Si como hombre aún lo tienes, estarás de acuerdo en que poder decidir es fundamental

Muy pocos hombres lo conservan con el paso del tiempo, pero si todavía lo tienes, seguro que debes apreciarlo en todo lo que vale.

Arturo Leonardo

Escribir sobre las costumbres de otros países o ciudades siempre es delicado. Así que hay que señalar que esto no es una crítica, más bien, es gritar a los cuatro vientos: ¡Gracias! por las bondades que uno tiene para elegir.

Bien, ponte a pensar: ¿Alguien te pidió que te vistieras de cierto modo el día de hoy? Vaya, olvidando las cuestiones de uniformes por escuela o trabajo, lo cual es temporal y siempre existe esa hora en la que llegas a casa y puedes aventarlo todo al suelo… para después recogerlo, claro.

Cuando somos niños, toda la cuestión de la moda recae en los padres. ¡Imagínense! Está uno supeditado al criterio de moda de los papás. Con el paso de los años, vemos que la consecuencia de esto es un buen número de fotos dignas de una tarde en familia, para asustarnos por el espantoso corte de cabello o las medias tan horrorosas que vestíamos.

Me detengo en el corte de pelo: me declaro culpable por tener secuestrado siempre a mi cabello. Cuando era estudiante lo pinté, literal, de mil y un colores: verde, azul, morado, naranja, rojo. ¿Pero saben qué era lo mejor del asunto? Que todos los colores estaban al mismo tiempo sobre mi incipiente melena, una pinturita. Después me dejé crecer el cabello, ahi vinieron los cortes estilo cantante de rap, con el dolor tremendo por las trenzas pegadas al cráneo que me hicieron más cabezón que el mismo E.T. Unas rastas, trenzas con hemp o estambre, luego el cabello a los hombros, hasta que terminé cediendo ante las tijeras de una estilista. Disfruté mucho el poder vestirme y echar a perder… digo, traer el cabello como siempre quise. Si bien la imagen puede decir mucho de ti, lo importante siempre es la confianza con la que vistes o portas determinado “look”.

Punk, rasta o casquete corto: lo importante es poder elegir

Lo aplaudible aquí es la libertad que uno puede gozar para ello. Una libertad que otras personas no tienen, ya sea por creencias religiosas o reglas políticas; prueba de ello es Corea del Norte. Hace unos días, se dio a conocer que Kim Jong Un, líder político y militar de ese país, obligará a todos los hombres a traer el mismo corte de cabello que él. Esto de por sí no es una gracia, ya que el señor Jong Un, no es precisamente un dotado en el aspecto de la moda.

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El corte de cabello, entre militar o que le faltó dinero para pagarle al peluquero, es algo poco más que dramático. Vaya, en gustos se rompen géneros, pero traer rasurado el cabello a la mitad de la cabeza (por los lados), y luego peinado hacía atrás, es para espantar al miedo, me parece (y mira que ya te conté las barbaries que hice yo con mi cabellera). Anteriormente, ese gobierno había informado sobre los cortes de cabello permitidos, todos con el clásico “casquete corto” o con la saliva de mamá sobre la cabeza.

Hoy más que nunca habría que ser conscientes de los privilegios que uno puede gozar, valorarlos y disfrutar de ellos. Eso sí, quiero invitarte a que si no has jugado con tu cabello al menos una vez en la vida, ¿qué estás esperando? Créeme que el tiempo te lo va a agradecer.

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Arturo Leonardo

Comunicador fanático de sus hijos a quienes les relata día a día sus aventuras de música y deportes, gusta de leer lo que se cruce en su camino, piensa que el acto más revolucionario que puede existir es el de reír.