Navidad en soledad también vale la pena

Puedes estar lejos de tus seres amados, pero jamás estarás solo en Navidad.

Erika Patricia Otero

No era un día como cualquier otro, era navidad; sin embargo, todo era diferente a años anteriores; estaba sola en otro país y muy lejos de mi familia.

No es que fuera a pasar el 24 de diciembre de 2011 en total soledad. Vivía en una casa con una familia de 5 mujeres que me acogió como a un miembro más; aun así, la mía estaba lejos y yo no podía evitar añorarlos.

Llegó la noche y aunque ellas me había invitado a pasar la Nochebuena con su familia, yo estaba un poco reticente. No quería estar allí. Y no porque me hicieran sentir mal, para nada, solo que jamás me sentí cómoda en reuniones sociales. Lo cierto es que luego de insistir un poco, yo acepté y estuve esa noche con ellos.

Fue una experiencia por completo distinta y muy bonita. En Colombia solemos hacer novena de aguinaldos por 9 días hasta el 24 de diciembre, noche en la que nace el “niño Dios”. Justo a las 12 de la noche colocamos la figurita en el pesebre y nos entregamos los regalos. A medianoche o poco antes nos reunimos en familia, comemos y nos divertimos en familia o con vecinos.

Pero donde yo estaba era un poco diferente, aunque igualmente bonito. Esa noche comimos y estuvimos hablando largo rato, nos sacamos fotografías y luego regresamos a la casa.

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Mi regalo personal de Navidad

Esa noche recuerdo que justo antes de las 12 de la noche, decidí hacer algo que vengo haciendo desde ese tiempo; una tradición personal que me regalo para estar cerca de Dios.

Esa noche, antes de la medianoche, en la soledad de mi cuarto me arrodillé y dia gracias por todas la bendiciones que había recibido ese año y por las que vendrían. Pedí fuerzas para seguir luchando, y luz para saber qué hacer con mi vida. Luego de eso, solo me quede un rato más meditando acerca de todo lo que había vivido ese año, y después me dormí como nunca antes lo había hecho.

Ese día cambiaron muchas cosas para mí. Las cosas materiales perdieron importancia y ganó un gran espacio en mi vida el aspecto espiritual. La familia, que siempre había dado por segura, ese día cobró la importancia que siempre debió tener. Aprendí a apreciar los pequeños detalles: el hogar, mis mascotas, la “tragedia” anual de la decoración, la comida casera y los consejos de mis padres. Esa noche, esos 15 minutos antes de las 12 de la noche, cambió todo para mi.

No te abrumes, jamás estarás solo (menos en Navidad)

Desde que puedo recordar, mi familia estuvo ahí para mí. Sí, es verdad que también tuvimos nuestros diciembres sombríos; esos que casi toda familia pasa en angustias económicas o problemas familiares, pero fueron superados y dejaron su enseñanza.

También es cierto que desde que me hice adulta, las Navidades no tienen la misma magia de cuando era niña. De pequeña deseaba con ansias ser adulta y disfrutar de las cosas que llegan con la adultez, pero no así la Navidad.

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A esta edad, la Navidad perdió mucho de la magia que tenía cuando era niña; sin embargo, después de esa navidad de 2011 aprendí que siempre puedo dar un giro positivo a las cosas y hacer que estas Fiestas no estén teñidas de soledad o de tristeza.

Esa noche de 2011 aprendí que la Navidad es mucho más que regalos y es estar en paz con uno mismo pese a lo difícil que la vida nos haya dado ese año pronto a acabar.

Es cierto que muchos perdemos muchas cosas a lo largo de un año, pero la Navidad puede devolverte la fe, la fuerza y la fortaleza. En Navidad te das cuenta de quiénes te aman de verdad, pero sobre todo te das cuenta que jamás estás solo.

No te enfoques en lo material

Aunque los comercios se empeñen en convencernos de lo contrario, la Navidad es una época destinada a mucho más que esperar recibir y dar regalos. En esta temporada deberíamos poder ser más agradecidos, más amables, más amorosos con cada persona que nos rodea; ese sería un muy bonito sentido de la navidad.

No es que menosprecie los regalos, para nada. Es un hecho que hay muchas personas se sirven de los regalos y cosas materiales para expresar su afecto. Además, ¿a quien no le gusta un bonito obsequio que se da con amor?

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El sentido de la Navidad

Se reciban o no regalos, la realidad es que Navidad vale mucho más porque es una fecha para la familia. Es cuando muchas personas regresan a casa y se reencuentran con los suyos para compartir tiempo, comida típica y recuerdos, ese es el tiempo que de verdad vale la pena.

Es ello lo que de verdad da sentido a la larga espera anual por ese 24 de diciembre. Es que durante todo un año, lo único que deseamos los que sabemos lo que es estar lejos de casa, es regresar con los nuestros, verlos y abrazarlos. Saber que tu familia está viva y espera verte y abrazarte es lo que nos mueve y nos hace resistir.

Para mí, pasar la Navidad de 2012 con mi familia luego de mucho tiempo sin verlos, me recargó el alma de fuerzas para luchar. Por fortuna, mi vida cambió para bien luego de volver a verlos y tenerlos cerca. Ello fue la mejor prueba de que los cambios siempre son para bien; que mi oración del 24 de diciembre de 2011 fue escuchada y que hoy en día puedo ser feliz estando a su lado para pasar una Navidad más con ellos. Eso es lo único que para mí hoy por hoy vale la pena.

Si estás solo por estas fechas, acércate a tu parte espiritual, analízate y regálate un momento para ti. Trata de llamar a tu familia y prepárate para regresar a casa el año próximo y pasar una linda temporada navideña con ellos. Mientras tanto, aprovecha, la Navidad en soledad también vale la pena.

Toma un momento para compartir ...

Erika Patricia Otero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.