Cómo blindar a tus hijos contra la violencia

A muchos padres nos abruman la inseguridad y violencia que se viven en el mundo. Podemos tomar acción para no dejarnos apabullar, aquí te mostramos cómo.

Marilú Ochoa Méndez

Tiroteos, ataques armados, violencia organizada, acoso escolar, gritos y golpes. El mundo que nos toca vivir es en ocasiones atemorizante. Pandemias, nuevas enfermedades, virus raros, incertidumbre económica, inseguridad financiera, recomposición de escenarios globales. El sentimiento de impotencia, soledad, temor y ansiedad parece acrecentarse día con día.

Sin embargo, muchos preferimos mirar con esperanza el momento histórico que nos ha tocado vivir, y en lugar de atormentarnos, sufrir y perder la esperanza, buscamos activamente crear (en nosotros y nuestras familias) las habilidades necesarias para vivir agradecidos, disfrutando y acometiendo los días que nos son regalados.

En ese contexto es en el que quisiéramos compartirte herramientas prácticas para tomar acciones. Tomar acciones nos espabila, nos predispone, nos levanta. Quejarnos nos resta energía y esperanza. Por ello, te mostramos acciones concretas que puedes hacer para blindar a tus hijos contra la violencia.

¿Será que podemos detener la avalancha?

El hombre es siempre hijo de su tiempo. Y los que tenemos el don de la fe, tenemos el inmenso regalo de la esperanza: nos sabemos hijos amados de un Padre bueno, que nos reta, nos prueba, pero nos acompaña. Quiere nuestro bien, y desde él nos moviliza, a veces nos permite el sufrimiento y la prueba, pero siempre nos levanta y acoge.

En esta época, no es la excepción. Tú has vivido épocas terribles: crisis económicas mundiales, devaluaciones, experiencias que te han hecho romperte, pero aquí estás. Y hoy, eres más fuerte y más capaz, porque has superado el crisol de estas experiencias.

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Tus pequeños vivirán momentos duros, pero ¡están hechos para eso! Llegaron justo en esta época histórica, en tu país, a tu familia, y eso, es un regalo del buen Dios. Nunca mires sin esperanza, con temor, mira con astucia, con audacia, con amor. Tus pequeños pueden ser luz en una época convulsa, y tú puedes gestar eso en ellos.

Herramienta 1: dar amor a los tuyos

Un niño que se siente amado, contenido, conectado, no se plantea hacer daño, sino que acoge y conecta a su vez. Tenemos a la mano la mejor y más potente medicina: nuestro amor incondicional y constante hacia nuestros hijos.

Ese amor nace desde la presencia. Me ha descolocado muchas veces la frase de C.S Lewis, el famoso escritor: “los niños no son una distracción del trabajo más importante, ellos son el trabajo más importante“. ¡Cuántas veces se nos olvida! Y lo que ellos más anhelan, lo que ellos más necesitan, es nuestra mirada, nuestra presencia, nuestra conexión.

Ármalos, blíndalos, con una madre, un padre presentes activamente, que se sienten en el suelo a jugar, que cuenten muchos cuentos y hagan muchas cosquillas, que se queden en sobremesa sin el teléfono celular a dialogar sobre el programa de televisión, sobre la crisis de sus amigos, sobre tonterías que los hagan desternillarse de la risa.

Herramienta 2: vivir con realismo y serenidad

Algunos padres, ante los escenarios tan dolorosos que se viven, optamos por evitar que noticias desgarradoras les lleguen, que no se enteren del nuevo virus, o del nuevo tiroteo. Pensamos que -mientras vivan en casa- o sean pequeños, podremos detener la avalancha de dolor, muerte y sufrimiento que existe en el mundo, pero ¿qué sucederá cuando salgan al mundo, o cuando suceda una desgracia que sea imposible de esconder?

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Otra opción es mostrarles una manera de vivir en el realismo sereno. En el mundo hay personas que deciden hacer el bien, y personas que deciden hacer el mal. Todo viene desde lo que cada persona lleva en su corazón desde que son pequeños. Cuando estamos heridos, herimos.

Cambia mucho la perspectiva cuando miramos el “mal”, como una ausencia de bien. El que te ha pegado, busca llamar tu atención, pues se siente tan mal consigo mismo, que te agrede para ser visto. ¿Resolveremos algo mirando a otro lado?, ¿resolveremos algo castigándolo, agrediéndolo o diciendo que “es malo”?

Herramienta 3: separar el mal acto de la persona

En el mismo sentido que la herramienta anterior, ayuda mucho para comprender a los que dañan, entender que han sido movidos a ello por sus malas experiencias y decisiones. Es muy fácil decir “somos los buenos contra los malos”, pero ¡la sociedad es de todos! Tú influyes en quiénes están cerca de ti.

Podemos irradiar empatía, comprensión, perdón, esperanza, si miramos a las personas como lo que son: seres humanos con potencial.

Entender esto, más que buscar hacernos redentores de todos, nos ayuda a asumir la responsabilidad en el círculo que nos corresponde: invitar a nuestros pequeños a ser la diferencia en su escuela, en su grupo de amigos, en la comunidad de la iglesia.

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Herramienta 4: hacer una cadena de favores

Es muy abundante la bibliografía al respecto. La amabilidad y la dulzura derriban murallas. Existe una virtud bellísima que se llama magnanimidad. Es la capacidad de hacer cosas grandes a pesar de las dificultades que éstas exijan. Alguien magnánimo tiene un alma verdaderamente grande.

Nunca nos arrepentiremos de formar a nuestros pequeños en esta virtud: buscar siempre y en todo momento hacer un bien más allá de lo mínimo en donde nos encontremos. Dar un poco más, ya estás en la tienda, ¿por qué no preguntas el nombre del dependiente y mantienes un diálogo con él?. ¿Por qué no buscas cada día en la escuela a un pequeñito que se vea solo, y lo integras?

Sentirse vistos y considerados, nos humaniza. Lo contrario nos despersonaliza y vuelve agresivos.

Herramienta 5: reconocer cuando es necesario pedir ayuda

¡Qué maravilla tener hijos amados! Precioso también vivir de forma realista, proactiva y amable con quienes están cerca de nosotros, pero no nos corresponde decidir sobre otros. Si la otra persona no acoge nuestro amor y nuestra consideración, y nuestra relación con ellos nos pone en riesgo o nos daña, hay que hacer un alto.

Aquí los padres tenemos un reto gigante, pues nuestros pequeños deben saber que siempre contarán con nosotros, y que -no importa lo que vivan- somos el refugio seguro. No es fácil generar en ellos esta convicción. Debemos insistirles en este punto constantemente, y lo más importante, demostrarles con nuestros actos que estamos verdaderamente ahí para ellos.

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¿Cómo reaccionas cuando hacen algo indebido?, ¿te avergüenzas de ellos en ocasiones?, ¿les has colocado etiquetas que podrían detener en algún momento que te contaran algo que los apene?

Nuestra sugerencia: insiste siempre que el amor es un gran regalo, pero no todos desean tomarlo, y también debemos aprender a retirarnos y buscar instancias que ayuden al otro, y nos protejan a nosotros.

Herramienta 6: prepararnos siempre, y preparar a los nuestros

La indefensión es un sentimiento paralizante. Cuando vemos la vida como una selva, caminaremos sigilosa y temerosamente esperando en cualquier lugar las picaduras o agresiones. Cuando nos sentimos capaces, pisaremos fuerte y avanzaremos sin pausa.

Para esto nos ayuda -y ayuda también a nuestros hijos- tener recursos. Por eso, ayudará mucho buscar lecturas, reflexiones, mantener muchos diálogos sobre la violencia, la contención, la supervivencia, la defensa personal, la amistad, la empatía.

Vivamos tú y yo siempre llenos de esperanza y agradecimiento, Dios así lo desea, por eso nos colocó hoy en el mundo. Muchos necesitan nuestra luz, ¿vamos a compartirla?

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Marilú Ochoa Méndez

Enamorada de la familia como espacio de crecimiento humano, maestra apasionada, orgullosa esposa, y madre de siete niños que alegran sus días. Ama leer, la buena música, y escribir, para compartir sus luchas y aprendizajes y crecer contigo.