Ser mujer hoy: recuperar lo femenino es volver a mirar hacia adentro
Luchar por nuestros derechos no significa ir en contra de los hombres. Ser mujer, hoy más que nunca, es redescubrir el verdadero significado de lo femenino.
Danitza Covarrubias
El tema de la lucha de las mujeres es un tema al mismo tiempo actual y a la vez muy gastado. Sin embargo, más que nunca estamos en un momento crítico.
Muchas mujeres han luchado por lograr tener los mismos derechos que el hombre. Derechos tales como votar, estudiar, trabajar, ser dueña de un bien, etc. Muchos se han logrado.
Muchas mujeres están luchando por más derechos que aún hace falta conquistar. Tales como tener el mismo sueldo que un hombre por el mismo puesto de trabajo con las mismas horas laboradas; o derecho a caminar libre y sin miedo en las calles, por nombrar algunos.
Otras mujeres están furiosas por esta lucha, puesto que dicen no sentirse representadas. Especialmente en temas delicados, como lo es el de la interrupción legal del embarazo.
En este texto no pretendo meterme a esos temas tan controversiales. Lo que estas letras pretenden es invitarte a reflexionar qué vives tú como mujer, y qué significa para ti la feminidad.
La realidad que continúa
Si pienso en lo que me imagino que vivieron mujeres en otras épocas, aunque esté muy lejos de poder aproximarme a esa realidad, veo que hay elementos que aún imperan. Y estos son algunos de ellos:
La autoexigencia
La mujer “debe” ser perfecta. Y al mirarse al espejo puede ser la peor de los jueces criticando cada arruga, cada extra kilo, cada cana. La mujer suele ser la que más se aborrece -en la mayoría de los casos. La más dura consigo, en todos los aspectos: laboral, maternal, como mujer, como pareja, como hija. Nada de lo que hace le parece suficiente, todo lo que va mal, tiende a pensar que es su culpa.
La sobrecarga de responsabilidades
Con la libertad de la mujer de laborar, suele pasarse a tener una mayor carga, puesto que en general, los hombres no han asumido la responsabilidad compartida del hogar -tanto de la casa como de la crianza-, por lo que la mujer solo tiene más responsabilidades que atender al darse “el lujo” de realizarse profesionalmente.
La responsabilidad de la crianza de los hijos
En general, los hijos suelen quedar atendidos por la mujer. Y no me refiero a su formación, a su educación, sino a sus necesidades de atención cuando aún no son auto suficientes de aseo, de alimento, de apoyo en tareas académicas. Muchas veces se confunde el amor de madre con el servicio del hogar. Incluso, si algo le hace el padre a los hijos, la madre suele ser la culpable por entregárselos y no cuidarlos del padre.
El juicio a la elección de vida de una mujer
Cuando una mujer decide ser soltera, no tener hijos, divorciarse, incluso asumir la crianza de un hijo como madre soltera, suelen caerle juicios por doquier. Pareciera que siempre será la mirilla por la cual apuntar para disparar cualquier juicio que la desapruebe.
La mujer respondiendo a la exigencia externa
En cualquiera de los casos, las exigencias vienen del exterior. De la pareja, de los hijos y sus necesidades, del jefe, de los clientes, de la moda… y todos los estándares sociales y culturales del momento.
La mujer como icono de exageración
Generalmente se tilda a la mujer por exagerada, por dramática, por sensible y por supuesto, por el famoso síndrome premenstrual. Esto, no ha quedado atrás, dejando así a la mujer con dificultades de expresar lo que vive o siente. A pesar de que supuestamente tiene permiso de tener un mundo emotivo negado al hombre, de cualquier manera termina siendo juzgada por ese mismo mundo.
Todas estas realidades, y aún más que seguramente no estoy nombrando, son las que terminan por sofocar a la mujer en estos días.
Recuperar lo femenino es recuperar la mirada hacia adentro
Si miramos la naturaleza, y las características corporales femeninos y masculinos, podemos observar algo básico en su diferenciación. El hombre tiene sus órganos sexuales externos, mientras que la mujer los tiene internos. Y de aquí parto para hablar de una posible clave que hayamos olvidado.
La mujer tiene que ver con un mundo interno, que pareciera que se le concedió cuando no podía acudir a las actividades sociales. Sin embargo, no es así. El mundo interno también le fue negado. No podía tomar decisiones, puesto que su esposo -dueño- era quien indicaba qué hacer o no hacer. La mujer, quemada en la hoguera como bruja, al ser conocedora de la sanación, y de sabidurías que hoy desconocemos. Pero podría apostar que tenía que ver con ese ir hacia adentro. Dentro de ellas mismas, y de poder tener una mirada y escucha hacia el mundo interior de los demás.
El reto
¿Qué tanto la mujer hoy sabe conectarse consigo misma? ¿Qué tanto la mujer puede hoy conectarse con la niña que fue, y por lo tanto, con sus propias crías? ¿Qué tanto la mujer hoy puede conectarse amorosamente con otras mujeres?
Temo que la respuesta es pocas. La mayoría de las mujeres suele tratarse a sí misma igual que el mundo. Es decir, invalidando lo que vive, lo que siente, y etiquetándose de “loca”.
La mayoría de las mujeres suele evadir su historia, y evadir aquello que los niños despiertan en nosotros cuando estamos en convivencia con ellos. La mayoría de las mujeres no se conecta con otras mujeres, si no que las envidia, las critica, y compite con ellas.
¿Qué pasaría si hoy comienzan a ir hacia adentro? Adentro de sus emociones, adentro de sus hogares, adentro de sus corazones. ¿qué pasaría si hoy comienza a intuir el camino por lo que siente ella misma, y conectada con los de su alrededor, y lo sigue?
Tal vez, el mundo sería diferente. Al menos para las mujeres. Y por lo tanto para muchos niños, que tuvieran madres conectadas.
Ese es el gran reto que tenemos en frente como mujer. Construir una feminidad, no a partir del mundo de los hombres, sino redescubriendo el significado de lo femenino, y de ser mujer