Cómo hacer frente a la crisis matrimonial tras la llegada del primer hijo

Con los hijos llegan los retos, estos deben ser usados como fortaleza para el matrimonio, no como un obstáculo.

Erika Patricia Otero

La llegada del primer hijo puede ser fuente de gran felicidad para los padres primerizos. Es una experiencia completamente nueva que enriquece las vidas de ambos progenitores. Lastimosamente, esto no ocurre en todos los matrimonios. En algunos casos, la llegada del primer hijo es un disparador para que el matrimonio se deteriore. Esto sucede más frecuentemente en matrimonios que están pasando por una crisis cuando se enteran del primer embarazo.

El bebé no tiene la culpa de que la relación de sus padres se deteriore. La noticia del embarazo puede llegar en momentos de crisis matrimonial. Lo que ocurre es que el embarazo es usado como “excusa” por una de las partes para justificar la crisis.

Una buena noticia es que no todas las parejas pasan por esto. Estas crisis post primer hijo pueden ser superadas, pero se requiere de responsabilidad emocional, voluntad y buena comunicación.

¿Por qué la llegada del primer hijo puede generar una crisis matrimonial?

En sí mismo, el matrimonio es un reto, más si es una pareja recién casada. Es normal que haya problemas de ajuste, ya que se están acostumbrando a una convivencia.

Son dos personas que, aunque se aman y entre ellos hay muchas similitudes, también hay grandes diferencias que afloran con la convivencia. Aprender a vivir juntos toma algo de tiempo y paciencia, pero no es imposible. Estas pequeñas crisis no duran mucho tiempo; sin embargo, cuando es un problema mayor, por ejemplo, pérdida del empleo, la llegada de un hijo no es que sea tan alentadora.

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Imagina un matrimonio que apenas se está ajustando a una convivencia, crisis pequeñas cada tanto; de repente llega la noticia de que esperan al primer hijo. Para algunas parejas es un aliciente y una razón más para seguir esforzándose y amándose; para otros es una “carga” que va a poner otro muro en la convivencia.

Todos sabemos que la llegada de un hijo representa un gran cambio en la vida matrimonial.

Todo cambia entre la pareja. Hay mujeres que son partidarias de hacer colecho. Este, aunque proporciona seguridad al bebé, puede representar un quiebre en la relación matrimonial. Súmale las responsabilidades económicas que surgen; además de eso, el tiempo en pareja disminuye; incluso, hay esposos que se sienten desplazados por sus hijos.

Mantener el matrimonio a flote puede resultar difícil con la llegada del primer hijo; aún más cuando una de las partes actúa de manera egoísta o infantil. Si, no todo el mundo está preparado para ser padre o madre.

Así se enfrenta la crisis matrimonial surgida tras la llegada del primer hijo

Esta es una situación que debe enfrentarse tan pronto como sea detectada por una o ambas partes.

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Como con todo problema matrimonial, si se deja avanzar, va a tomar el control de la relación; eso no se debe permitir.

Prevenir es mejor que lamentar

Sea o no planeado el embarazo, lo primero es resolver los problemas que están enfrentando en ese preciso momento. Seguidamente, lo que la pareja debe hacer es hablar de lo que esperan que suceda y cómo van a enfrentar esta nueva experiencia.

La preparación como futuros padres es vital porque un hijo refiere muchas responsabilidades. Seamos francos, no cualquier persona está lista mental y emocionalmente para asumir el rol de padres.

Cuando esas áreas ya se tienen cubiertas, la pareja podrá proyectarse de mejor manera en su futuro como padres.

Comunicarse con claridad y abrirse emocionalmente

Una buena comunicación en momentos de crisis es la diferencia entre la guerra y la resolución de conflictos. Lo que la hace más efectiva, es ser claro y capaz de abrirse emocionalmente.

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Sin embargo, más importante que comunicarse, es mostrar verdadero interés en solucionar los problemas. ¿Cómo sabes si tu pareja está dispuesta a hacerlo? Porque destinará tiempo y tendrá voluntad para solucionar los problemas.,

Durante la conversación franca, es muy posible que las partes se sientan nerviosas, angustiadas o tristes. Todas estas emociones y sentimientos son normales. No hay que tener miedo a mostrarse vulnerable.

Esta es la mejor manera para llegarle a tu pareja; a su vez, te prestas para que comprenda tu posición y tu manera de sentir. Es acá donde comienza el verdadero cambio porque estarán dispuestos a enfrentar las dificultades de convivencia juntos y a apoyarse en momentos de crisis.

Pidan ayuda

El acto más valiente que puede hacer una persona es reconocer que necesita ayuda y pedirla.

Buscar orientación de un terapeuta o aprender a escucharse cuando el otro necesita soporte es importante para mantener el vínculo.

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Mostrarse débil no es el problema; el problema es saber que necesitas en quién apoyarte y no buscar ese soporte.

Trabajo como equipo

Un matrimonio es una sociedad; como tal, los conflictos los deben enfrentar juntos y no dejar que solo uno se haga cargo de los problemas.

Ningún matrimonio supera una crisis cuando uno solo “rema la barca” mientras el otro espera o solo es arrastrado.

Como equipo que son, deben esperar que cada uno asuma su cuota de responsabilidad correspondiente. Esto a la vez que ambos aportan ideas y soluciones. Esa es la manera más efectiva de seguir progresando en la empresa matrimonial.

Las crisis matrimoniales o de cualquier tipo no duran para siempre. Ambos deben poder de su parte, liberarse del rencor y siempre tener en cuenta que son una familia.

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Erika Patricia Otero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.