Eres más valiente si sueltas eso que tanto te hace daño

Cuando una situación es difícil, es mejor retirarse cuando aún tenemos fuerzas para seguir adelante.

Erika Patricia Otero

Todos pasamos por tiempos difíciles. No importa que seas el ser humano más adinerado del mundo o la persona más amada y generosa; es regla: todos la pasamos mal en algún momento.

A veces, superar esos episodios difíciles puede ser muy complicado. Cualquier persona puede pensar que al ser situaciones que trajeron mucho dolor a la vida, “dejarlos ir” debería ser fácil; la verdad es que eso no es así.

Ahora bien, no solo se trata de dejar ir situaciones desagradables, sino también personas que nos generaron mucha tristeza.

Lo que ocurre es que a veces nos apegamos al pasado, a esos retazos de aparente felicidad que vivimos con esa persona o en ese episodio específico de nuestras vidas. Nos aferramos de tal manera que dejarlos ir es más doloroso que lo que se vivió.

El problema es que no dejar ir esos eventos o personas -que viven en nuestra memoria- nos hace daño. La situación es que nos desgastan emocionalmente y no nos dejan avanzar. Es como si nos quedáramos estancados en el pasado rememorando cada alegría y angustia. Es casi como hacer una apología al masoquismo, a uno del que no somos consientes.

Advertisement

Aferrarse es sufrir

Escribo sobre este tema con base en mi propia experiencia. Puedo decir sin temor a equivocarme, que a veces, “dejar ir” puede costar años; sin embargo, esto no es lo peor. Lo peor de todo es que muchas veces no eres consiente de que estás “pegado” al pasado.

Vives una vida en automático; haces cosas sin darte cuenta y rechazas personas y oportunidades porque te cuesta encontrar una dirección y seguir adelante.

Además, te sientes cómodo en la situación compleja, tanto que prefieres eso, a cerrar ese capítulo doloroso y seguir adelante.

Un ejemplo te ilustrará mejor

Si eres de Sudamérica sabes que si hay algo difícil en esta zona del mundo es encontrar empleo cuando recién egresas. Casi que te aferras a lo primero que encuentras porque tu mayor deseo es encontrar un empleo e independizarte; aun así, esto pocas veces ocurre.

Yo tuve la “suerte” de encontrar empleo 7 meses después de haber egresado. El trabajo que conseguí nada tenía que ver con lo que yo estudié. Acepté ese trabajo porque me dijeron que existía la posibilidad de avanzar; luego de un tiempo podría ganarme un sitio como psicóloga escolar. El empleo era como secretaria de una escuela de música; sin embargo, si hubiera sabido que me iba a meter en la boca del lobo, jamás hubiera aceptado.

Advertisement

Empecé a trabajar al año siguiente a mi graduación, y desde el mismo primer día tuve problemas con mi jefe. Él era un hombre de mediana edad con mal carácter, bastante colérico y obtuso.

En un principio pensé que todo lo que hacia lo realizaba mal; pese a eso, con el tiempo me di cuenta que él gritaba a todo el mundo. No había un solo ser humano que soportará sus ataques de ira. Al mes yo ya tenía suficiente de sus arrebatos y quería mandar todo lejos. Aun así, soporté estoicamente por necesidad económica sus gritos y humillaciones. Cada noche, en el transporte p´ublico, yo era un mar de lágrimas.

El fin

Yo sabía que tenía que renunciar a ese empleo; literalmente estaba muriendo en vida. Me enfermé varias veces y tuve que ir al médico. Me diagnosticaron varios malestares físicos asociados a estrés: colon irritable, gastritis, migraña y rinitis alérgica, entre otros.

Por si fuera poco, cada día le agarraba a mi “jefe” más y más rabia. Hacia cosas con las que yo no estaba de acuerdo. Llegué a un punto donde sabía que si seguía ahí un mes más iba a estallar; a pesar de eso me resistía a renunciar.

Estaba aferrada a ese empleo por miedo a no poder conseguir otro. Además, quería renunciarle a la misma persona que me había contratado. Deseaba que ella se diera cuenta que trabajar con ese señor era el mismo infierno.

Advertisement

Las cosas no salieron como esperaba. Al final, a causa de algunos chismes de otras secretarias, yo terminé siendo despedida. Hoy es algo que agradezco porque si hubiera dependido de mí, posiblemente hubiera aguantado un años más de sufrimiento.

Sé que fui terca, me fue difícil decidir. En lo que a mi respecta, eso de soportar una situación insostenible está lejos de ser algo sabio. Hoy sé que no es más fuerte la persona que soporta, es más fuerte quien sabe dejar ir a tiempo.

Es mejor retirarse cuando aún uno puede moverse

Dicho de otra manera, es mejor retirarse cuando aún hay aplausos.

Ser fuerte va de la mano con la sabiduría. Y nada es más sabio que dejar ir esas situaciones que solo traen infelicidad.

Nosotros tenemos la capacidad de controlar algunos aspectos difíciles de nuestra vida y sobre esos podemos decidir. Cuando las cosas dependen de otros, es cuando se hace más complejo el camino. Entonces, lo correcto y más digno es poner un límite a tiempo cuando podemos elegir; eso evitará dolores innecesarios.

Advertisement

Dejar ir situaciones que solo viven en nuestra mente como recuerdos, también es necesario y sabio. Hacerlo es liberador porque reconoces al fin que si las cosas no salieron como deseabas, aunque no te des cuenta, fue lo mejor para ti.

Te invito a que reflexiones acerca de tu vida, de tus dolores y que cierres ciclos. Muchos de esos dolores emocionales actuales se deben a cosas no superadas; te aferras a algo imposible que solo te trae infelicidad. Cuando sueltes y dejes ir, te prometo que serás más feliz.

Toma un momento para compartir ...

Erika Patricia Otero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.