Videojuegos: Esa línea casi invisible que separa la diversión de la adicción

En la actualidad los videojuegos son las formas de entretenimiento más socorridas. Evita que este juguete virtual se convierta en una adicción.

Fabián Cámara García

Desde que los videojuegos vieron la luz en la década de los setenta con consolas como el Atari y algunos juegos para computadoras se convirtieron en una forma de diversión (Nintendo, Sega, PlayStation). ¿A poco no recuerdas tu primer acercamiento con el Pong (ese juego donde dos barras interactuaban con una bolita), o el famoso Pac-man? ¿No te obsesionaste con hacer el mayor puntaje o rescatar a la princesa de Super Mario Bros.? ¿Tus papás no te decían que esos juegos de video solo te provocaban adicción, te dañaban la cabeza o descomponían el televisor? Pero es casi invisible la línea en que un videojuego va de la diversión a la adicción.

Todo esto surge por la manera en que hemos satanizado a este juguete tecnológico, del cual hemos olvidado su principal razón de ser: el entretenimiento; nos deja jugar en un mundo de fantasía, sabemos que no existe y sirve para pasar un rato agradable. Eso es lo que tenemos que tener claro primero para poder comprender este mundo que no es tan malo como lo han hecho creer; simplemente hay que respetar límites y reglas, que tenemos que enseñar a los niños desde temprana edad.

Aunque… los primeros en adquirir este juguete son los padres, como una manera de entretener a los pequeños pero, al mismo tiempo, son los primeros en estigmatizarlos. No se trata de culpar a nadie, sino de entender y adentrarnos en la tecnología, saber qué tenemos enfrente y obtener su mayor provecho posible. Es verdad que los juegos de video suelen ser adictivos, pero esto no quiere decir que todos tengan ese problema y menos los niños, claro, si se les guía de la manera adecuada en su utilización.

En nuestro papel de padres, hermanos mayores, tíos, primos y responsables en su momento de algún pequeño, tenemos que saber qué es lo que les interesa, sus gustos e inquietudes. El adquirir un videojuego no es para que los pequeños nos dejen trabajar u hacer otras cosas de no poder atenderlos, es una manera de que comiencen a entender y a razonar, el papel de adulto es llevarlos de la mano, enseñarles la mejor manera de disfrutarlo.

Los niños son inteligentes y a veces más astutos que los mayores con los videojuegos. Mis primas pequeñas me han enseñado mucho sobre esto cada vez que juego con ellas: es increíble la manera en que las instrucciones las comprenden de inmediato e incluso hacen mayor puntaje que yo. En los juegos con movimiento en definitiva ponen más entusiasmo, gritan, brincan y ríen a todo pulmón, se divierten y ganan.

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Esto no es casualidad; según investigadores italianos, que refutaron mediante un estudio a la Universidad de Padua, que afirmaba que los videojuegos eran malos para el desarrollo del cerebro de los niños, demostraron lo contrario: formaron dos grupos de niños de entre 7 y 13 años, unos jugaron un juego de acción, los otros uno menos complejo. Al terminar se evaluó su habilidad de lectura: los del juego de acción leían más rápido y con más precisión; los investigadores llegaron a la conclusión de que estos juegos incrementan la capacidad de atención de los niños.

Lo anterior es un ejemplo de que no todo es tan malo, solo hay que saber sobrellevarlos e involucrarnos más en el tema, ojo, no volvernos unos expertos, pero sí estar al pendiente de lo que ocurre alrededor de esto:

  1. Saber qué consola o equipo adquirir. De entrada, hay que revisar qué consolas o equipos hay en el mercado, revisar catálogos de juegos, cómo se utiliza, precio, si es con movimiento o mediante un control convencional, si se enfoca a niños o a adolescentes y adultos, etcétera.
  2. Juegos del mercado. Es importante saber qué tipo de juegos existen para el equipo adquirido, ya que algunas consolas se abocan a juegos orientados a adolescentes y adultos. Hay que poner atención en su clasificación de los juegos: la Entertaiment Software Rating Board (ESRB, la Junta de Clasificación de Software de Entretenimiento) es la encargada de orientar sobre su contenido. Ir con los niños a las tiendas para adquirirlos, mediar sobre cuáles juegos le llaman la atención y revisar el que sean adecuados. Si los juegos se deben descargar de internet, también hacerlo con ellos. Configurar los equipos para que no puedan acceder a la web a descargar o a jugar algo inadecuado, esto es muy importante, para que, entre otras cosas, no haya cargos a cuentas ni se descarguen virus que dañen los aparatos.
  3. Controlar los juegos. Hay que resguardar los juegos, no precisamente bajo llave o esconderlos –fomentar la confianza en los pequeños para que sea recíproca y que aprendan a respetar reglas–, sino mantenerlos en un lugar visible, donde podamos tomarlos, dárselos y, al mismo tiempo, darnos cuenta si los toman sin avisarnos. También prenderles o estar atentos a cuando enciendan el aparato.
  4. Imponer tiempo de juego. El tiempo de juego es la línea entre la adicción y la diversión. Es importante recalcar las reglas en este sentido: días en que puede jugar, los quehaceres que tiene que realizar antes y el tiempo de juego. Una sugerencia: entre semana uno a dos días, y que no rebase los 60 minutos; los fines de semana pueden ser hasta dos horas.
  5. Jugar en familia. Darse un espacio para poder convivir con los pequeños, involucrarse en los juegos con ellos, realizar competencias entre todos, con una recompensa de vez en cuando para el ganador.

Podemos pasar un gran rato en familia con los videojuegos sin dejar de lado reglas y obligaciones, saber mediar para que no se vuelva una adicción, establecer los límites pertinentes y pasar un rato entretenido, divertido.

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