Las células de los hijos continúan en el cuerpo de la madre luego del parto, según un estudio

Al ser mamás cambia por completo nuestro mundo, pero la ciencia ha revelado cómo cambia nuestro cuerpo, y lo que vamos a compartir, te sorprenderá.

Marilú Ochoa Méndez

La palabra “eclosión” siempre me ha parecido hermosa. Los animalitos que se encuentran en el huevo creciendo cuando están listos para nacer, eclosionan: rompen el cascarón.

El término también se utiliza para las flores que salen de sus capullos. Y me gusta pensar que al ser madres, en cierta medida florecemos un poco mas. Se multiplican nuestros sentidos, preocupaciones y habilidades y esto en cierta medida nos expande.

Ahora, nuestro cuerpo, del que nos parecía conocer los límites, nos demuestra nuestra verdadera capacidad. Estar sin dormir y aún así, explotar de amor con los ojitos tiernos de un pequeño ser que se ha gestado en ti. Sentir dolor en todo el cuerpo, y levantarte a cambiar pañales a las 3 de la mañana, y también a las 3:45. Tus sentidos se potencian, y tu sueño no es ya el mismo. Tampoco tus anhelos.

Tus alegrías, prioridades y preocupaciones dan un vuelco. Aprendes a mirar lo mismo con otros ojos, preguntándote dónde estaba este mundo nuevo que se ha abierto ante ti, que te sorprende, enriquece y te hace sentir tan distinta.

A esos cambios hermosos, agrégale uno muy interesante

A esta hermosa revolución que vivimos quienes nos convertimos en madres, es preciso agregar otra que tiene a los médicos y genetistas estudiando intensamente desde hace mas de 40 años: el microquimerismo.

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Esta palabra retoma el nombre de un ser mitológico griego: la quimera, que estaba formada por tres animales unidos en uno que producían efectos devastadores en sus enemigos.

Para las madres, el microquimerismo es mas benévolo, y se refiere a la aparición de células ajenas (de nuestros bebés) en el cerebro y órganos de la madre. Este intercambio, también se da en los bebés, generando efectos tan bellos como el que comentan los expertos:

El Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson de Seattle (EE.UU), ha hallado altos niveles de ADN materno en la sangre de niños y jóvenes con diabetes de tipo 1, en mayor nivel que en sus hermanos sanos, lo que puede indicar que las células maternas intenten reparar el tejido dañado del páncreas de su hijo“.

Tus hijos te dejan un “recuerdo” al gestarlos

Las células de tu bebé que pasan a tu torrente sanguíneo, pueden quedarse ahí por décadas, siendo el caso mas extremo el de una mujer de 94 años, que tras un estudio mostró que en su cerebro tenía células fetales de uno de sus hijos.

Lo mas interesante de esto es que estas células actúan como células madre, de manera que pueden adherirse a cualquier órgano: corazón, cerebro, hígado, etc.

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De acuerdo a Andrea Padilla, médica especialista en Neurociencias Cognitivas, “esta capacidad de las células fetales ha sido relacionada con cambios en la madre que favorecen la supervivencia del recién nacido“.

Se cree que este impacto va desde reforzar procesos de cicatrización posparto, a concentrarse en generar la producción de la leche materna.

Células de tus hijos podrían prevenir enfermedades

Aunque este fenómeno no se ha estudiado cabalmente, se han encontrado beneficios para las mujeres en algunos tipos de cáncer mamario, y “es posible que las células fetales apoyen mecanismos de reparación cerebral, retardando la aparición de daños relacionados con ciertos tipos de demencias“, según la experta.

Es importante decir que en los procesos autoinmunes se ha encontrado que la aparición de células ajenas al cuerpo de la madre, han acelerado condiciones como el Alzheimer, pero los científicos continúan explorando el tema.

Tal vez esto explique las relaciones familiares

Este tema de investigación reciente podría explicar desde una visión genética y científica las relaciones entre madre e hijos, la intervención del padre en ellas y las relaciones entre hermanos y abuelos: “al final, fenómenos naturales podrán dar luz al mecanismo detrás de la complejidad en las interacciones humanas y nos acercarán un poco más a entender nuestra naturaleza“.

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Haríamos todo por nuestros pequeños, consciente o inconscientemente

Esta expansión física y emocional que generan en nosotras nuestros bebés, nos cambia la vida de forma completa. Y estaríamos dispuestas a dar todo por ellos, consciente o inconscientemente.

Te comparto a continuación el testimonio de madres y mujeres valiosas y cercanas a mí que me han compartido cómo les ha cambiado la maternidad, y de cuántas maneras se ha enriquecido su mundo.

Liz, mamá de cinco pequeños menores de 9 años, cuenta: “En mi corazón ha aumentado la esperanza de una forma increíble.  Pienso: si Dios permite, Él resuelve, pues no comprendo cómo, pero sé en el fondo que Él ama a mis hijos más que yo”.  Continúa reflexionando ahora sobre sus cambios en estilo de vida: “Me doy cuenta de lo necesario que es ser congruente. Sentir sus ojitos atentos las 24 horas de los siete días de la semana. Sé que sus pasos irán tras los míos. Esto es duro, enriquecedor y retador“.

Dulce, mamá de una mujercita de 12 y un bebé de menos de un año, nos comparte: “procuro cuidarme mucho, porque no quisiera faltarles. Cuando algo me parece importante y valioso para ellos, lo hago y lo impulso, no importa qué tanto tenga que sacrificar. Soy como una gran osa“.

Maricarmen, quien recientemente adoptó a un pequeñito, expresa: “agradezco enormemente a mis padres por todo el sacrificio que llevaron adelante con tanto amor. Ahora, una fuerza especial me hace seguir esforzándome y avanzar a pesar del cansancio, hasta donde sea necesario

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Edelmira, madre de una pequeña de 10, comparte: “aprendí a controlar mis miedos, mis paranoias, adicciones, prejuicios, orgullo, mi ego, mi vanidad, mis enojos, mi amargura, mis quejas porque ese maravilloso ser que es mi hija, es un espejo de mí“.

Sandra López, mamá de un niño de 7 años, se siente feliz de haber aprendido a “reinventar mi estilo de vida, bajar la ambición de llegar a un estereotipo de belleza, y reconocer que ahora soy responsable de otro ser“.

Tú, ¿has volteado a ver de qué tantas maneras se ha enriquecido tu vida y tu mundo al ser mamá? ¡Compártelas con nosotros!

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Marilú Ochoa Méndez

Enamorada de la familia como espacio de crecimiento humano, maestra apasionada, orgullosa esposa, y madre de siete niños que alegran sus días. Ama leer, la buena música, y escribir, para compartir sus luchas y aprendizajes y crecer contigo.