¿Te hace una mejor persona? Quédate, ahí es

Nada habla mejor del amor verdadero que la persona que amas te haga querer ser una mejor versión de ti.

Erika Patricia Otero

Siempre he soñado con esa persona que llegue a mi vida a transformarme desde el interior. Yo no quiero un amor de momento; quiero uno real que me haga estremecer desde los pies a la cabeza.

Ya tuve mi tiempo de locura donde hice muchas tonterías a favor de un amor que jamás pudo ser. Ahora sé lo que quiero, por eso ya no tengo tiempo para distracciones.

Yo estoy lo suficientemente madura para distinguir entre una simple atracción, el enamoramiento y el amor. No es que las dos primeras valgan menos que la última, solo que ambas son la antesala del amor real; del que bien vale todo esfuerzo. Sin embargo, llegar hasta el amor verdadero cuesta mucho y solo se logra tras años de experiencias y madurez.

Yo no creo eso que dicen que el primer amor es el primero. Honestamente, el primer amor es una falacia porque en primera instancia ni siquiera sabemos qué es lo que se siente. Todo es visceral, y el amor, aunque cueste comprenderlo, es un justo equilibrio entre la mente y el corazón.

Cuando se es joven básicamente uno se deja llevar por las apariencias. En la adultez también pasa; afortunadamente, la situación cambia poco a poco, y las relaciones se tornan más íntimas y profundas. Pocas son las personas que se quedan con las primeras impresiones, pero al cabo del tiempo se cambia; el amor te hace cambiar.

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Ahora bien, ¿Cómo sabes que la persona que está a tu lado es un buen amor? Simple, te ayuda a ser una mejor versión de ti. Muchas veces cambias tanto que las personas a tu alrededor no te conocen, pero todos tus cambios son para bien.

¿Cambias porque quieres o porque te obligan?

Por ambas razones; por supuesto, una es dañina, la otra no.

Cuando alguien cambia porque se “siente” coaccionada por su pareja a hacer esos cambios, no lo hace de manera consiente. Es más, me atrevo a decir que la persona es llevada a hacer cambios sin siquiera darse cuenta.

Conozco el caso de una mujer española que en redes ha compartido su experiencia. Ella conoció a su agresor a la edad de 15 años. Ella cuenta que los fines de semana cuando se veía con él, le gustaba verse bonita. Para ello se arreglaba mucho; pese a eso, el hombre la ignoraba y se portaba muy distante. Sin embargo, los fines de semana donde vestía informal y se recogía el cabello en una cola de caballo; ese día a los ojos de él era preciosa. Poco a poco, para ganar el afecto de su novio ella hizo de esa manera de arreglarse su hábito.

Ella admite que él la manipuló de manera muy astuta para hacerla a su manera. Fue en ese momento que comenzó a perder el control de su vida y quedó en manos de él. El hombre se volvió agresivo y la vida se le hizo un infierno.

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Las cosas son diferentes cuando la persona que amas es más alguien a quien admiras. Ya sea que aprecias su talento, amabilidad, disciplina, honestidad y ternura, que deseas ser una mejor persona. No deseas competir con él o complacerlo; lo que deseas es ser una mejor versión tuya.

Lo interesante es que los cambios no son unilaterales. También tienes cualidades que él admira, y por lo tanto, busca ser mejor para merecerte. Es una retroalimentación constante que los hace mejores a ambos. El interés de ambos sin darse cuenta, es ser felices al lado del otro porque se complementan.

La pareja no es perfecta, pero sí fructífera

No es que este tipo de parejas que se hacen mejores el uno al otro sea perfectas. Es que ambos son completamente capaces de llegar a arreglos, perdonarse y cambiar a favor de ambos. Esto se logra porque ambos son abiertamente consientes de sus responsabilidades y asumen los resultados de sus acciones.

En eso consiste un buen amor; en ser alguien en quien tu pareja pueda verse reflejado y le dé fuerzas para superarse a sí mismo.

La magia está en que ambos son capaces de ver sus fortalezas y cada día se descubren más. Además, se complementan y apoyan en los momentos difíciles de la vida y se hacen mejores el uno al otro.

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Creo que debe ser maravilloso poder contar con alguien en quien puedas reposar tus penas y disfrutar de tus alegrías. Debe ser placentero saber que, al llegar a casa, la persona que amas estará ahí para reconfortante.

No es que esperes que todo sea perfecto y que jamás haya problemas; es que sabes que, aunque los haya, van a poder superarlos y seguir adelante.

Sabes que esa persona es un buen amor cuando no huye en tus momentos grises. Cuando alguien es tu hombro en el cual te sostienes, merece lo mejor de ti.

Es gratificante compartir y ser apoyo; saber que te necesitan y que será correspondido. Nada habla mejor de una persona que el hecho de que te haga querer ser cada día mejor.

Toma un momento para compartir ...

Erika Patricia Otero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.