Receta infalible para hacer a un niño feliz: tener una familia que lo ame

¿Quieres darle a tus hijos un regalo que los hará felices de por vida? Regálales tu tiempo, tu atención y tu presencia efectiva.

Marilú Ochoa Méndez

En todas las culturas y en todos los estratos económicos se ha repetido la historia una y mil veces. Podemos tenerlo todo, pero si estamos solos, somos desgraciados. Nos han hablado de esto grandes empresarios como Steve Jobs, artistas internacionales como Robin Williams, entre otros.

A ti y a mí, aunque a veces nos pase desapercibido, nos repiten continuamente este mensaje los ojitos inquietos que nos siguen a todas partes: nosotros somos lo más importante para ellos.

Tus hijos no valoran la escuela impactante donde los has inscrito, ni si apareces ocasionalmente en el periódico o ganas un sueldo envidiable. Tus pequeños valoran enormemente tu presencia y amor continuo, la confianza que les brindas y la oportunidad de presumir sus avances, logros y aprendizajes ¿Lo sabías?

Pero a veces nos “estorban”

Suena terrible, pero es lo que sentimos en ocasiones. Los adultos nos encarrilamos en una hilera interminable de pendientes del “mundo real”, donde inevitablemente deberás pasar la tarde del viernes enviando los correos electrónicos urgentes que harán que el mundo siga girando y conseguirán que el sol salga la mañana siguiente (o eso pensamos, porque nos creemos muy importantes).

Mientras, tu pequeño tiene de nana el televisor, le muestra una tras otra imágenes de un mundo que conocerá desde los ojos de otros, sin tener un guía emocional y moral que lo ayude a procesar tanta información.

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En ocasiones, los adultos perdemos un poco el corazón, y llegamos de la oficina con un cansancio tan terrible, que se nos antoja recostarnos y olvidarnos del mundo. Si al llegar mostramos a nuestros hijos nuestra poca disposición, dejarán de salir corriendo a darnos la bienvenida, y se acostumbrarán que así como mamá y papá están siempre pegados al celular, ellos pueden pegarse a su tablet o a la televisión, y de esa manera apagar la sed de compañía, atención y contención.

Es que estamos un poco dormidos

Si el pequeño se distrajo con algo, en vez de pedir mis brazos, respiro aliviada. “Ahora tendré tiempo de sacar la ropa de la lavadora“, pienso.  Lo que no se me ocurre, es que cada ropa que debo poner a secar, me daría la oportunidad de jugar a las adivinanzas, pensando a qué miembro de la familia puede pertenecer, o que podríamos repasar los colores con cada prenda.

Dijo una poeta que “en cada instante grava el peso de lo eterno”; y la frase me encanta, porque es cierta. Cada instante es un momento único que no volverá, que puede ser gravado (marcado en la piedra, dejado para la posteridad), o puede ser solo parte de nuestra eterna lista de actividades urgentes e importantes.

Puede despertarnos el peso de los años o alguna desgracia

A veces, pasamos los días atorados porque no hemos podido comprar un carro más espacioso, o porque otra vez no iremos de vacaciones al lugar soñado, o porque nuestro marido aún no se ha dispuesto a lavar los trastes sucios de la cena, sin olvidar que esta irritabilidad es superficial. No pensamos que tener un carro es más de lo que cualquier familia del mundo puede soñar, y que la palabra “vacaciones” es un sueño muy lejano para quien ni siquiera ha podido conseguir un trabajo.

En otras ocasiones una enfermedad, un accidente o la muerte de un ser querido, nos despiertan de golpe para mirar lo realmente importante. ¿Es realmente necesario esperar hasta que algo de esto suceda para despertar?

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Te invito a preguntarte, ¿cuántas de las cosas que te han molestado hoy son una minucia? ¿de qué otra manera podrías mirar tus frustraciones de hoy para dejar de sufrirlas y contar las bendiciones detrás de cada una de ellas?

Ejercicios para valorar y amar a nuestra familia

Para meternos en una dinámica que vuelva a dar valor a los pequeños detalles y gozos de la convivencia familiar, te traemos algunos ejercicios que seguro te ayudarán.

1 Realiza actividades locas en familia

¡Así es! Levanta a tus hijos con una guerra de almohadas, coloca crema de rasurar en la mano de tu esposo dormido, y hazle cosquillas en la nariz para que se ensucie por completo la cara. Coloca talco en la secadora para el cabello de tu hija. Crea momentos de distensión familiar. Vivan un día de pijamas, desayunen helado de chispas de vez en cuando.

2 Procura respirar constantemente en tus momentos difíciles

Se nos hace difícil. La economía y la situación social en el mundo se vuelve cada vez más complicada, y vivimos bajo fuertes niveles de estrés. Busca maneras de serenarte cuando enfrentes momentos que te dejen a punto de ebullición. Una manera es respirar, contar hasta diez, salir de la habitación hasta conseguir serenarte. Otra forma es cuidar de ti, brindarte momentos de gozo con aquellas actividades que llenen tu corazón, de manera que tu ánimo se encuentre elevado.

3 Rétate a encontrar tantas bendiciones escondidas

En la pila enorme de ropa por lavar, se encuentra escondida la bendición que tienes de tener una familia, la oportunidad de utilizar una máquina para apoyarte en el lavado de la ropa, y juegos y aventuras que cada difícil mancha podría contar.

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En cada comida que preparas, puedes expresar el amor por tu familia y tu interés en que crezcan de manera sana. Procura disfrutar esos momentos y agrega un plus de disfrute para ti. Por ejemplo, canta mientras recoges, ora mientras doblas la ropa, escucha audios interesantes mientras recoges la cocina.

La vida de tus hijos ocurre hoy, y en un parpadeo se te puede escapar. Mantén siempre abiertos los ojos de la mente y del corazón, para llenar cada día de las pequeñas y grandes alegrías que estos gigantes del amor pueden aportarte. Dios te ha regalado hijos para suavizar tu corazón, para sanar tus heridas y para darte días felices, agotadores y llenos de magia. ¡Disfrútalos al máximo!, no te arrepentirás.

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Marilú Ochoa Méndez

Enamorada de la familia como espacio de crecimiento humano, maestra apasionada, orgullosa esposa, y madre de siete niños que alegran sus días. Ama leer, la buena música, y escribir, para compartir sus luchas y aprendizajes y crecer contigo.