Esto es para ti papá, que no quisiste quedarte a mi lado

El más terrible sufrimiento al sentirse abandonado por un padre, se puede convertir en amor. Descubre las lecciones que la vida enseña a los hijos.

Adriana Acosta Bujan

La historia que leerás a continuación pertenece a alguien a quien conozco, muy cercano. La partida de su padre dejó huellas imborrables y nos invita a reflexionar acerca de la importancia de la presencia de un padre en la vida. Pero esta historia también nos alienta a perdonar, a mirar hacia adelante, y a ver el lado bueno de la vida a pesar de los obstáculos.

Su padre no estuvo a su lado, pero él aprendió mucho de la vida, y hoy quiero compartir contigo su historia:

Desconozco la razón de su ausencia, no sé cuáles fueron sus motivos que lo hicieron tomar la decisión de dejar a mi madre cuando era una niño. Solo un vago recuerdo invade mi corazón, fue esa tarde de verano donde él me llevo al parque para jugar con los columpios, incluso aún recuerdo ese aroma peculiar de su loción cuando me dió su último abrazo.

Gran parte de mi vida me culpaba por su ausencia; hasta creí que yo era el motivo por el cual él se había marchado. Al pasar los años, las lágrimas fueron menguando, todas las cartas que había escrito en aquel entonces quedaron abandonadas en el rincón del closet, incluso mis pensamientos lo olvidaron por completo.

Mi madre siempre me habló cosas buenas de él, me dijo que mi padre tenía una manera diferente de amar; que a pesar de su ausencia, ella estaba segura que algún día nos íbamos a reencontrar y así recuperar los años perdidos. Y así fue, al pasar 15 años volví a ver a mi padre.

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Un día como hoy escuché su voz. Estaba cortada, puesto que derramaba sus lágrimas al mencionar mi nombre. Mi corazón latía a mil por hora, no sabía si gritar de felicidad o llorar de tristeza, ya que él me había citado para tener un encuentro cara a cara.

Una sorpresa inesperada

Estaba muy nervioso y ansioso, no dejaba de mirar el reloj que me indicaba la hora en la cual él llegaría; de repente se escuchó el timbre de la puerta y como si nunca hubieran pasado los años, mi papá entró. Sentí un gran abrazo con una fuerza difícil de describir, mientras lo hacía dijo “Hijo te extrañe mucho, perdóname”

En esos instantes, los dos derramamos nuestras lágrimas; yo respondí: “Papá, ¿por qué razón te he de perdonarte, si no me has hecho nada malo? Solo sé que gracias a tu ausencia me he convertido en un gran hombre”

Y entonces, después de su ausencia, estas son las lecciones que aprendí:

1 Valoro la unión familiar

Durante mi niñez, disfruté mucho del amor de mi madre, de mis abuelos, mis tíos y primos; todas las navidades y fechas especiales nos reuníamos y compartíamos momentos maravillosos.  Ellos me dieron todo su amor, me ayudaron a fortalecer mi autoestima, seguridad y confianza; gracias a sus demostraciones afectivas, ahora valoro la unión familiar.

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Sé que en los momentos difíciles podemos contar con la familia, que ellos son la fortaleza que nos impulsa a seguir adelante; que son el refugio y protección que necesita toda persona para sentirse bien emocionalmente. Ahora que estás aquí, podrás disfrutar conmigo esa maravillosa experiencia de tener una familia unida y ser parte de ella.

2 Respeto y amo a mi madre

Gracias papá por elegir a una gran mujer para que fuera mi madre. Ella es lo más importante en mi vida; es mi fortaleza, mi escudo en las batallas, mi guía y apoyo. Ha luchado incansablemente para verme siempre feliz; me cuidó cuando estaba enfermo, me ha hecho aprender de mis errores y ser un buen hombre.

Aprendí a respetar a las mujeres y a tratarlas con dulzura y cariño, ya que ellas son las portadoras de vida; son mujeres fuertes, luchadoras e invencibles. Gracias padre por darme el mejor regalo de vida, mi madre.

3 Diferentes formas de amar

Aprendí que existen muchas maneras distintas de amar; que un padre puede amar a distancia a sus hijos; incluso que no es tan importante la demostración afectiva, puesto que el vínculo padre e hijo jamás se rompe, es indestructible. Sin duda, los dos siempre vamos a tener esa conexión mágica, esa complicidad y ese amor que nos une de por vida.  “Te amo, papá”

4 Ser valiente

En más de una ocasión ví llorar a mi madre, eso me rompía el corazón en mil pedazos. Nunca me acerqué a ella para preguntarle el porqué de sus lágrimas, puesto que en mi interior conocía la respuesta.

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Gracias a tu ausencia aprendí a ser valiente, para demostrarle a ella que había madurado y que ya no tenía que preocuparse por mí. Incluso, muchas veces le recordé que no estaba sola porque contaba conmigo para defenderla por siempre. En mis sueños me convertí en ese héroe de los cuentos, para ayudar a mi madre.

Fui valiente muchas veces, ya que deseaba que ella me viera feliz y sonriente. Gracias papá porque descubrí esa fortaleza y fuerza en mi interior, que desconocía haber tenido alguna vez.

5 No soy el único

Tal vez, cuando era niño mi mundo se quebrantó tras tu decisión al marcharte. Pero con el paso del tiempo, me percaté que no era la única persona en el mundo que estaba viviendo lo mismo que yo, así que me convertí en una persona más empática y agradecida con la vida.

Aprendí que mi experiencia de vida, ha ayudado a muchas personas que estimo y que soy testimonio de que existe el verdadero perdón, ese que nace en lo más profundo del alma. “Te repito, ¿de qué he de perdonarte?”

6 Los milagros existen

Algunas ocasiones mi fe desapareció por completo, puesto que llegué a pensar que mis oraciones no eran escuchadas. Sin embargo, ahora que estás conmigo y que puedo ver tu rostro cansado, tu cabello lleno de canas, tus ojos inundados de lágrimas; sé que los milagros existen. Dios ha tocado tu corazón, te ha hecho aprender que los hijos son bendiciones. ¡Gracias padre por estar aquí, y por tu amor!

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Nunca desearía regresar al pasado, ahora lo más valioso que tengo es mi presente, contigo a mi lado me siento más invencible que nunca. “Yo también, te extrañé papá”.

Las palabras de este hombre nos enseñan a valorar la vida y redimirnos ante el perdón, pues cuando Dios tioca el corazón de las personas hace milagros. Él podría haber optado por nunca más perdonar a su padre. Sin embargo hoy comparte su historia con el mundo para que aprendamos que los caminos del perdón nos llevan a tener paz en el corazón y una felicidad absoluta.

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Adriana Acosta Bujan

Adriana Acosta estudió comunicación, es madre y abuela, y actualmente se dedica a la enseñanza e investigación a nivel universitario en Puerto Vallarta. Publica sus escritos esperando que ayuden a las personas que leen sus útiles vivencias.