¿Deseas cambiar tu realidad? Hacerlo está en tus manos

Basta con querer una vida mejor y decidir hacer un cambio para que la magia se abra paso en tu vida.

Erika Patricia Otero

La vida puede hacerse monótona cada cierto tiempo. Las personas necesitamos situaciones que nos hagan sentir en movimiento; si esto no ocurre, caeremos en un bucle interminable de insatisfacción.

Lo interesantes es que cuando no buscamos ese cambio por nosotros mismos, a veces la vida hace que ocurran esos cambios.

Otro aspecto que es bastante común es que la monotonía y el aburrimiento genera lamentos. Sin embargo, quejarse no es la solución. No hay un solo problema en la vida que tenga solución lamentándose. Tampoco es bueno esperar que los cambios lleguen por sí solos; la razón es que no estarán bajo nuestro control. Los cambios, al no ser esperados, generan más estrés que el que se produce por efecto de nuestro propio accionar.

Ahora bien, siempre van a haber problemas, grandes o pequeños, pero van a presentarse para ponernos en acción. La situación es que muchos creen que usar las mismas estrategias de solución va a servir para remediar problemas distintos.

Esto es absurdo e imposible. Hacer siempre lo mismo no sirve; los problemas tienen un propósito común: ayudarnos a madurar y enseñarnos una lección. Además, cada situación por muy similar que sea, tiene cosas que la hacen muy diferente. Es como querer cubrirse del sol con un dedo cuando lo que debes usar es una sombrilla.

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El primer paso para conseguir el cambio siempre cuesta

Decíamos que cuando uno no se atreve a hacer el cambio, la vida lo trae a la fuerza. Esto es algo que yo misma experimenté hace unos años atrás.

Recién egresada de la universidad acepté un trabajo que estaba lejos de ser algo que yo conociera. El trabajo era un desastre: mi jefe inmediato era violento y explosivo. Bastaba el mínimo estímulo negativo para que se enojara y comenzara a gritar; yo vivía con los nervios de punta y cada regreso a casa lo hacía llorando. Desarrollé varias enfermedades.

El trabajo no era problema, era rutinario y de fácil ejecución, pero la actitud del hombre lo hacía infernal. Un día empezaron los chismes y yo, que nada tenía que ver, salí perjudicada. Yo tenía planes de terminar aquel mes y renunciar. Ya estaba harta de sus gritos y reclamos sin sentido; sin embargo, en menos de una semana, luego del primer chisme, el hombre decidió despedirme.

Al principio fue duro; pese a eso, tiempo después de irme de allí conseguí un buen empleo en un mejor lugar. Sí, allí también tuve retos, porque donde quiera que uno vaya van a existir, el truco es aprender la lección y seguir adelante.

Fui afortunada, la vida me ha sacado varias veces a la fuerza de situaciones que parecían no tener salida. Sucedió con varios empleos donde me estaba causando mucho daño. Me he ido de relaciones enfermas donde solo sufría, pero me resistía a irme. Darme cuenta que yo era la misma responsable de mi sufrimiento, me ha llevado a tener que hacer cambios drásticos.

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Decidirse a hacer cambios va a costar; algunas veces la vida los va a apurar, otra veces serás tú quien deba tomar las riendas. Pese a esto, siempre serán para mejor.

El primer paso es que te decidas

Salir de la zona de confort es lo más difícil. Ten presente que no toda zona de confort es agradable; este simple hecho debería hacer más fácil que decidirse hacer el cambio fuera más simple, pero no es así. Es “normal” que nos resistamos al cambio por fuerza de costumbre. Lo que no conocemos genera miedo; esto es respetable, pero por miedo no podemos seguir haciéndonos daño y dándonos poco valor.

Van a ser miles los momentos en los que vas a enfrentarte a cambiar tu vida. Ya se trate de una mala relación, un trabajo terrible, una nueva oportunidad laboral. Todo esto va a generar miedo, pero tras el miedo, está el riesgo a mejorar siempre tu vida. “Si no arriesgas no ganas”, ¿No es así que dice el dicho?

En la vida van a haber miles de oportunidades para descubrir tu potencial; el punto es que te arriesgues a querer descubrirlo.

Solo piensa un poco en qué es lo que te detiene a no querer cambiar. ¿Acaso es miedo al porvenir? ¿Temes fallarle a alguien a pesar que esa persona te haga infeliz? Piensa en la cantidad de personas atrapadas en relaciones y trabajos desastrosos. Esto sucede por resistencia al cambio.

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No te quedes en una relación donde no te aman ni te respetan por lealtad o una promesa. Permanecer en un empleo por necesidad es frustrante y te enferma; cámbialo tan pronto tengas posibilidad. Ponte en primer lugar y verás que tan pronto como elijas el cambio, muchas oportunidades se abrirán ante ti; es cuestión de querer el cambio.

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Erika Patricia Otero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.