Baja el ritmo de tu vida, no pongas tu paz mental a prueba

El amor propio comienza cuando eliges ponerte como prioridad. ¿Estás listo para ese primer paso?

Cuando era niña recuerdo que los días pasaban lentos. Ir a estudiar era una tortura porque el horario escolar parecía eterno; aún más cuando me saturaban de tareas y lecciones.

En la universidad las cosas se pusieron peor; sin embargo, jamás sentí que colapsaba por exceso de actividades. No así, tenía compañeros que a mitad de semestre se retiraban porque ya no daban más. ¡Claro! el caso de ellos era diferente, tenían que trabajar y estudiar al mismo tiempo; es comprensible que se sintieran saturados.

Sé de cuenta propia lo que es sentir que ya no puedes más. Hace 11 años pasé por mi momento anímico más bajo. Vivía de posada de personas que luego de un tiempo ya no me querían en su casa; además, escuchaba cómo hablaban mal de mí y no podía hacer nada. Trabajaba, pero no me pagaban bien; lo que fue peor, la única persona en que confiaba me traicionó y se volvió mi peor opositor.

Llegué a un punto donde sentí enloquecer. Tenía que ser fuerte; estaba sola y no podía darme el lujo de tener un colapso mental que me dejara destrozada. Lloraba cada día mucho, esa era mi única fuente de consuelo. Tenía conocidos en los que confiaba; gracias a ellos pude mantenerme en pie y luchar cada día por “hacer de tripas corazón”, como suele decirse. Todo ese esfuerzo por salir adelante en el extranjero no sirvió de mucho dado que tuve que regresar a mi país.

Ya en casa las cosas fueron distintas. Yo misma me sometí a presión mental; necesitaba hallar un empleo para apoyar a mi familia, con el tiempo lo encontré. Estaba lejos de ser algo en mi rubro, pero llevaba dinero al hogar y eso era lo que importaba.

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Tienes el control de tu vida

Si soy franca, desde que regresé he tenido una vida bastante estable. He tenido colapsos emocionales, pero totalmente ajenos a una presión impuesta por mí.

Sé de cuenta propia que podemos ser nuestros peores verdugos. Sí, es cierto que muchas veces la presión viene de afuera, pero la que nos autoimponemos es más letal.

Podemos decidir sobre nuestras vidas, el asunto es que ese “poder” es muy complicado de usar. Ahora bien, también puede ocurrir que sientas la obligación de hacer algo por complacer. Ser complaciente es como ponerse una soga voluntariamente al cuello.

Conozco a una chica que en confinamiento se ofreció a ayudar a sus hermanos menores con sus tareas; sin embargo, luego de un tiempo, se le volvió obligación.

No es que les guíe, es quien tiene que hacer la tarea, de lo contrario, tiene un problema en casa. Ahora se encuentra desesperada; cursa el último año de bachiller y está saturada con sus propias responsabilidades y las de sus hermanos.

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Ella ha llegado a tal punto que ha pensado en suicidarse. Sé que para muchos ella se está “ahogando en un vaso de agua”. La verdad es que cuando se es adolescente todo es un gran problema; aún más cuando uno siente que no puede decir no a sus propios padres. Afortunadamente, las cosas han ido cambiando para ella, pero la presión sigue latente en su casa.

Toma el control de tu vida

Nada es más peligroso para la estabilidad mental y emocional que no poner límites. Establecer límites sanos es necesario en todo tipo de relaciones personales.

La razón es que si no se colocan fronteras, las personas pueden abusar de tu confianza y bondad. Como resultado, vas a sentir tanto la opresión que puedes llegar al punto de estallar, y de muy mala manera.

Es cuestión de aprender a decir no. Cuando comiences a hacerlo, vas a darte cuenta que tu nueva actitud no va a ser bien recibida. Decir no es lo que te ayudará a tener una vida equilibrada, ya que nadie podrá abusar de tu amabilidad.

También debes organizarte para que las obligaciones no se acumulen. Si logras esto con efectividad, terminarás todo a tiempo; además, contarás con tiempo para descansar, algo que es vital para mantenerte sano.

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Ejercítate, no necesitas estar inscrito en un gimnasio. Basta con salir a caminar, correr o montar bicicleta; incluso, salir a caminar con tu perro servirá para relajarte y ampliar tu círculo social.

Acotando al punto anterior, contar con un círculo de apoyo te servirá para distraerte y desahogarte del estrés diario. No importa si son amigos o familia; saber que puedes contar con alguien es realmente satisfactorio.

Tal vez parezca difícil, pero se trata de tener un poco de voluntad y amor propio. No mereces enfermar por cargarte con responsabilidades que no son tuyas o con tareas de más que realmente son innecesarias.

Proponte cuidar de tu estabilidad mental y emocional, y tendrás la garantía de gozar de salud física y mental.

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