Tu hijo no es mejor porque no se lo permites

¿Has volteado a mirarte a ti misma cuando te quejas amargamente de que tu hijo no te escucha? ¡La respuesta muchas veces está frente al espejo!

Marilú Ochoa Méndez

Sara se encontraba sentada en la silla del comedor lleno de trastes sucios. Estaba realmente agotada. Sus hijos se habían levantado de nuevo sin recoger y estaban en la planta alta discutiendo por el canal de la televisión que querían mirar. Los escuchó pelear, llorar y llamarle; pero no tuvo la energía suficiente para levantarse y acudir al llamado. En lugar de eso, suspiró triste ante el evidente problema.

Su mejor amiga la escuchaba atenta, y con todo su amor, tuvo que decirle estas duras palabras: “Tus hijos pueden ser mucho mejores, si tú se los permites”.

1. ¿Eres una madre para estos tiempos duros?

El Dr. Jesús Amaya, autor del libro Padres duros para tiempos duros, anima siempre a los padres a mirar a los hijos con amor desde su realidad: seres en formación que necesitan del amor exigente de sus padres, no de sus consideraciones, compasión ni consentimiento absurdo.

2. ¡Pero es mi bebé!

La fragilidad del bebé recién nacido que acunábamos hace años, se queda grabada en el corazón de cada madre, y a pesar de que aquel pequeño haya crecido tres centímetros más que nosotras, seguimos viéndolo como alguien a quien debemos proteger. Aquí urge hacer una reflexión profunda: ¿deseas que tu hijo esté atado a tus cuidados de manera dependiente o estás lista para formarlo amorosamente y para que supere los obstáculos de manera firme y decidida?

3. ¿Ser padre “duro” implica tratar mal a mi hijo?

Ser un padre “duro” implica reconocer que en tu casa no reina la democracia, sino que has decidido convertirte en la autoridad. Esto implica que asumes con responsabilidad tu labor para guiar sabiamente a tu hijo. Esta guía exige de ti la disciplina necesaria para fomentar buenos hábitos y mejores costumbres. Para lograr esto, es preciso marcar límites y, muchas veces, decir no.

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Ese “no”, es preciso marcarlo como un regalo de amor a nuestros hijos. Es importante que tengamos presente en la conciencia y en el corazón que si queremos que nuestros hijos sean hombres y mujeres grandes, originales, y muy fuertes por dentro, debemos motivarlos a que lo sean desde hoy.

4. ¿Le darías a tu hijo raíces fuertes?

Los árboles que saben resistir a los embates del clima y de los mismos humanos son aquellos que están bien trenzados debajo de la tierra, cuyas raíces son incluso más grandes que la altura que tiene el árbol por fuera.

Tú sabes que tu hijo afuera sufrirá probablemente de críticas por su aspecto, por su falta de habilidad en deportes o en arte, o en matemáticas. Sabes que alguna vez su mejor amigo lo tratará mal, y que más de una vez no encontrará el consuelo necesario en tu regazo aunque se quieran ambos con el alma. Para estos momentos duros, necesitas creer profundamente en la habilidad de tu hijo para vencer los obstáculos, y eso se llama resiliencia.

Profundiza en el tema leyendo: La resiliencia como escudo para la vida.

Ahora, ¿cómo hacerlo día a día, paso a paso?

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1. Cree en ti y en tus hijos

Cuando paso momentos de crisis en mi vida, me consuela saber que estoy ahí por una razón que en muchos casos excede mi entendimiento. Me sé profundamente amada y cuidada por mi padre Dios y encuentro en Su amor el empuje para acometer lo que me toca. Hoy, te invito a que confíes en ti, estás aquí en este mundo, en este país y en esta familia porque puedes, porque eres grande, porque amas con toda el alma a esos seres con quienes compartes el corazón. Y lo más importante: al empezar a caminar, tu hijo se tambaleaba ¿te acuerdas? Y no quería soltarse de tu mano al andar. Ahora se levanta y se prepara el desayuno sin mayor problema. Cree, él puede, es maravilloso, y Dios también lo protege a él y lo ama inmensamente.

Relee: 3 maneras infalibles para destrozar la seguridad y confianza de tus hijos.

2. Actúa desde el amor

Aplicar la disciplina, exigir cariñosamente a nuestros hijos, es una tarea de amor. No es desahogo, no es “para que sufran”, no es ni siquiera “porque debe ser”. Debe ser el esfuerzo cotidiano de quien suda colocando la valla que protegerá su más grande tesoro de los embates del ambiente, de los vientos de la comodidad, de la adicción a la tecnología, de la evasión que dan los videojuegos y la televisión.

Te invito a leer: ¿Eres un papá bueno o un buen padre?

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Marilú Ochoa Méndez

Enamorada de la familia como espacio de crecimiento humano, maestra apasionada, orgullosa esposa, y madre de siete niños que alegran sus días. Ama leer, la buena música, y escribir, para compartir sus luchas y aprendizajes y crecer contigo.