Y tú, ¿ya usas tu “cubrebocas” espiritual? ¡Lo necesitas!

"No hay nada fuera del hombre que al entrar en él pueda contaminarlo; sino que lo que sale de adentro del hombre es lo daña" (Marcos 7, 15)

Marilú Ochoa Méndez

El cubrebocas se ha convertido hoy en un aditamento indispensable. La oferta es amplísima, pues ya pueden seleccionarse diseños innovadores y originales.  Todos lo usamos sin rechistar, pues conocemos sus beneficios al protegernos en este periodo de pandemia.

Hay otros enemigos igual de invisibles ante los que estamos desarmados.  Como no hay organismos mundiales que nos prevengan, a veces olvidamos que también es importante protegernos espiritualmente.

A fin de cuentas, todos los cristianos sabemos que nuestros días en esta Tierra están contados, pues nuestro cielo y patria definitivos, no están abajo, sino arriba.

Todo esto que nos abruma y chupa nuestro tiempo y ánimos, es temporal y se esfumará como vapor cuando nos llegue la hora de rendirle cuentas a Dios.

En este escrito queremos compartir contigo los “cubrebocas” espirituales que es preciso colocarnos cada día, de manera que estemos listos para acompañar a nuestro bello y amoroso Dios cuando nos llame a dar cuentas sobre nuestra vida terrena.

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1 Oración o el mejor tanque de oxígeno

Para quienes han experimentado el quedarse sin aire, es clarísima la referencia. Tu cuerpo, que requiere el oxígeno para su sano funcionamiento, se altera cuando no posee de manera suficiente este gas. 

Entonces, se coloca un tanque de oxígeno, que, en automático, da al cuerpo un estímulo que le permite seguir operando, mientras los pulmones sanan. 

La oración es para ti y para mí, este estímulo tan importante. ¿Sientes que no encuentras tu lugar?, ¿te encuentras viviendo una crisis?, ¿te desaniman los errores que has cometido en el pasado? Ora.

Orar es hablar con Jesús en un diálogo abierto y tierno.  Él nos escucha, nos ama profundamente, nos atiende y disfruta nuestra compañía. 

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2 Caridad, practicar la verdadera sana distancia

El cierre de espacios y la consigna de quedarnos en nuestros hogares de meses pasados alteraron por completo nuestra vida.  Muchos gozamos al vivir sin prisas, otros se agobiaron por la falta que les hacían sus seres queridos, han sido días difíciles.

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Ahora, la “sana distancia”, se ha convertido en la vía para poder reabrir las oficinas, tiendas y espacios de convivencia. Nuestro reto como seguidores de Jesús, que pasó toda su vida haciendo el bien, es procurar imitarle.

Con la pandemia se han puesto de manifiesto las terribles e ignoradas necesidades de muchos hermanos que viven en soledad problemáticas serias. ¿Qué podemos hacer tú y yo para aliviarlas?

Se nos llama a dar, según nuestras posibilidades, sonrisas, ropa, alimento, cariño, caricias, diálogo o apoyo económico.

3 Saludar solamente “de puño”, o procurar nuestra formación humana

El saludo afectuoso que nos caracteriza a los latinoamericanos (que abrazamos, besamos y apachurramos a nuestros seres queridos siempre que podemos), se ha limitado por el ya común “saludo de puño”.

Es un contacto, a fin de cuentas, mantiene una cercanía saludable, y nos brinda al menos algo de conexión (aunque no nos satisfaga el anhelo cariñoso que llevamos en la sangre).

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Crecer en valores y virtudes, de forma consistente y constante, sana nuestras relaciones y mejora nuestra convivencia: aprender a controlar el mal genio, ser más organizados, ser más puntuales, aumentar la paciencia, escuchar sin interrumpir, son la tierra fértil necesaria para promover una caridad genuina: ser amables (fáciles de amar), y apapachar (acariciar con el alma) a nuestros semejantes.

4 La formación espiritual o la mejor vitamina del mundo

En mi cuidad, al iniciar la pandemia, recuerdo que no solo se terminó el papel higiénico, sino medicamentos que, nos parecían, limitaban los riesgos para nuestra salud: vitamina D, vitamina C, entre otros productos, escasearon.

Nuestra fortaleza espiritual, la capacidad de mirar con los ojos de la fe lo que nos sucede, se gesta y alimenta con nuestra formación espiritual: leer libros sobre Dios, su naturaleza, vidas ejemplares, maneras distintas de hacer oración.

El esfuerzo por conocer más y mejor nuestra fe y a Dios mismo, permitirá que se sostenga firmemente nuestro ánimo en momentos de prueba o cansancio.

5 Cuidar nuestra lengua o llevar siempre cubrebocas

La lengua, un órgano suave capaz de destruir hogares, familias y ánimos. ¡Cuánto bien podríamos hacer si aprendiéramos a controlarla y usarla para sanar, construir y edificar!

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6 Practicar el perdón, o aplicarnos la mejor vacuna

En cuanto surgieron las vacunas en diferentes laboratorios del mundo, los países las adquirieron.  Eran un paso obligado para volver a la “normalidad“ lo antes posible.

¿Cómo proteger nuestra alma de la mejor forma? Viviendo la oración del Padrenuestro: “perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden”.

Tal vez hemos repetido varias veces la conocida escena de la Biblia, en la que los hebreos desean apedrear a una pobre mujer descubierta en flagrante adulterio. 

Muchas veces hemos “señalado” agriamente los errores de los demás, nos hemos quejado y hemos devuelto mal por mal.

Jesús, que no tuvo ni una palabra amarga para sus torturadores, nos dice hoy también: “¿Estás libre tú de pecado?”.  Él sí que es puro por completo, pero tampoco quiso arrojarle piedras a la mujer. ¡Qué responsabilidad!, ¡cuánto nos falta por aprender!

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Saber ver y vivir las bendiciones

Esta pandemia nos ha movido el piso, pero es una caricia de Dios, que “hace nuevas todas las cosas” y desea remover el sarro y herrumbre de nuestros corazones.  Pongámonos estos aditamentos para proteger nuestra alma.

Esa tristeza en el fondo de tu corazón, la secreta insatisfacción, el dolor profundo que cargas, esperan tu decisión y propósito para usar el oxígeno de la oración, la sana distancia de la caridad, la vitamina de nuestra formación espiritual, el cubrebocas de la prudencia y la vacuna del perdón. ¿Estamos listos para promover este bello contagio de amor?

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Marilú Ochoa Méndez

Enamorada de la familia como espacio de crecimiento humano, maestra apasionada, orgullosa esposa, y madre de siete niños que alegran sus días. Ama leer, la buena música, y escribir, para compartir sus luchas y aprendizajes y crecer contigo.