Una poderosa adicción, en la punta de tu lengua

Si piensas que una mentira no afecta tu vida, piénsalo de nuevo y entérate por qué importa, y mucho.

Denhi Chaney

Es triste, pero todos conocemos alguien que tiene la “costumbre” de mentir, personas a quienes no se le cree nada de lo que dicen. Incluso, en casos extremos, hay quien dice que existen “mentirosos patológicos”. Pienso que, más allá de que mentir pueda ser una patología, las mentiras llegan a ser adictivas: mientras más se miente, más difícil se vuelve no mentir.

No quiero decir que una sola mentira nos llevará a toda una vida de mentiras, pero nosotros sabemos cuándo tenemos la predisposición a decir mentiras, en todo momento. Son las falsedades “más importantes”, o aquellas que tienen gran potencial de hacer más daño, las que debemos mantener a raya, a toda costa. Aquí te presento algunos ejemplos de cómo una pequeña mentira puede invadir tu vida entera, si no tomas medidas a tiempo:

1. Las pequeñas mentiras no importan

Pocas veces uno empieza con una gran mentira: casi siempre empezamos con una pequeña mentira aquí, otra allá. Puede que la primera mentira nos importe, pero pronto empezamos a justificarnos y pensamos que esas pequeñas mentiras no tienen importancia, por lo cual seguimos diciéndolas.

2. Mentir para no hacer daño

Muchas veces, llegamos a convencernos que la verdad dolerá más que la mentira, así que mentimos pensando que es lo mejor para otras personas. “Es para no herir sus sentimientos”, nos decimos. ¿Cuántas veces esto nos ha funcionado? Exacto: no funciona nunca. La verdad siempre sale a la luz y resulta que una mentira duele mucho más que una verdad dicha desde un principio.

3. De una mentira, nace otra

Una mentira tiene la capacidad de ser adictiva, porque una vez que hemos dicho una, tenemos que decir otra para cubrir la primera. Y luego, otra mentira más es necesaria para cubrir la segunda, y así nos vamos, hasta que tenemos frente a nosotros una telaraña de mentiras, todas conectadas una con otra, construyendo una historia que no es cierta.

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4. Mentir te convierte en otra persona

Este punto está relacionado con el anterior, pues cuando estamos en medio de esa telaraña de mentiras, empezamos a convertirnos en otra persona: la necesidad de vivir nuestras mentiras para mantenerlas vivas, termina transformando lo que somos.

No hay tal cosa como una mentira inocente: una mentira es una mentira, y tiene un potencial impresionante para complicar tu vida. Mentir puede convertirte en la viva imagen de aquello que en otros intentas evadir. Toma la decisión de ser honesto en todo lo que dices, aunque duela. Una mentira nunca valdrá la pena que implica tener que enfrentarte a la realidad de que no puedes dejar de mentir.

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Denhi Chaney

Denhi Chaney es egresada de la Universidad de Brigham Young con maestría en Terapia de Matrimonio y Familiar. Denhi también es esposa y madre de un niño. Puedes contactarla en .