Si tu hijo te obedece en todo, no será un adulto feliz

No siempre la obediencia absoluta es felicidad. Lee esto y entérate por qué.

Erika Otero Romero

Mery es una joven que tiene la vida por delante, ama el teatro y su sueño es ser actriz, no por la fama si no por el arte como tal. Ella está a punto de terminar su bachillerato y ya ha visto varias universidades y academias donde puede prepararse para ser actriz y así desarrollar su talento. Sin embargo, su padre no cree que sea buena idea que ella vaya a estudiar esa carrera, ya que para hacerlo, ella tendría que ir a vivir sola en otra ciudad y él considera que ser actriz de teatro no proporciona el dinero ni la posición necesaria para sobresalir en la vida.

En una conversación, Mery habló de su futuro profesional con su padre. Ella le planteó de manera clara y concisa que su deseo era estudiar teatro, ante lo cual su padre fue muy asertivo: “Piénsalo, la verdad no creo que esa sea una carrera que te convenga. Yo te veo más como médico o incluso ingeniera, pero no como actriz. Si eso es lo que deseas trataré de apoyarte, pero me harías más feliz si decidieras quedarte acá en la ciudad, bajo nuestra protección y estudiando algo rentable”. Mery no tuvo que pensarlo mucho; ella sabe lo que le espera si se niega a seguir la “guía” de su padre. Ella no es capaz de oponerse y luchar por su meta diciendo un rotundo ¡NO! Con tristeza en su rostro y en contra de toda su voluntad solo pudo decir: “está bien papá, seguiré tu consejo”.

Más allá de “no ” o “sí”, está el deseo de complacer en contra de nosotros mismos

NO, es la primera palabra que de bebé llegas a comprender respecto a su concepto. Eso se debe a que te acostumbras a escucharla de manera frecuente: ¡no, no toques el gato!, ¡NO, no te metas eso a la boca! Y esto se repite casi a diario. De esta misma forma, las demás palabras ganan preferencia en el vocabulario de un infante. Sin embargo, con la palabra NO se presentan una serie de situaciones que a veces te harán sentir incómodo y, ¿por qué no?, hasta infeliz.

El problema no es la palabra como tal, sino lo que infiere el decir ¡NO! de manera tajante cuando no quieres hacer algo. Aunque sea difícil de creer, a muchas personas se les hace difícil negarse a hacer o permitir que les hagan algo, ya que en la mayoría de casos, los jóvenes están “acostumbrados” a complacer a sus padres, amigos e incluso a sus parejas; o bien para no ofender a nadie, o para no tener problemas con ellos y que todo esté en “armonía” dentro de la familia y el círculo social.

Daños colaterales de complacer a los demás

1. Nadie es feliz haciendo la voluntad de otros

Por el contrario, quién accede sin descanso a hacer lo que los demás desean termina siendo un fracasado.

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2. Obligar a los demás es no tenerles respeto

No pretendas forzar a tus hijos a que hagan tus sueños realidad. Ellos tienen sus propias aspiraciones en la vida. Tú como padre sabes bien que si los obligas a hacer lo que quieres porque sí, estarás demostrándoles que no los respetas y, justamente por ser tus hijos, merecen amor y respeto.

3. Un hijo que complace no es un hijo feliz

Si lo hace es para evitarse problemas. Créeme, lo único que lograrás a la larga es que tan pronto como puedan, tomarán la mayor distancia que puedan de ti y de tu control.

Como padre debes aconsejar y guiar, esa es tu labor. Que tu hijo diga NO de manera tajante ante una sugerencia tuya no quiere decir que no te ama, solo que no ve el mundo de la misma manera. Tus hijos te aman tanto como tú los amas a ellos, razón por la cual el respeto debe ser de ambas partes. Que tus hijos no estén de acuerdo contigo, no significa que la educación que te esmeraste en darles no haya servido de nada. Por el contrario, fue tan buena que les dio la sabiduría necesaria para que ellos tomen decisiones e, incluso si no son adecuadas, ellos siempre te agradecerán que respetes su albedrío.

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Erika Otero Romero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.