Aprendiendo a vivir un día a la vez de la mano de Dios

Todos tenemos un ritmo de vida en el que suceden cosas. Cuida solo de ti con la compañía adecuada y el camino será más ligero.

Erika Patricia Otero

Hace un año me di cuenta que debido a mi ansiedad, acostumbraba a “vivir” en el futuro; por esto, me perdí muchas cosas de mi presente. Incluso, a veces me es difícil recordar algunos eventos importantes que sucedieron en mi vida.

Las cosas no es que hayan cambiado mucho; sin embargo, ahora soy consiente y siempre que me encuentro soñando despierta, imaginando una “realidad alterna”, me obligo a aterrizar.

¿Cómo aprendí a vivir en el presente de la mano de Dios?

Todo fue un proceso que tomó tiempo; así que fue bastante lento para mí. Eso no quiere decir que para ti vaya a llevar el mismo tiempo.

Voy a dividirlo por pasos y trataré de darles un orden lógico, por si te animas, puedas llevarlo a cabo.

Primero

Padezco ansiedad. Este trastorno hace que tengas pensamientos intrusivos; es decir, que piensas una y otra vez casi que de manera obsesiva en un evento desagradable. Como si de tanto repensarlo, las cosas fueran a cambiar cuando somos conscientes que eso no pasará.

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Esto es desgastante y suele enojarme al punto que me veo forzada a sacudir mi cabeza para “sacarlos”.

Con este panorama claro, aprendí a hacer ejercicios que calmaran mi mente. Suelo salir a caminar y mientras lo hago voy haciendo oración en mi mente; además, me detengo a observar las cosas a mi alrededor. Contemplar la naturaleza, mientras camino y oro, me permite disfrutar de esos en contacto con lo divino.

Regularmente, mis oraciones siempre son de agradecimiento a Dios por todo lo concedido y lo no concedido. ¿Por qué así? Porque incluso las cosas que no te son otorgadas por justicia divina, son para procurar tu bienestar.

Esto fue algo que me costo un mundo aceptar; sin embargo, cuando logras aceptar que las cosas no siempre saldrán como deseas, la vida se hace más llevadera.

Segundo

Aprender a invertir el tiempo es clave. Puedes optar por hacer un cronograma de actividades que te ayuden a llevar un orden. Esto no es algo que yo haga de manera escrita; más bien es como si todo lo organizara en mi mente. Llevo tantos años haciéndolo que ya es algo casi mecánico.

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Lo primero que hago al despertar es una oración en mi mente dando gracias por un nuevo día de vida. Luego, aún acostada en mi cama, hago un repaso mental de lo que debo hacer. Sé que durante el día saldrán algunas actividades extras al azar, pero de eso me preocupo en el momento.

Mi día a día es bastante rutinario, así que las alteraciones no son muchas. Si durante el día sale algo sorpresivo, lo acepto y aprovecho como una oportunidad de darle respiro a la rutina.

Obviamente, tengo tiempo para mí. Si necesito dormir en la tarde, lo hago. Si quiero leer, escuchar música o incluso bailar en la privacidad de mi habitación, lo hago. Es cuestión de aprender a disfrutar la vida a tu ritmo; eso solo lo dictas tú.

Como puedes ver, acostumbré a no preocuparme por cosas que no han pasado. Cada cosa tiene su momento, tiempo y lugar.

Tercero

Es bastante complicado vivir el presente cuando te has olvidado de ti. El amor propio es una herramienta fuerte que ayuda a vivir un día a la vez; además, saca el máximo potencial de tu fuerza interna.

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Además, si trabajas de cara al público, tampoco podrás dar mucho de ti, si no te amas y cuidas. Recuerda que incluso la biblia dice que ames a los demás como a ti mismo.

Ahora bien, gracias a un sano amor propio, tendrás conciencia para disfrutar de los pequeños logros diarios. También tendrás la capacidad para ser consiente de las fuerzas a tu alrededor que conspiran para protegerte y guiar tus días.

Cuarto

La atención plena o mindfulness ayudará a que centres tu atención en vivir el aquí y el ahora. No es más que vivir de manera consiente; dicho de otra manera, con todos los sentidos puestos en lo que haces.

Es igual a ser consiente de cómo respiras y te alimentas;de lo que bebes, cuánto descansas y cuánto te ejercitas.

Este estilo de vida te ayuda a alejarte de lo que ya pasó y de lo que está por venir. Si lo piensas un poco no tiene sentido preocuparse por eventos que ya sucedieron y los que puedan ocurrir. Son situaciones en las que, o nada puedes cambiar, o no existen.

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Además, hacerlo solo traera a tu día angustia dolor y malestar. No tiene sentido que te dañes de esa manera.

Bonus

Aprendí a vivir sin tener expectativas. Algunos dirán que no esperar nada de alguien o de una situación, es vivir un tanto amargado; la realidad es que no es así. Más bien es vivir “aterrizado”

Esperar algo de alguien o de una situación, y que esas expectativas no se vean cumplidas es decepcionante. ¿Quién quiere vivir decepcionado de cosas que no dependen de sí mismo? Yo no.

Una cosa es saber que hay objetivos que requieren que te pongas metas diarias o mensuales; como sea son actos que dependen de ti, no de alguien más.

Algo que también implemente en mi vida es hacer meditación. Esto logra conectarme con el ser superior y es el momento que aprovecho para hablar con Él y calmarme.

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Todo cambió en mi vida una vez que aprendí a despertarme con una oración en mi mente. Aprendí agradecer a lo largo del día y a hablar con Dios al finalizar el día. Fue un cambio para bien y progresivo que me ha ayudado a apaciguar mi mente y a ser un poquito más feliz.

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Erika Patricia Otero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.