Tomar decisiones: por qué a veces nos cuesta tanto

Una de las cosas que hacemos todos los días y no nos damos cuenta, es tomar decisiones. Y entonces, ¿qué es importante a considerar en una toma de decisión?

Danitza Covarrubias

Una de las cosas que hacemos todos los días y no nos damos cuenta, es tomar decisiones. Lo hacemos por la mañana, cuando decidimos quedarnos despiertos en lugar de seguir dormidos, al levantarnos, y tomar la primera acción. Al decidir qué vestir, qué comer, a dónde ir. Cada cosa que hacemos implica la toma de una decisión.

Hay decisiones triviales, pero otras con mucho más peso según las consecuencias que tendrán en nuestra vida. O al menos, según cómo dimensionemos esas consecuencias, pues puede suceder que a una decisión que consideremos intrascendente, en realidad traiga a tu vida un giro inesperado.

Y entonces, ¿qué es importante a considerar en una toma de decisión?

Decidir cómo decidir

Hay varias maneras de tomar una decisión. Lo más común es que nos digan que debemos pensarlo bien. Esto está relacionado con la intelectualidad, que es decidir “con la cabeza”.

La Razón

Intelectualizar una decisión puede tener algunas ventajas, que es poder valorar fríamente pros y contras de cada opción en particular. Cuál es el costo que tenemos que pagar, y si el beneficio es el suficiente como para querer pagar el costo. Podemos tener claro algo que puede ser visible, y que es hasta lógico. Sin embargo, en algunas decisiones suele ocurrir que, a pesar de la lógica, no es suficiente. Entonces entran en juego otros dos elementos.

Advertisement

El corazón

Dice una frase que el corazón tiene razones que la razón no entiende. A veces sucede que nuestra necesidad, nuestros sueños o deseos no van encaminados en la lógica de lo que “racionalmente” es “lo mejor”. Y aunque “sabemos” qué es lo que “debemos” decidir, no estamos en paz con esa decisión.

Y es que también entra en juego algo más allá de lo lógico. entra aquello que nos mueve más, y que tiene que ver con aquello que nos mueve y que muchas veces es el amor. El amor por alguien, o por algo. O incluso, ideales, una lucha personal por lograr algo. Y entonces es necesario que la razón y el corazón apunten hacia el mismo lado para poder decidir en paz.

La intuición

Aunado a esto, hay ocasiones en las que, a pesar de que tanto la lógica como el corazón, desean lo mismo, hay algo que nos da mala espina, intuimos que algo no concuerda, que algo no se acomoda. Y esta sensación es incómoda y molesta.

Y entonces, la razón, ¿debe ser prioridad ante la toma de una decisión? Mi experiencia me lleva a contestar que no.

Discernir y decidir de una manera en la que sintamos paz y podamos llevar las consecuencias, implica poder integrar e incluir los 3 elementos: la razón, la intuición y el corazón. Integrándolo todo.

Advertisement

Hacerle caso a cada uno, y buscando aquello que no se acomoda, ya sea para tomar una mejor decisión, o para acomodarlo y poder dirigirnos a donde deseamos. Nuestras sensaciones corporales son las que nos pueden ayudar y darnos un norte. Nuestro cuerpo es nuestra brújula.

El universo

Siempre en el camino hay infinitas posibilidades para elegir, e incluso algunas opciones no alcanzamos a mirarlas. Estas quedan fueran de nuestro campo de visión por creencias, o por experiencias pasadas donde las descartamos en automático, o quedamos ciegos ante ellas. Sin embargo, es importante poder ampliar las opciones, incluso aquellas que no son para nosotros congruentes con lo que pensamos. ¿Para qué? Para que podemos confirmar nuestra creencia.

A veces son esas creencias que se tambalean las que nos dificultan tomar una decisión, porque lo que pensamos no va acorde con lo que queremos o necesitamos. Es entonces que podemos encontrarnos ante la posibilidad de crecer. Son estas encrucijadas en el camino que nos abren la oportunidad de cuestionarnos. Nos permiten replantearnos qué queremos, qué creemos, quienes somos, a dónde vamos. Son momentos de mirarnos y buscar cuál es nuestro verdadero y profundo sentido de nuestra vida y nuestro ser.

Asumir responsablemente

A veces decidimos algo y culpamos a alguien. A alguien a quien le pedimos su opinión, o que nos influyó de manera importante. Pero al final, quien decide, por más que alguien nos indique opciones o nos “convenza” desde la lógica de algo, eres tú.

Sí, tú decides, incluso cuando vas al médico, le entregas el poder y eso es decidir. Cuando le preguntas a alguien, decides darle poder. Decides hacer caso a eso que te dice. Tú, y sólo tú (si es que cuando me lees eres mayor de edad) eres el único responsable. Es importante entonces asumas tus decisiones, te empoderes de ellas, y por lo tanto hagas frente a las consecuencias. Es decir, que respondas ante lo que puede pasar a partir de tu decisión. Solo cuando puedes responder puedes ser responsable y decidir algo.

Advertisement

Experimenta la vida

Todas las decisiones tienen la posibilidad de ser un acierto o un error. Los errores siempre serán una invitación a aprender, a mejorar, a crecer para la próxima vez. Tal vez la siguiente vez que decidas algo tengas más elementos para decidir por la experiencia. Puede ser que decidas lo mismo, pero desde otro lugar.  Es posible también que decidas diferente. Lo importante es que en cada “error” puedas sacar la lección. Y lo pongo entre comillas, puesto que son experiencias de vida. Son regalos para ti, y también puedes compartirlo con otros. Cada decisión que te lleva a obtener aprendizajes para generar un mayor bienestar es para gozarse y también aprender, es experiencia. Es éxito.

Toma un momento para compartir ...

Danitza Covarrubias

Danitza es originaria de Guadalajara, Jalisco, en México. Licenciada en psicología y maestra en desarrollo transgeneracional sistémico, con certificación en psicología positiva, así como estudios en desarrollo humano, transpersonal y relacional. Psicoterapeuta, docente, escritora y madre de 3. Firme creyente que esta profesión es un estilo de vida.