Tus años dorados pueden ser muy productivos. ¿Quieres saber cómo?

¿Por qué se asocia vejez con quietud? ¿Por qué se les confina a la porfiada siesta y a las plazas llenas de palomas? Vivir más no es igual a vivir mejor.

Marta Martínez Aguirre

Una suave brisa recorre los salones, la primavera enamorada trepa en la glorieta del patio, regalando unas bellísimas rosas rojas. En una hora y media mamá y sus compañeras de curso se reúnen para armar la exposición. En el salón reina una incertidumbre dulce e inquieta. Los nervios calientan la tarde. ¿Acaso quienes miren esos cuadros podrán entender que a los sesenta y pico la vida comienza con más fuerza que nunca? De las manos de mi madre y de las de sus compañeras han salido palomas en vuelo, bodegones, calles empedradas, niños remontando cometas, otoños iluminados. El color estalla en las telas, con fuerza los ocres danzan y a ratos las mezclas más insólitas crean un efecto de suave intensidad lumínica. Un pavo real se pavonea a lo lejos, en un fondo verde que amo: es la pintura que mamá decidió regalarme para que acompañe mi sillón de psicóloga, el día que me reciba.

En plena actividad

“Tanta pasión colgada de la pared”, pienso parafraseando a Ricardo Montaner y me siento orgullosa de que mi madre y sus compañeras longevas sean capaces de darle sentido a esa edad que el gobierno se empeña en llamarles “pasivas”. A los sesenta mi madre decidió empezar a dedicarse a ella y descubrir talentos y dones escondidos o interrumpidos por la maternidad y la vida. Y murió a los 73 de un infarto intestinal, diciéndome “voy a ir a casa y arreglar el jardín”. Luego del entierro encontré unas pinturas en tela a medio terminar, la máquina de coser llena de manualidades interrumpidas, y el proyecto de abrir un curso de pintura para niños y adultos psicóticos a medio pensar. Estoy segura de que me quiso decir de algún modo que la vejez para ella sólo era una palabra.

¿Es mala la vejez?

Hay un enfoque de resignación anclado en la sociedad, viendo a los abuelos como personas que ya no tienen nada que dar. ¿Por qué se asocia a la vejez con la inactividad? ¿Por qué se les confina a la porfiada siesta y a las plazas llenas de palomas?

Nuestra cultura occidental y cristiana es ignorante en cuanto a las posibilidades de la vejez. “Todos tenemos puericultura, es decir conocimiento del mundo del bebé. De modo que podríamos cuidar a un bebé sin mayores problemas, ya que conocemos sus necesidades y expectativas […] Sin embargo, ¿quién puede, sabe o quiere cuidar a un anciano? […] A la ignorancia le sigue la indiferencia o le antecede, es lo mismo” sostiene el Dr. en Psicología García Pintos.

Me pregunto cuándo aprenderemos a estimular más la búsqueda de la felicidad, que a ocuparnos de los achaques y dolores de la vejez cuando nos acercamos a un anciano. Vivir más no es igual a vivir mejor, es por eso que comparto algunas actividades que vi a mis padres llevar a cabo:

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Actividades culturales y educativas

Busca centros culturales y educativos en tu zona donde puedas participar de programas educativos formales (universidades para la tercera edad, talleres de oficios y artes o programas de capacitación para adultos mayores), y de esa manera ayudarás a tu salud, manteniendo tu mente y espíritu activos. Dicen que leer, escribir cartas, jugar ajedrez o damas, ir al teatro y visitar bibliotecas son cinco actividades fundamentales para conservar la buena actividad cerebral en la adultez.

Transferencia intergeneracional y nuevas responsabilidades familiares

A partir de ahora comunícales a tus hijos que no sólo eres capaz de “cuidar bien del nieto”, sino que eres la persona indicada para transmitirle valores, creencias y experiencias de vida que le otorgarán herramientas para vivir. Muestra tu “capital” de sabiduría y vivencias contando tus recuerdos y saberes. Por ejemplo, seguramente tú eres experta en hacer tortas con un solo huevo, quitar esas manchas añejas que ningún detergente moderno ha podido quitar, y no creo que hasta el día de hoy ningún médico sepa cómo bajar esa fiebre persistente, con esa tizana (remedio) que tú siempre preparas.

No dejes que insistan con esa imagen de jubilada pasiva, o de la mujer que se convierte en carga, demuéstrales que todavía la vida te hace vibrar y sentir.

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Marta Martínez Aguirre

Marta Martínez es de Uruguay. Posee una licenciatura en Psicología, y un posgrado en Logoterapia. Ama todo lo que hace y adora servir. Es especialista en atención psicológica domiciliaria. Contacto: