Síndrome de fortunata: cuando alguien solo siente atracción por personas casadas

Sentir atracción por personas comprometidas o casadas es algo común en muchos. Descubre por qué sucede y de dónde viene el nombre del síndrome.

Erika Patricia Otero

La infidelidad es un tema complejo; pese a eso, ha venido quedando rezagado bajo las las diferentes formas en las que las parejas se relacionan actualmente.

Hoy día es común encontrar parejas sentimentales abiertas; es decir, la pareja decide no ser monógama. Dicho de otra forma: ambos llegaron al acuerdo de tener relaciones con personas fuera del matrimonio o noviazgo. Estas relaciones extramatrimoniales pueden ser esporádicas o un poco más duraderas. El punto es que la pareja conoce que su amor sale con otra persona y eso no causa conflicto.

También están las relaciones poliamorosas. Esto trata de un grupo de personas que mantienen una relación afectiva, íntima y/o emocional entre ellas. Suele ser simultánea y bastante duradera y como su palabra lo indica, son más de dos personas. Para que esta relación sea exitosa, los participantes tienen que saber de la existencia del resto de personas.

Lo que estos dos tipos de relaciones tienen en común es que las partes saben de la existencia de los otros. Claramente, hay dos aspectos importantes: el respeto y acuerdo al que llegan las partes. No hay infidelidad por ningún lado, y quien sea que decida practicarlo, es respetable.

Ahora bien, hablamos de infidelidad cuando, dentro de una pareja monógama, alguien tiene una relación oculta. No importa quién de los dos lo haga, la víctima del engaño siempre saldrá vulnerada.

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¿De qué se trata el Síndrome de Fortunata?

El nombre es dado por la novela Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós. En esta se cuentan las aventuras de tres personas: Juanito Santa Cruz, Jacinta, su esposa, y Fortunata, su amante. La novela aborda lo complejo de los vínculos afectivos y da cuenta de relaciones de dependencia y obsesión.

Cuando se habla del síndrome de Fortunata, se hace referencia a las siguientes características:

1 Emociones, sentimientos e intereses orientados hacia personas que se encuentran en una relación. El síndrome se enfoca al interés de mujeres hacia hombres casados.

2 La rival manifiesta sentirse capaz de dejarlo todo por estar con su amante.

3 Quien se interpone en la relación cree que la persona está destinada al infiel. Piensa que hay algo importante entre ellos y por eso deben estar juntos.

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4 Suelen verse juntos en el futuro. Además, creen que en algún momento podrán compartir una vida en libertad y sin problemas.

5 Hay idealización de ese romance y los justifican recurriendo a diferentes excusas.

6 Hay pérdida de interés en todos los otros vínculos sociales y actividades que no implican al amante.

7 La rival sufre emociones contradictorias respecto a la pareja de su amante. Va del enojo y el rencor hacia ella porque es un obstáculo para que estén juntos y; sin embargo, también siente culpa y empatía con la esposa.

Impacto en la salud

No se trata de una enfermedad o trastorno; pese a eso, con el tiempo se desarrollan comportamientos que afectan la salud de los implicados en el triángulo amoroso.

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Esos trastornos pueden ir desde ansiedad, baja autoestima, dependencia emocional y hasta malestares físicos.

La infidelidad no tiene género

Es claro que sentir atracción por personas comprometidas no es solo cuestión de mujeres. Sin embargo, el Síndrome de Fortunata solo habla de mujeres. Es acá donde se presenta una queja, porque tanto las mujeres como los hombres engañan. La infidelidad no es una cuestión de género, es un asunto de valores y principios.

Lo que genera molestia es que en lugar de enfocarse en el establecimiento de una relación enferma, el enfoque gira en torno a “estar en una relación con un hombre casado“. Esto es lo realmente reprobable.

Sea quien sea la persona engañada o quien engañe, en ningún caso se debe celebrar. La infidelidad no hace al hombre más hombre y a la mujer una pérdida. Este es un comportamiento igual de reprobable en ambas géneros.

En la infidelidad hay dos personajes activos: el o la amante y el cónyuge que engaña. Ambos actúan de manera incorrecta; y si bien solo el casado es desleal con su pareja, el o la amante no son menos culpables.

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No hay excusas en los triángulos amorosos porque siempre va a salir alguien herido. Sí, puede tratarse de una situación de adultos; justo por esto, al estar en completa capacidad para tomar decisiones acertadas que no dañen a nadie, eligen el engaño.

Hablemos de la víctima de engaño

Ya sea un hombre o una mujer las víctimas del engaño, las heridas que esto deja son profundas y duraderas.

Siempre me pregunté si no es más fácil ser honesto con el cónyuge y decirle que ya no siente nada; para mí es mejor esto, a engañarlo.

El problema con la persona infiel es que quiere jugar en dos terrenos; la aventura con el amante y permanecer en la estabilidad del hogar. La situación es que las cosas no funcionan así en una relación monógama.

Recuperarse de un engaño cuesta tiempo porque hay que superar el montón de inseguridades que una infidelidad deja. Incluso, hay quienes después de ser engañados se niegan la oportunidad de un nuevo amor. ¿Es esto justo?

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Solo me queda decir que sea la posición que una persona tenga en una relación de tres, sufrirá. El engañado padecerá el dolor de la traición. Quien engaña perderá la confianza de los que creían en él o ella; y el tercero en discordia difícilmente tendrá respeto por sí mismo.

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Erika Patricia Otero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.