¿Qué estás dispuesta a permitir por amor?

Cuando de amor se trata, a quien debes poner en primer lugar es a ti. Tú marcas el tipo de trato que quieres recibir en una relación.

Erika Patricia Otero

En toda relación que los seres humanos establecemos ponemos límites. Hay algunos que vienen dictados por la sociedad y otros que se establecen con el tiempo.

Los límites marcan la manera en la que nos relacionamos. Por ejemplo, el trato que damos a nuestros superiores no es el mismo que damos a nuestros iguales.

Sea cual sea el tipo de relación que se establezca, surgen términos casi que sin darnos cuenta. Estos límites dictaminan la mejor manera de relacionarnos con esa persona.

Desde luego, cuando hablamos de relaciones de pareja, los límites pueden llegar a ser bastante flexibles. Por ejemplo, puedes tolerarle a tu actual pareja una infidelidad, pero a tus parejas anteriores no le lo hubieses permitido. Esto depende de la intensidad del afecto y lo que esa persona signifique para ti.

El límite de los límites

Cuando se establece una relación de pareja, lo habitual es que entre ambas partes lleguen a acuerdos. Tú sola o él por su parte no puede imponer sus propias reglas y condiciones a la relación. Una relación no es unilateral, donde uno ordena y el otro cumple.

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Es natural que todos tengamos claro qué es lo que queremos en una relación. Sin embargo, a veces la persona que se quiere “rompe” esas reglas. A veces por amor se tolera lo impensable y flexibilizamos nuestros límites. Esto sucede por efecto del apego, que nos impide terminar esa relación y seguir adelante.

Ahora bien, debes cuidar que lo que estás dispuesto a tolerar en tu relación no trasgreda tus propios límites personales. Recuerda antes tu amor propio; si “rompes tus propias reglas por amor” vas a pasarla muy mal.

El apego en las relaciones

Este puede ser el mayor motivo por el cual muchas personas hacen excepciones con sus parejas. A ver, hay varios tipos de apego; sin embargo, del que hablo es del que hace que permitas a tu pareja que te lastime.

Este apego es el que hace que sientas que tu pareja es como “el aire que respiras”. Para ti, él o ella es una necesidad vital. Temes perderle porque no sabes cómo seguir adelante si no está en tu vida.

Este tipo de uniones pueden llegar a ser muy enfermizas. La razón es que la persona apegada es capaz de soportar las peores faltas de respeto; todo con el fin de que no se vaya de su lado.

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El papel de la autoestima y los límites

Una persona con una sana autoestima, sabe que los parámetros que tiene al establecer una relación amorosa son inquebrantables.

Puede amar mucho a su pareja, pero no tolerará el más mínimo desliz y que le provoque daños. No es que no sea capaz de perdonar una equivocación o conciliar; sabe hacerlo, lo que no tolera es faltas de respeto.

Es por esto que se insiste tanto en que antes de amar a alguien, tú debes ser tu primer amor. Debes valorarte más a ti, para que no pongas a quien no se lo merece en primer lugar.

Amar no es igual a sufrir; esa es una de las ideas más falsas que nos vendieron las canciones y películas. Un amor donde se sufre no es sano.

Sí, pueden haber problemas; es normal que hayan dificultades porque es gracias a esto que las relaciones se fortalecen. Lo que no es sano es una relación donde se soportan humillaciones a favor de un amor que está enfermo.

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Límites básicos en una relación amorosa

Si hay alguien que más se oponga a las expectativas en el amor soy yo. Pienso que al conocer a alguien no debemos esperar nada de esa persona; creo que lo mejor es dejarnos sorprender. Creo que así se sufre menos si la persona resulta ser alguien que no da mucho en la relación.

Ahora, lo que tengo muy claro es que si bien no le exijo cosas tipo “que sea detallista”, tengo claro que no voy a tolerar mentiras, infidelidades o malos tratos. Puedo no exigirle nada, pero tengo muy claros lo límites y es algo que siempre dejo claro.

La realidad es que esas cosas que pido son básicas para cualquier relación humana. No pido nada del otro mundo; por eso, a la menor falta en uno de esos aspectos, quien se va soy yo.

Este aprendizaje no vino gratis. Tuve una relación donde me apegué a alguien que me enseñó a respetarme. Si algo me dejó bueno es que jamás quiero volver a encontrarme a alguien como él en mi vida.

De esa relación aprendí a no esperar nada de nadie, pero a esperar mucho de mí y poner límites. También aprendí que si hay alguien a quien puedo exigirle que se respete, es a mí misma. De mi depende hasta dónde permito que lleguen las otras personas. Soy yo quien dictamina el trato que me dan los demás.

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Vales mucho. Recuerda que el amor que te profesas es el que hace que a tu vida llegue un buen amor.

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Erika Patricia Otero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.