Sí, a veces los amigos son tan valiosos como tu propia familia

Amigo no es cualquiera, es la familia que uno elige.

Erika Patricia Otero

Cada día sorprende más y más cómo muchos jóvenes prefieren estar con sus amigos que con su misma familia. Pueden ser muchas las razones por las que esto suceda; aun así, no deja de ser algo desconcertante.

La verdad es que yo prefiero a estar con mi familia. Con franqueza, no tengo tantos amigos cercanos. Sí, a veces me siento sola; sin embargo, la verdad es que con mis experiencias anteriores, por mucho prefiero a mi familia.

¿Por qué los jóvenes prefieren a los amigos?

Un estudio llevado a cabo en la Universidad de Michigan por William Chopik, se evidenció que las amistades son importantes para alcanzar felicidad y gozar de buena salud. Esto aplica tanto para jóvenes como para adultos mayores.

Lo que dejó en claro esta investigación es que aunque la familia es importante y otorga felicidad, para muchos ancianos la amistad es más valiosa.

Chopik afirmó además que los jóvenes prefieren a sus amigos, no porque amen menos a sus familiares. La razón es que muchas veces las relaciones familiares son muy problemáticas para lidiar con ellas.

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Ahora bien, debemos tener en cuenta que al independizarse, los jóvenes preferirán vivir en compañía de otros jóvenes. Sean amigos o no, lo cierto es que se acostumbrarán a ellos y de a poco irán desplazando a la familia. Es normal que esto suceda, estos jóvenes van a compartir no solo vivienda, también gustos y anécdotas similares. Esto lleva a una mayor compenetración y comprensión; una que no van a recibir de sus padres.

También las malas relaciones con sus padres pueden ser un motivo para distanciarse de ellos. Cada vez más se ve a adolescentes que prefieren pasar el tiempo con amigos para evitar el control de sus padres.

Por otro lado, los amigos son garantía de compañía y atención; algo que pocas veces se consigue de la familia cuando hay malas relaciones.

Los amigos son la familia que uno escoge

Las amistades surgen de manera natural. Basta con conocer a alguien y sentir que hay tantas cosas en común y complicidad. Luego, los lazos de afecto se van estrechando, al punto de sentir que lo que le pasa a tu amigo, también te afecta a ti.

Desde luego, no pasa con todas las personas a las que llamamos amigos. Hay amistades más profundas e intimas que otras; tanto, que muchas veces son más fuertes que las que se tienen con los hermanos.

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La amistad es una relación de suma importancia para las personas. La razón es que aunque un amigo aunque puede no tener todas las respuestas a tus problemas, va a escucharte y tratará de ayudarte a  encontrar la solución a tus problemas.

Pero los amigos no solo están para “arreglarte” la vida con consejos. La mejor manera en que un amigo te ayuda es haciéndote reír y pasando agradables momentos.

Algo que caracteriza una buena amistad es que es incondicional. Pueden haber momentos donde se disgusten, pero los lazos son tan fuertes que los problemas no duran mucho tiempo. Otra cosa que uno busca en un buen amigo es que no te juzgue; bien puede enojarse porque una y otra vez acudes a él o ella por consejo y siempre caes en el mismo error, pero siempre te tenderá la mano.

Una buena amistad se caracteriza también porque aunque pase el tiempo y los amigos se distancien, esa relación permanecerá en tiempo y espacio. Además, una buena amistad siempre es desinteresada; un buen amigo te va a ayudar sin esperar nada a cambio.

Para tener amigos no hay límite de edad

Esto es algo maravilloso de la amistad. Hay grupos de amistades variopintos. Muchos amigos tienen edades similares; sin embargo, también hay amistades de edades diversas.

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A veces hay jóvenes que gustan tener amigos que les llevan 10 o 20 años. Puede ser que busquen una compañía más madura, consejo, apoyo y buena compañía. No es que sus amigos de la misma edad no les ofrezcan lo mismo; solo que la experiencia de las personas mayores es muy valiosa para quienes prefieren “aprender por experiencia ajena”.

Como sea, hacer amigos no es que esté condicionado a alguna condición social, edad o creencia. Las relaciones amistosas no conocen los convencionalismos que muchas veces mueven a una sociedad. La amistad trasciende todos esos aspectos porque lo que une a un grupo de personas no es el dinero, la edad o sus creencias; si no su calidad humana y la complicidad que surja entre ellos.

Es por eso que para muchas personas los amigos son -a veces- más importantes que la familia. Es duro reconocerlo, pero en ocasiones la familia genera mucha presión. Los padres quieren que se cumplan sus expectativas, y exigen al joven que cumpla con ellas sin importarles si es lo que sus hijos quieren o no.

Se entiende que los padres buscan el bien de sus hijos. Aun así, los últimos también desean y necesitan ser escuchados y entendidos, no juzgados y exigidos. La relación de padres e hijos debería ser más de comprensión, orientación y apoyo; con estos parámetros presentes, la relación entre padres e hijos seria más armónica y los jóvenes no sentirían la necesidad imperiosa de alejarse de sus progenitores.

Solo me resta decir que ambas relaciones son importantes para los seres humanos. La cuestión es que es necesario hallar el justo medio entre ambas para poder disfrutar de todos los seres amados a lo largo de la vida.

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Erika Patricia Otero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.