¿Seguro que no eres violento con tus hijos?

Violencia no solo son golpes, también pueden ser otras conductas igualmente dañinas y perjudiciales. ¿Sabes cuáles son?

Emma E. Sánchez

Las escuelas, los medios de comunicación y muchos otros sectores de la sociedad han trabajado arduamente en contra de la violencia doméstica y la que está dirigida hacia las mujeres, logrando sin duda muy buenos y grandes avances. Sin embargo, estudios sociales recientes han dado a conocer que la violencia física se ha ido transformado en violencia psicológica, lo cual no es menos alarmante. De acuerdo a lo que revelan las cifras de dichas investigaciones, son en este caso las mujeres las que con frecuencia la ejercen hacia sus hijos. ¿Curioso verdad?

A continuación, comparto contigo algunas de las formas más comunes de violencia psicológica, ejercida por mujeres hacia sus esposos o hijos. Espero que esto sea de utilidad para ti y que, sin importar tu género, trabajes para erradicar todas las formas de violencia que existe en nuestro entorno.

1. Ignorar al otro

Esta forma de violencia se expresa cuando al estar molesta, simplemente no discutes con la otra persona al respecto. No le hablas, no te diriges a ella y la omites en todo. Si te habla, no le escuchas; a la mesa no le sirves la comida o simplemente anulas su presencia en casa o en cualquier otro lugar donde coincidan. Si bien esta conducta es propia de los niños cuando están molestos, desafortunadamente se ha hecho de uso común entre adultos, entre la pareja y hacia los hijos.

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2. Lanzar amenazas

Se considera como una amenaza el aviso que se hace a alguien sobre el daño que recibirá si hace algo en específico o no cumple con un hecho en particular. El propósito principal de esta acción es provocar miedo en quien la recibe. Ninguna relación social y mucho menos familiar, debe fundamentarse en el miedo a algo o alguien. Para evitar este tipo de violencia, es preferible establecer límites claros y las consecuencias que implica transgredirlos.

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3. Recurrir a las humillaciones

Todavía existen padres de familia que usan las humillaciones para “educar” a sus niños y a algunos otros, pretendiendo sobajar el carácter y espíritu de hijos impetuosos o duros de dominar. Humillar solamente genera ira, frustración y venganza, por lo que no creo que desees que tus hijos cultiven estos sentimientos hacia ti. Siempre será mejor educar con amor y honestidad.

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4. Utilizar palabras hirientes

Algunas madres que ejercen este tipo de violencia, se engañan diciendo: “yo no les digo malas palabras o groserías a mis hijos”, sin entender que este tipo de violencia se refiere al uso de palabras comunes, dichas con odio. Muchas adolescentes han perdido su autoestima, se han vuelto inseguras y por tanto, blancos fáciles de depredadores, porque en casa les han llamado “gordas” o de cualquier otra manera que las ha herido profundamente. Las palabras dulces nos hacen florecer, mientras que aquellas dichas con amargura, pueden destruir nuestro corazón. Las burlas se pueden considerar también como un lenguaje y a su vez, como actos hirientes. Nunca los permitas ni fomentes en tu hogar, así como tampoco fuera de él.

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5. Provocar terror mental

Una madre acosadora, intrigante, con prejuicios y rencores personales, creará un ambiente enfermo en su casa. Es muy probable que su esposo e hijos no podrán tener vidas tranquilas o gozar de momentos de espiritualidad y relajación en un ambiente así. Cuando una madre —o cualquier otro— no es capaz de controlar y vencer sus propios demonios, creará un infierno para todos los que estén a su alrededor, habiendo muchas historias trágicas que dan testimonio de ello.

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6. Destruir la propiedad del otro

Cuando cegada por la furia, por cumplir una amenaza o simplemente por demostrar quién es la autoridad en casa, rompes algo que pertenece al otro (en particular, si es algo especial o que sea objeto de afectos y apego de parte de su dueño), estas creando un daño terrible en la psique de tus niños. Los niveles de violencia y venganza que podrías estar generando, son incontables a futuro. En cierta ocasión, me enteré de un joven que habiendo sido objeto de constantes humillaciones y burlas en su casa, no pudo más cuando su padre lastimó y mató a su perro en un arranque de furia, hecho que le llevó a quitarse la vida.

La violencia tiene muchas caras, incluso hay algunas que lamentablemente han sido aceptadas y toleradas por nuestra sociedad. Reconocerla en cualquiera de sus formas es vital para mantener a salvo a los que habitan nuestro hogar. Evitar propagarla o aceptarla, son también formas de amar.

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Emma E. Sánchez

Pedagoga y Terapista familiar y de pareja. Casada y madre de tres hijas adultas. Enamorada de la Educación y la Literatura. Escribir sobre los temas familiares para ayudar a otros es mi mejor experiencia de vida.