¿Tu familia es desunida, está en “total caos”? 7 hábitos que hacen a una familia fuerte

Logra vivir estos siete hábitos que te garantizan que tu familia resistirá cualquier crisis y estará siempre unida.

Marilú Ochoa Méndez

Hace tiempo, todavía buscaba tener el espejismo de la familia perfecta. Me dejaba llevar por aquellos que disfrutan proyectando máscaras y mostrando a la gente el lado bueno y maravilloso de los suyos. Si algo le he aprendido a mi esposo en estos casi doce años de matrimonio, es que todas las familias somos un caos en ocasiones, solamente que unas lo esconden mejor que otras, y otras (las familias que en verdad admiro y de las que siempre aprendo) no lo ocultan, lo muestran para dar esperanza a otras.

Hoy quiero proponerte que luchemos por tener familias fuertes, nunca perfectas. Que repasemos juntas los siete hábitos que ayudarán a que nuestra familia forje raíces profundas en la realidad, la virtud y el espíritu trascendente; que no permitan que ninguna circunstancia le quite el soporte, le impida dar sombra ni acoger a tantos que hoy están urgidos de cobijo y amor.

Sin más preámbulos, ¡comencemos!:

1. Generar relaciones respetuosas

Al respeto se le da muy poco valor hoy. Es común ver hijos que tratan con altanería y excesiva rudeza a sus papás, o a esposos que exhiben sus desacuerdos y conflictos frente a sus hijos, provocándoles un daño difícil de sanar. Si a esto sumamos la poca valía que se le da socialmente a las reglas, a las instituciones (en parte porque no se lo ganan y en parte por una cultura social de suyo irrespetuosa), comprenderemos por qué el respeto es importante.

Urge generar relaciones respetuosas en familia. Juan Pablo II comentó hasta el cansancio que la familia es el único lugar donde el hombre es amado por sí mismo. Este amor respetuoso y limpio refuerza profundamente la autoestima y crecimiento sano de nuestros hijos y de nosotros mismos, y hará surgir de las cenizas a la sociedad que hoy parece desunida y corrompida, pero que sólo está necesitada de respeto y reconocimiento.

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2. Aprender a dialogar en vez de reaccionar

Dialogar es tender puentes. Es un arte complicado de aprender, aún más si estamos acostumbrados a reaccionar emocionalmente en vez de actuar con serenidad. En toda relación humana existirán diferencias, desencuentros y a veces conflictos que nada más pueden ser resueltos cuando se establecen acuerdos. La comunicación efectiva tiene un valor fundamental, porque los riesgos de no saber comunicar nuestras necesidades o sentimientos con frecuencia generan un desgaste progresivo entre los diferentes miembros de la familia.

3. Invitar a Dios a nuestro hogar: orar

Es difícil seguir adelante cuando las ganas se esfuman. Cuando los desencuentros, imprudencias y heridas en las relaciones parecen insalvables, el mensaje del amor incondicional y el perdón que nos da el Creador son renuevo siempre fresco que aliviana la carga y da ánimos para continuar. Además, el momento por excelencia del encuentro, el perdón y el empezar otra vez es la oración.

Todos los días es necesario poner a Dios al centro de nuestra relación familiar en las oraciones del día o de la noche, o a la hora de bendecir la mesa. Cuando invitamos a Dios a nuestro hogar todo es diferente.

4. Convivencia para conocerse y disfrutarse

Hay familias que viven en la misma casa, pero no viven juntas. ¿Existe un momento del día que dediques a la convivencia familiar? ¿No? Puede ser cualquiera: en el desayuno, la cena, durante el traslado al colegio… Lo importante es buscar el momento para compartir de manera relajada, para oxigenar la convivencia en el hogar, conocerse en verdad y disfrutarse.

5. Mano a mano en el hogar

Cuando una familia trabaja en lo cotidiano de forma conjunta es más fácil que se puedan alcanzar objetivos en común, y eso genera amor por lo propio y responsabilidad, pues lo que cada miembro se esfuerza en construir y cuidar se va convirtiendo en algo propio y valorado.

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6. La familia tiene el mismo corazón

El aumento de divorcios, las tentaciones que tienen los jóvenes para hacer de la familia una figura sustituible y el poco aprecio que existe por la unión familiar generan una grave crisis que pone en riesgo a cada miembro de la familia. La unidad familiar se logra cuando la familia tiene el mismo corazón: trabajen juntos en crear una misión y una visión de la familia por la que todos se esfuercen, y que motive a todos a retomar el rumbo ante algún desvío.

7. Amor incondicional

Aquí nos referimos en concreto a aceptar al otro tal como es, respetando su dignidad y ayudándolo a ser mejor. Aprender a querer a los nuestros mirando con claridad lo que están llamados a ser, y empujándolos amorosamente a conseguirlo: personas íntegras, con fortaleza, con espíritu de lucha e ideales trascendentes.

Tener ojos sabios siempre

Un hombre soñó toda la vida con subir a la cima blanca del monte que se encontraba en su pueblo. Desde chico miraba de lejos la pureza de su cima y se prometía lograr dominarla algún día. Pasado el tiempo consiguió el entrenamiento y el equipo necesarios, y decidió cumplir su sueño. Acabó sorprendido cuando luego de días de esfuerzo y autodominio, descubrió que la montaña real no era como se veía en perspectiva. A pesar de haber conquistado su sueño, este hombre se sentía terriblemente desanimado, hasta que dejó de mirar frustradamente sus botas desgastadas y miró el horizonte. La vista de su pueblo y la belleza del paisaje le devolvieron la alegría.

Con la familia ocurre algo parecido. No siempre se vive dentro del hogar lo que se había soñado, pero si dejamos de mirar el piso y elevamos la cara podremos ver muchas bellezas escondidas, esperando para hacer nuestra vida plena.

Mi deseo para ti y tu familia es que viviendo estos siete hábitos logres ver la enorme belleza que te grita que la valores, para que este tesoro tan hermoso que se te ha sido confiado lo proyectes a contraluz y lance como un prisma un hermoso arcoíris, que renueve la confianza y ánimo de los tuyos y de esta sociedad que tanta belleza necesita.

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Marilú Ochoa Méndez

Enamorada de la familia como espacio de crecimiento humano, maestra apasionada, orgullosa esposa, y madre de siete niños que alegran sus días. Ama leer, la buena música, y escribir, para compartir sus luchas y aprendizajes y crecer contigo.