Tolerancia tecnológica. Abuelos y padres ante los aparatos tecnológicos

Ser condescendientes con los padres y abuelos para explicarles cómo utilizar los aparatos tecnológicos. Tolerancia tecnológica: abuelos y padres ante los aparatos tecnológicos.

Fabián Cámara García

Entre más funciones tenga alguno de los aparatos tecnológicos (computadora, teléfono celular, tableta, pantallas, consolas de videojuegos, cámaras digitales, reproductores portátiles de música, etcétera) que adquirimos para el entretenimiento o comunicación se nos hacen más útiles, y es cuestión de horas para comprender su funcionamiento. Pero, ¿qué hacer con nuestros padres o abuelos, a quienes les cuesta trabajo entender y manipular toda esta tecnología? La respuesta es muy sencilla: ser tolerante.

Parece más común de lo que podemos pensar, pero a muchas personas ya grandes, padres y abuelos sobre todo, se les complica manipular aparatos como pantallas o un minicomponente. Vemos tan sencillo el encender uno de estos aparatos, incluso con un control remoto, que a veces nos molestamos y regañamos a nuestros padres o abuelos por no poder hacer algo tan sencillo y que tengan que recurrir a nosotros para auxiliarlos. No les tenemos paciencia para explicarles el funcionamiento de las cosas, pero no nos damos cuenta de que nuestra generación de alguna manera nació rodeada de tecnología, cuando empezaba la modernidad en los aparatos de entretenimiento.

Caso contrario con ellos, lo moderno era el televisor y la radio, sus formas de entretenimiento a veces no incluían nada de lo que podemos lograr ahora con un teléfono celular. A veces resulta molesto explicar el funcionamiento de algunos aparatos; por ejemplo, durante mucho tiempo le expliqué a mi mamá cómo utilizar su teléfono móvil. Leímos el manual juntos, le dije cómo encenderlo, dónde podía configurarlo, cómo hacer llamadas, enviar mensajes; en fin, todas las funciones. Pasaron dos días y de nuevo a explicar lo mismo, otra semana y por tercera vez. Me molestó que no pudiera entender, y cómo olvidaba algo que ya un par de veces le había explicado.

Mi paciencia ya agotada, reflexioné: lo que veía era muy sencillo y no me parecía cosa del otro mundo hacerla. ¿Por qué a ella le costaba tanto trabajo? La respuesta, contrario a lo que parecía, era muy sencilla: no estaba familiarizada con nada de esto, nunca había tenido la necesidad ni el interés de usarlo. Y la realidad es que con el bombardeo de la tecnología del entretenimiento y el uso cotidiano en los hijos y nietos, ellos se ven en la necesidad de hacerlo. Les cuesta mucho trabajo porque todo les es nuevo y, en muchas ocasiones, nosotros propiciamos que entren a este mundo, pero no les decimos cómo y los dejamos a la deriva en algo que desconocen totalmente.

Se vuelven niños en este mundo en que apenas están aprendiendo a caminar o a hablar, y somos los padres quienes les explican qué pueden hacer y qué no, los guiamos. Por eso, tenemos que ser tolerantes y pacientes, así como ellos lo fueron cuando éramos niños. Algunos puntos que en mi experiencia personal me han resultado cuando trato de explicarle a mi mamá el funcionamiento de algún aparato, son los siguientes:

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  • Sentarme con ella a leer el manual, o leerlo primero y explicarle, de manera sencilla, cómo se usa un teléfono celular, una pantalla, cámara o cualquier dispositivo.

  • Ponerla a prueba. Es decir, una vez que le explique cómo utilizar el dispositivo, que lo haga hasta que tenga claro su funcionamiento.

  • No importa cuántas veces te pidan que les expliques las cosas, hazlo las ocasiones que sean necesarias y nunca te molestes, porque puedes hacerlos sentir mal y, en el fondo, no es lo que quieres. Es mejor hacerlo con una buena actitud, además, recuerda, se trata de nuestros padres o abuelos.

  • Si tienen la necesidad o quieren comprar algo como una tableta o computadora, acompáñalos, a fin de que sepas qué es lo que necesita, qué tipo de aparato va adquirir para que lo conozcas y puedas enseñarle su funcionamiento.

  • Ser tolerantes, no hay más. Es desesperante, a veces, pero recuerda que ellos han dado mucho por ti. Llegó la hora de recompensarles un poco de lo mucho que nos han enseñado.

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