Un fósforo quemó un bosque

¿Qué lleva a las personas a transmitir un rumor? El chisme es un mal endémico, que puede incendiar un bosque. ¿Cómo se puede detener? Estas son algunas interrogantes que intentaré responderte en este artículo.

Marta Martínez Aguirre

La tarde era sofocante. Moisés estaba cansado, y la gente acudía a él para pedirle consejo. Se arregló la túnica, limpió sus sandalias y salió hacia su casa. Allí estaban dos vecinas suyas, conversando. En cuanto llegó se enteró de la situación. En medio de la columna de nube, la voz de Dios se escuchó. El cuerpo de María se llenó de lepra, Aarón estaba angustiado y daba vueltas de un lado a otro. “Mira, nosotros estábamos hablando bajo, es que nos cuesta entender por qué habiendo tantas muchachas lindas en el pueblo te fuiste a enamorar de esa etíope. Te fijaste, no es como nosotras, cualquiera de la cuadra era mejor que esa muchacha, anda a saber las costumbres…” “Por favor, pídele a Dios que limpie a María. Moisés secó sus lágrimas y abrió su corazón al Dios que todo lo ve y lo escucha” (Números 12: 1-11).

Chismes, chismes, en el canal de moda, en la calle, en los pasillos del hospital, en el mercado, en la sala de tu casa. Es asombroso que la gente adore los chismes, en la televisión aumentan el rating, la sociedad se deleita al sacar los trapitos al sol del galán de turno y se convierte en la depositaria de la basura ajena; parece disfrutar lo peor. A los periodistas que se dedican a estos programas les llaman de la farándula. Los productores acarician sus billeteras y los anunciantes proclaman sus productos para amas de casa. En estos programas no se dice nada que edifique, porque la gente quiere oír lo que le está pasando a las otras personas. De quienes se comenta que poseen vidas extraordinarias y, sin embargo, que no son felices.

La psicología del chisme se basa en algo sencillo: quien lo esparce lleva una vida mediocre. De este modo, el chisme es un mecanismo de defensa ante sus miserias anónimas y, al mismo tiempo, se defiende de sus propias fallas. Quien divulga un chisme posee una personalidad pobre, una estima anodina y en el momento que comenta algún rumor asume una posición de poder, porque sabe algo que otros desconocen. El chisme les permite entrar por un rato –el que dure la conversación– en la cartelera de la fama.

La “vieja chismosa” por lo general era la vecina, una persona mayor, viuda y con mucho ocio encima. Pero ahora el chisme es cosa de la industria mediática. Se pagan grandes sumas de dinero a los periodistas que se dedican a fisgonear, no ya detrás de la celosía, sino atrás de la cámara, la vida ajena de algún artista o personalidad pública. La vecina a lo sumo sabía quién debía plata en el almacén, quién tenía novio y llegaba de madrugada, quién tenía amante y quién había roto el vidrio de la panadería. Pero la gente que enciende el televisor no quiere saber ese tipo de cosas, a nadie le interesan. Ahora la gente exige pinceladas obscenas, deleites corporales, pormenores procaces, escenas morbosas y oscuridades silenciadas, todo aquello que genere polémica, escándalo y sea más interesante que zurcirle las medias al marido.

Amo la etimología de las palabras, y mira qué interesante: la palabra “chisme” está relacionada con la palabra cisma, cuya raíz proviene del griego schisma, que significa “corte”, “rotura”, “división”, y schizo: “yo divido”. Aunque se trate de un espectáculo del que muchos lucran, tú no te involucres. No formes parte de “Radio pasillo”. Aquí algunos motivos por los cuales no debes implicarte:

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  • Demuestras tener baja autoestima.__ Si te valoras como persona no puedes envolverte en desparramar rumores; aun cuando sean cosas ciertas, pregúntate si no haces daño.
  • Generas conflictos. Los chismes producen que la gente discuta, generan divisiones e incentivan peleas. Recuerda que, con tus palabras, puedes bendecir o producir daño.
  • Pierdes credibilidad. Si eres una persona chismosa nadie va a confiar en ti, lo mismo si andas con alguien que lo es; una vez que la gente deja de creer en ti se generará un rechazo, quizá hasta te llenes de enemigos; es difícil, además, reconstruir la confianza.
  • Pierdes la paz. Una de las consecuencias de participar en los rumores es la pérdida de la paz, el entorno se vuelve conflictivo, se destruye tu vida espiritual y tu corazón se amarga. Enriquece tu vida, no la empobrezcas.

Consejos sobre cómo actuar

La prueba de Sócrates. En cierta ocasión un hombre se acercó a Sócrates con un rumor de un alumno suyo. Sócrates le hizo pasar por una prueba de tres verdades:

Primera verdad: ¿Es algo verdadero lo que me vas a contar?

Segunda verdad: ¿Es algo bueno?

Tercera verdad: ¿Es algo útil?

A estas verdades el hombre tuvo que admitir que sus respuestas eran negativas. Entonces, Sócrates le replicó, “Si lo que me vas a decir no es ni la verdad, ni bueno, ni tampoco de ninguna utilidad, ¿por qué quieres decírmelo?”. Derrotado y avergonzado, el hombre se fue.

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Desvía la conversación y di algo positivo. Si sabes que poner el pie en el acelerador y no quitarlo puede hacerte daño, piensa que detener una conversación envuelta en chismes no solo demuestra tu valentía, sino tu carácter firme y espiritual.

George Bernard Shaw dijo: “Un chisme es como una avispa, si no puedes matarla al primer golpe, mejor no te metas con ella”. Los chismes siempre han estado sobre la faz de la tierra, es un mal endémico; ya el apóstol Santiago decía que la lengua es una llama pequeña que puede incendiar un bosque. Que no salga de ti el primer fósforo.

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Marta Martínez Aguirre

Marta Martínez es de Uruguay. Posee una licenciatura en Psicología, y un posgrado en Logoterapia. Ama todo lo que hace y adora servir. Es especialista en atención psicológica domiciliaria. Contacto: