Y tú, ¿estás a favor o en contra del colecho?

Para cuidar al bebé, darle de comer o por el mero gusto de dormir cerca de él, son algunas de las razones más comunes para que madres y bebés duerman juntos. Pero, ¿esto es bueno para el bebé y la familia?

Emma E. Sánchez

Tengo un grupo de amigas con quienes suelo reunirme de vez en cuando y con quienes tengo largas e interesantes pláticas. ¡Pero nuestra última reunión fue una verdadera discusión! No nos había sucedido tener tantas ideas tan diferentes y encontradas sobre un tema en particular: el colecho. ¿Te platico nuestra discusión?

Un colecho prolongado

Todo inició cuando una de nuestras amigas comentó que cierta amiga suya duerme con su bebé de 8 meses, porque considera que el colecho es lo mejor para su bebé, pero está teniendo problemas con su esposo por esta situación. ¡Los comentarios no se hicieron esperar! Mary mencionó que no tiene nada de malo dormir con tu bebé, que a ella le gusta mucho la sensación de tenerlo cerca, olerlo y saber que puede cuidar de él en todo momento. Cuando su esposo le mencionó que no estaba muy de acuerdo en tener al bebé en medio de ellos, ella simplemente lo pasó a su lado e inclusive mandó hacer una cunita que se pega a su lado de la cama y asunto resuelto. Ella piensa que un esposo es egoísta cuando no “sacrifica” sus deseos personales y prefiere que el bebé salga de la recámara. Ella durmió junto a su niño hasta que cumplió tres años de edad y nació el segundo hijito.

Tres es multitud

Paty se disgustó con Mary, no pudo contenerse y le dijo que dormir con tu niño en la cama y hasta en la misma recámara que los padres, puede ser perjudicial para ambas partes: los niños son expuestos a sonidos o situaciones privadas de los padres, lo cual no es prudente ni adecuado. Por el lado de la pareja, consideró que efectivamente llega a haber un distanciamiento, celos o hasta otras problemáticas, pues la madre solo tiene “ojos” para el bebé y ya no para el esposo.

Rocío nos habló de la independencia que los niños deben desarrollar aún desde muy pequeñitos, de los miedos que pueden desarrollar si nunca se les permite estar a solas en su espacio o si se les cuida en exceso. Habló también del problema de volverse una madre sobreprotectora y las consecuencias nocivas que esto tiene para los hijos. También mencionó que los padres deben colaborar con la crianza y no hacerlos sentir fuera de los cuidados nocturnos que deben darse al pequeñito.

Lupita dijo, aterrada, que ni por error el bebé debe dormir con los padres. Que para eso hoy en día hay monitores, alarmas o hasta comunicadores que te permiten ver a tu hijo o escucharlo sin tenerlo contigo y así cuidar de él, sin perder tu relación de pareja y la intimidad entre esposos. Inclusive contó de un matrimonio donde el esposo se divorció de la mujer, argumentando “que ella había dejado de interesarse en él para dedicarse solo a los niños”. Aquí todas coincidimos que ese era solo un buen pretexto.

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Mi actitud frene al colecho

¿Qué pienso yo? Que fui muy afortunada: mi esposo y yo hicimos lo mismo con cada una de nuestras hijas: durmieron en nuestra recámara (nunca en nuestra cama y mucho menos en medio de nosotros) durante el primer mes de vida, y luego se fueron a su recámara. Cada noche mi esposo cuidó de ellas, las alimentó y se encargó de cambiarles el pañal, pues a mí me tocaba hacerlo durante el día. Ya niñas, si se quedaban dormidas en nuestra cama, él las llevaba en brazos a su camita tantas veces fuera necesario (porque debo decir que se regresaban en varias ocasiones, ya sea por tener “sueños feos” o querer dormir con sus papás). Cuando estuvieron enfermas o hubo que cuidarlas por la noche, mi esposo o yo nos quedábamos al pie de su cama, dormidos, pero no les permitíamos quedarse a dormir en nuestra cama.

Es curioso, pero cada vez que han tenido que viajar nuestras hijas, ahora ya adultas, y vivir lejos de nosotros, siempre la noche anterior duermen con nosotros. Nadie duerme bien pero la sensación de estar muy juntos hasta el último momento es muy especial. Una amiga le dijo a mi hija mayor que qué pensaba hacer la noche anterior a su boda y ella rápidamente dijo: Voy a dormirme con mis papás y mis hermanas.

Nunca, como pareja discutimos por dormir con las niñas, no hubo necesidad. Lo hablamos y seguimos lo que consideramos era mejor para todos. Nunca nos distanciamos como pareja y las niñas crecieron como cualquier otro niño sano y normal. Y tú ¿cuál es tu experiencia?

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Emma E. Sánchez

Pedagoga y Terapista familiar y de pareja. Casada y madre de tres hijas adultas. Enamorada de la Educación y la Literatura. Escribir sobre los temas familiares para ayudar a otros es mi mejor experiencia de vida.