Contratos “anti-infidelidad”: ¿Realmente harían funcionar un matrimonio?

El matrimonio es un acto de amor que pretender formar una familia desde la base del respeto y la honestidad. La infidelidad jamás debería ser una opción.

Erika Patricia Otero

La vida en el matrimonio puede ser tan feliz o tan compleja como las partes quieran que así sea.

Problemas maritales toda la vida han tenido lugar en la convivencia. Que sean de fácil solución también depende mucho de ambas partes. Sí, porque un matrimonio es de dos personas, no de una sola. Son dos individuos los que deben buscar la solución de los problemas y trabajar por el fortalecimiento matrimonial a diario.

Seamos francos, quizás antaño era mucho más sencillo encontrar parejas que se esforzaban por salvar sus matrimonios. Por eso veíamos parejas celebrando 30, 40 o 50 años de unión. Hoy, las cosas son realmente distintas. Muchos matrimonios a duras penas alcanzan 10 años de convivencia.

A ver, no es que se pretenda vivir lo insoportable solo por “llegar a los 40 años de casados”. Pongámoslo en contexto, antes era muy mal visto el divorcio; por eso las personas soportaban en silencio malos tratos y problemas de todo tipo. La situación ha cambiado mucho y las personas ya no están dispuestas a aguantar ese tipo de situaciones.

Entre todas las situaciones complejas que pueda vivir una pareja, hay una que es frecuente y da fin a muchos matrimonios: la infidelidad. Esa situación ha dado lugar al siguiente fenómeno social y jurídico: contratos “anti-infidelidad”.

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¿De qué se tratan los contratos anti-infidelidad?

Es posible que hayas escuchado hablar de las capitulaciones. Ese es el nombre que reciben en Colombia contratos prematrimoniales que protegen los bienes de los contrayentes conseguidos antes del matrimonio.

Pues bien, este tipo de contratos ha dado un paso hacia adelante y ahora hay parejas que han optado por contratos anti-infidelidad.

Lo que se pretende con este tipo de contrato es indemnizar al afectado en caso de infidelidad. La cantidad y las condiciones del mismo son de mutuo acuerdo entre las partes.

¿Realmente servirán estos contratos para evitar que una de las partes sea infiel?

Partamos del principio que el matrimonio es considerado una sociedad conyugal. Es decir, es la unión de dos socios que están dispuestos a dar e invertir en un bien común: unión marital.

Este contrato es una manera de protegerse y recuperar “algo” en caso de engaño. Sin embargo, aunque se recupere en parte la inversión realizada en el tiempo de convivencia. ¿Qué ocurre con los daños emocionales que causa una infidelidad en la psique del afectado? Este tipo de contratos reduce a dinero algo que es difícil de recuperar: volver a creer en el amor y las relaciones de pareja.

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Una infidelidad no es algo superficial. El dinero de indemnización por infidelidad es como aplicarle paños de agua tibia para una enfermedad grave.

La infidelidad causa daños profundos en la confianza propia y la que podemos desarrollar hacia los demás. Una persona engañada muchas veces no solo sufre engaño; padece malos tratos y violencia de todo tipo. La infidelidad es solo el desencadenante; la causa de violencia en muchos hogares.

Una persona que quiera engañar a su pareja, no se va a detener por “miedo a una multa”. Si quiere engañar lo hará y puede haber un 50% de posibilidades de ser descubierto y 50% de no serlo. La fidelidad como la infidelidad es una cuestión de voluntad, no de dinero.

Estos contratos “anti-infidelidad” terminan reduciendo el matrimonio al ámbito material. Como si fuera una suerte de negocio. Es volver una unión que se supone debería establecerse desde el amor y la confianza, un mero intercambio económico.

Así, existe la posibilidad de que a una de las partes de una pareja pueda no importarle que le engañen. De todas maneras, va a recibir dinero si lo engañan; como si el dinero lo solucionara todo en la vida.

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Amor versus dinero

No podemos negar que hay personas que se casan por interés económico; es claro que no todo es amor en la vida. Es en estos casos donde se corren grandes riesgos de dar con una persona interesada y astuta. Esta puede hacer todo lo posible para que su pareja le engañe; de esta manera sacar ganancias de una infidelidad que tuvo toda la intención de provocar. Puede sonar muy retorcido y novelesco, pero puede suceder.

Los contratos “anti-infidelidad” en sí mismos no tienen nada de malo. Las personas tienen derecho a buscar una medida paliativa que le ayude a sentirse mejor en caso de ser engañada. La situación es que ese dinero no va a durar tanto como los daños emocionales que causa la violencia que surge de la mano de los actos de infidelidad.

Además de esto, ¿Dónde quedan la lealtad, la confianza? Valores que se suponen son los que mantienen unida a una pareja más allá del dinero?

No es que estos “salgan por la ventana” al momento de firmar el contrato. Pese a eso, siempre va a quedar la duda de si tu pareja permanece a tu lado porque te ama y respeta o porque tiene miedo a pagarte un dinero que no tiene por haber sido infiel.

Un matrimonio, como muchas elecciones en la vida de los seres humanos, son un acto de fe y voluntad. Las personas tienen derecho a buscar un consuelo, pero el dinero no debería ser la solución a los problemas de infidelidad.

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Erika Patricia Otero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.