A veces todo sale mal, pero cuando cambia tu actitud, cambia todo

Erika Patricia Otero

La vida es maravillosa; si a veces tiene sus tiempos nebulosos, pero eso no le resta belleza.

Hace pocos años me era imposible ver mi vida por unos lentes diferentes a los de la decepción y el pesimismo. Al día de hoy las cosas cambiaron mucho. ¿Qué cambió? mi vida sigue siendo relativamente igual a hace 10 años; sin embargo, el cambio vino de mi interior, de mi actitud.

Me costó mucho esfuerzo hacer ese cambio, no te voy a mentir. Nada es más complicado que cambiar todas tus creencias, pero se puede; si crees que puedes, entonces podrás.

Cuando una cosa va mal, todo parecer empeorar

Estoy segura que te ha pasado. Un día pierdes el empleo, no lo esperabas; piensas que las cosas no podrían ponerse peor, pero sí. Comienzan a acumularse facturas, enfermas, y no tienes ni para comer. Pasan los días y por más que buscas no encuentras un nuevo empleo; entonces, empiezas a bajar tus expectativas y a postularte para lo que sea que te surja, pero nada.

Vienen entonces emociones como la ira y la desesperación. No sabes qué hacer para cambiar tu situación y comienzas a contemplar las posibilidades para terminar con tus padecimientos. Estás al límite de tu fuerza moral y física; no sabes a quien recurrir, te sientes muy sola y perdida.

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Es normal que te preguntes qué hiciste mal para merecer esto. Tus pensamientos van de un lado para otro contemplando hasta las cosas más absurdas: brujería, envidia, mal de ojo; lo que sea que justifique esa horrible mala racha. Pero eso no importa, no hallas manera de salir y comienzas a sumirte en la tristeza.

Muchas cosas no dependen de ti

Lo primero que debes saber es que muchas situaciones desafortunadas de la vida no dependen de ti. Es claro que muchas sí se deben a nuestras decisiones; en cuanto a eso, la solución puede ser un poco más fácil que en el primer caso.

Cuando se trata de la primera opción, es natural sentirse impotente; sin embargo, nada se gana con enojarnos o angustiarnos por lo que no podemos cambiar. Esa actitud es la que hace más complicada la existencia.

En cambio, cuando aceptamos que una situación se escapa de tus manos, tolerarla y superarla se hace más simple. Esto no te hace mediocre o conformista, solo te ayuda a tener una perspectiva de la vida diferente.

Lo siguiente que se puede hacer es analizar las causas de tu situación actual. Con “cabeza fría” puedes ver mejor lo que pudo ocurrir. Si puedes solucionarlo, entonces actúa, pero en el caso de que no, no te queda más que dejarla atrás. Este es el momento en el que debes ampliar tus posibles opciones.

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Supón que eres víctima de la reducción de empleados en la empresa que trabajabas. No puedes recuperar tu empleo, pero sí puedes pedir cartas de recomendación a tu jefe y superiores; incluso a tus compañeros de trabajo.

Con esto en mano puedes comenzar a buscar una nueva oportunidad. Mientras esta llega, puedes ocuparte en otras cosas; quizás un emprendimiento propio que te dé alguna entrada mínima de dinero. Tal vez te des cuenta que este es tu camino definitivo para salir adelante, sin depender de nadie.

Una puerta se cierra y se abren otras

Yo te lo digo por mi propia experiencia. Perdí mi último empleo formal y bien pago en el año 2003, estaba recién egresada de la universidad. Fue un desastre porque necesitaba ese ingreso y no tenía más entradas de dinero. Estuve estancada en la tristeza y mediocridad más profunda por alrededor de casi 5 años.

Mi vida había sido muy difícil y creí que podría reponerme pronto, no fue así. No importó qué tantas hojas de vida y entrevistas presentará, no lograba hallar un buen empelo.

Al fin en 2007 tras un préstamo logre establecerme por mí misma y aligerar la carga. Me fui de mi país a probar suerte en otra parte, pero no salió bien y regresé. Al llegar me di cuenta de que mi negocio estaba mal. Logré mantenerlo en pie hasta 2015, pero finalmente desistí y lo cerré.

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Puedo decir que para ese momento mi situación no era angustiante. Si, perdí mi negocio, pero el cambio en mí ya estaba hecho y no me lo tomé con tanta preocupación.

Tenía un trabajo de respaldo que me permitió estar tranquila. Eso, más mi actitud renovada son las cosas que me han mantenido en pie al día de hoy.

Las bendiciones llegan sin buscarlas

Cuando me di cuenta que mi actitud era mi mayor obstáculo, elegí cambiar. Cuando cambié, a mi vida llegaron nuevas oportunidades.

¿Cómo cambié? Hoy día que lo analizo fue simple, pero en ese tiempo me costó mucho.

Lo primero fue que me obligué a ver mis bendiciones. Cuando estaba tan cegada por la rabia y la impotencia no era capaz de ver las cosas que sí tenía.

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Sí, no tenía un empleo ni un hogar, pero estaba mi familia que me respaldaba; gracias a ellos tenía lo necesario y más. Tenía salud y por lo tanto un mundo de oportunidades. Entonces comencé a obligarme a ser agradecida.

Cada mañana al despertar me obligaba a engañarme con una sonrisa y un agradecimiento que no sentía genuino. No te voy a engañar, era difícil. Sin embargo, luego de un tiempo, las cosas se hicieron más espontáneas; ya no sentía que mi agradecimiento era algo postizo, sino que era real, mi sonrisa era genuina. Esto hizo que viera mucho más de lo tenía.

Me sentía feliz por los días soleados y por los días lluviosos aún más. Sorprendentemente, dejé de enfermar de gripa, mi alergia colinérgica está bajo control; además, he adelgazado, duermo mejor y ya no lloro compulsivamente como antes. Sí, sigo teniendo mis males, pero me es mucho más fácil reponerme y ver las cosas bonitas de la vida. No tengo todo lo que he soñado, pero tengo una buena vida, una feliz.

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Erika Patricia Otero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.