferviente, que los hijos son de su exclusiva propiedad y, por consiguiente, nadie más puede darles felicidad como ella, limitando su libertad de acción y pensamiento.

Un dato importante a considerar es que esto ocurre más con hijos varones, quienes a través del tiempo presentan las siguientes secuelas psicológicas: temor, inseguridad, dependencia emocional, falta de estrategias de comunicación, miedo al abandono, disfunciones sexuales, problemas de adaptación, etcétera. Todos estos problemas repercuten en las relaciones que tratan de entablar sin éxito alguno a lo largo de su vida.

¿Qué características, sin embargo, tiene una madre castrante?, te debes estar preguntando. Pues bien, son mujeres que:

  • Se desviven por sus hijos, olvidándose de ellas mismas. Son serviciales, amables, con un gran espíritu de servicio, generosas con sus hijos, porque para el resto del mundo son mujeres sobreprotectoras, manipuladoras y abnegadas.
  • Expertas en manipular. Intentan, por todos los medios a su alcance, que los hijos hagan lo que ellas quieren, y para ello manipulan, recurriendo al llanto, a las amenazas y a otras manifestaciones para que, bajo ningún punto de vista, sus hijos actúen en contra de lo que ellas creen correcto.
  • Buscan la forma para que sus hijos siempre necesiten de ella. No importa si sus hijos tienen 40 o 50 años, ellas siempre obtendrán una forma para tenerlos cerca y “protegerlos”, creando una dependencia emocional muy fuerte, que provoca la serie de daños mencionados con anterioridad y de los cuales es posible liberarse solo mediante terapia y apoyo profesional.
  • No acepta el crecimiento de los niños. Crecer no es algo normal ni aceptado para este tipo de mujeres, sino que es, más bien, un acto de rebeldía y desagradecimiento hacia su amor, por lo que lucha de forma constante para crear situaciones de dependencia hacia ella; haciéndoles ver que sin su presencia no son “nada” y que, gracias a ella, pueden experimentar el sentimiento de seguridad.
  • Los celos siempre están presentes. Pensar que sus hijos puedan amar a alguien más desata toda una batalla en sus mentes, por lo que siempre tratan de boicotear las relaciones de pareja que puedan entablar; logrando castrar la libertad de expresar amor, experimentar cambios, enamorarse y ser felices.

Este tipo de relación crea un lazo afectivo que se convierte en una especie de cordón umbilical sumamente difícil de cortar; para ello es necesario que se acuda a terapia, porque solo los expertos son capaces de ayudar a cerrar las heridas hechas por la sobreprotección, y si se quiere comenzar a construir una relación sana, donde cada cual pueda abatir sus propias alas y emprender el vuelo.

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Camila Ignacia Gómez González

Camila, es Relacionadora Pública, con orientación en Marketing, actualmente reside en Villa Alemana, Chile. Es esposa y madre, y ama escribir para ayudar a fortalecer los lazos familiares.