Si tus hijos usan pantallas y dispositivos, ¡te necesitan!

Nuestros pequeños nos necesitan, ¿estamos listos para protegerlos y enseñarles a consumir responsablemente el uso de pantallas y dispositivos?

Marilú Ochoa Méndez

Yo, permito que mi hijo, a sus seis años, elija lo que desea mirar en la televisión o la tableta.  Algunos padres se escandalizarían al escuchar algo así, pero a mi forma de ver, no es posible elaborar una crítica o un elogio a partir de esta frase.  Primero habría que mirar qué hay detrás, qué comportamientos o actitudes de los padres soportan esta dinámica del pequeño.

Si el niño ha sido preparado por los padres para reconocer lo que le nutre su mente y corazón al mirar la televisión, y está recibiendo consejo y supervisión de ellos, es capaz de elegir de forma consciente, y la frase del párrafo anterior es digna de elogio.  Si el pequeño ha sido dejado “a la buena de Dios” sin criterios más que seguir lo que le dictan sus sentidos y emociones, lo estamos exponiendo contenidos que no comprenda, que podrían perturbarlo, por decir lo menos.  Es además posible que alteren su comportamiento y/o que lo dañen. Con este marco, la frase inicial demuestra negligencia.

Podemos concluir que la aprobación o desaprobación de esta sentencia, muestra que el papel de los padres y cómo gestionan el uso de pantallas con sus hijos define si el pequeño crece ante la responsabilidad, o se abruma con el descuido de una falsa libertad.

El gran reto de los padres

Este es sin duda un gran reto que tenemos los padres.  Ir dando libertad a nuestros hijos conforme vamos ayudándolos a enfrentar las consecuencias de sus decisiones.  Para poder comprender los efectos de sus elecciones, los niños requieren de madurez y el apoyo constante y consistente de guías preocupados de su bienestar y bienser.  Estos, definitivamente, debemos ser los padres.

No es bueno confiar en instancias externas dedicándoles a ellos la responsabilidad de producir contenidos aptos, y/o de enseñar a nuestros hijos a gestionarlos.

¡Pero si no pasa nada!

Algunas personas consideran que “como todos lo hacen” (es decir, muchos padres dejan por ejemplo, a sus hijos mirar “lo que sea” en la televisión), No pasa nada.  Pero esos padres están en un error. Si dejamos a un pequeño frente a un recurso tan abierto como una pantalla, ¡ellos podrían acceder a cualquier tipo de información! La página KidsHealth nos dice que “a los 18 años, un niño estadounidense, habrá visto más de 200.000 episodios violentos”.  Y nos piden estar pendientes, pues mirar violencia gráfica, o simplemente episodios de violencia moderada, puede aumentar en ellos la ansiedad y el miedo a que les suceda algo malo.

Con la publicidad ocurre algo parecido, a nuestros pequeños no les queda ninguna duda después de aquel anuncio tan atractivo, que ese producto es casi mágico, y obviamente, nos lo piden.  Es necesario entonces que entremos a explicarles qué es la publicidad, y para qué se hace.  Ayudarlos a ver que “no todo lo que brilla es oro” les ayudará enormemente, pues estarán expuestos a muchos mensajes engañosos a lo largo de su vida.

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Comprenden mejor si les enseñamos desde pequeños

Cuando son muy pequeñitos, en principio, no deberían estar expuestos a las pantallas.  A partir de los dos años, se recomienda que  no pasen más de 30 minutos en un dispositivo, y que el tiempo que lo miren, sea siempre en compañía de un adulto.

Los niños de los 2 a los 5 años, deben exponerse a pantallas, también siempre con un adulto de confianza que pueda mirar con sentido crítico el contenido al que los pequeños se exponen, y les ayude a asimilar lo que miran.

Los niños en edad escolar (a partir de los seis años y hasta los 18) están en el mejor momento para ser guiados hacia un consumo responsable de los medios de comunicación, pantallas y videojuegos. 

Ayuda mucho invitarlos a observar cómo les afecta (para bien o para mal) lo que miran y el tiempo en el que lo miran.  Pero ¡ojo!, no es fácil que lo comprendan.  Porque entran también temas químicos que veremos a continuación.

La dopamina y la adicción a los dispositivos

Basta solo con mirar en un restaurante a los adultos para darnos cuenta lo difícil que es dejar los dispositivos.  Los miramos cuando estamos esperando, cuando la situación se torna incómoda, podemos refugiarnos en ellos.  A veces se ven caras de fastidio por parte de uno de los comensales porque el supuesto interlocutor está “atrapado”, “conviviendo” en el mundo virtual, desechando la oportunidad de contacto real con quien lo acompaña de forma presencial en ese momento.

La revista Faros del Hospital de San Juan de Dios en Barcelona, advierte que “expertos en adicciones comparan los móviles y las tabletas con unas verdaderas bombas de dopamina, conocida como la hormona de la felicidad, que a medida que recibimos un “me gusta” o alguna recompensa similar, se produce una descarga de esta sustancia en el cerebro que nos satisface. En definitiva, que desde pequeños estamos consumiendo aplicaciones que se han diseñado para hacernos adictos a las pantallas“.

Se pone peor para los pequeños

Continúa la reflexión que nos aporta la revista Faros: “en China, la adicción a internet se considera uno de los problemas de salud pública más graves. Unos investigadores analizaron 15 adolescentes con adicción a internet con un escáner cerebral, y el resultado demostró que la circulación de los fluidos estaba alterada. El área de comunicación quedaba gravemente frenada, y los problemas de conexiones cerebrales pueden provocar síntomas que recuerdan el autismo o trastornos bipolares“.

Reacciones agresivas, baja tolerancia a la frustración, fallidas conexiones neuronales, son solo algunos de los síntomas que estos pequeños presentan.  Lo que sucede es que su cerebro en crecimiento, fácilmente desplaza el juego libre, incluso la actividad física, por la satisfacción fácil de una pantalla, sus luces, movimiento y música.

¡Démonos cuenta!

¿La solución?, ¡la de siempre! Papás presentes, conectados entre sí y con sus hijos.  Conscientes de esa ley física aprendida años atrás: “A toda acción corresponde una reacción”.

Papás, mamás, nuestro cariño y cuidado a nuestros hijos debe reflejarse también en límites y restricciones.  Hay muchos peligros afuera para su desarrollo y la pérdida de su inocencia. Nuestros pequeños nos necesitan, ¿estamos listos para protegerlos y enseñarles a consumir responsablemente el uso de pantallas y dispositivos? Solo depende de ti y de mi. ¡Hagámoslo hoy!

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Marilú Ochoa Méndez

Enamorada de la familia como espacio de crecimiento humano, maestra apasionada, orgullosa esposa, y madre de siete niños que alegran sus días. Ama leer, la buena música, y escribir, para compartir sus luchas y aprendizajes y crecer contigo.