La manera en la que tratas a los demás es el reflejo de la persona que eres

Erika Patricia Otero

Todos los días nos relacionamos con otras personas. A veces ese trato es amable y agradable, pero otras es terrible y desagradable. Cuando ocurre esto último, nos sentimos devastados; es inevitable sentirse herido porque no es justo que te traten mal y menos cuando no saben de ti.

Lo anterior ocurre tanto en las relaciones “cara a cara” como las que se mantienen a través de una pantalla.

Puede ser que cara a cara las personas no sean capaces de darte un mal trato. Puede que corran el riesgo de recibir una respuesta no agradable; sin embargo, pasa lo contrario cuando se trata de una red social.

La situación es que los usuarios de las redes sociales se “esconden” tras sus perfiles. Esto hace que sea fácil tratar de manera degradante a cualquier persona porque no le gustó una opinión o una publicación que hiciste.

Lo que lo hace peor es que por lo regular esos insultos muchas veces vienen de menores de edad. Niños que tienen vía libre y cero supervisión por parte de sus padres.

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Yo misma he sido receptora de todo tipo de insultos. Admito que me ofendía y era inevitable no querer “responder con la misma piedra”. Es difícil, se necesita mucho autocontrol ante palabras degradantes y amenazas, pero son solo eso.

Cuando caes en cuenta que son solo eso, esas palabras pierden fuerza. Más importante que ser consiente de lo anterior, es saber que las personas dan solo lo que tienen en su corazón.

Das a los demás solo lo que tienes

Cuando yo comprendí que damos a los demás solo lo que tenemos en nuestro corazón, mi actitud cambió por completo. Es que no puede ser de otra manera.

Siempre me ha gustado ser amable con las personas que me prestan un servicio. He trabajado de cara al público y sé de cuenta propia que nada es más difícil que ser tratado de manera grosera por alguien que no sabe lo duro que es tu trabajo.

Aparte de esto, como tratas a los demás es el reflejo de cómo te comportas con tu familia. Si eres grosero con un desconocido, nada te impide ser un energúmeno en casa.

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Lo que hace peor la situación es que tus hijos aprenden de lo que ven. Si tratas mal a tu pareja o a tus hijos, no esperes que sean amables con sus compañeros y vecinos.

Está bien saber defenderse y responder a alguien que quiera lastimar; sin embargo, siempre es mejor evitar problemas y optar por ser conciliador.

Trata a los demás como te gusta ser tratado

Esto es una enseñanza antigua. No puedes pedir a una persona que no te responda mal cuando la tratas mal.

Conforme actúes ante alguien, es muy posible que ese sea el trato que recibas.

Desde luego, a veces puede ser difícil porque sin querer en ocasiones nos dejamos dominar por el estrés y el mal genio. Pese a esto, no debemos hacer víctimas a los demás de nuestra frustración. Por lo anterior, lo mejor es calmarnos y luego sí tratar con los demás.

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“Tratar a los demás como quieres ser tratado” es una regla de oro en las relaciones humanas. No se trata de ser políticamente correcto; es más una cuestión de empatía.

Ahora bien, si aun tratando bien a alguien recibes un mal trato, eso ya es asunto de la otra persona. Lo que como persona coherente con su educación debes hacer es seguir ofreciendo tu amabilidad; quien queda mal no eres tú.

Es más, puedes servir hasta de ejemplo para quienes observen la situación. Nunca sabes cuando alguien con deseo de aprender está observando; incluso tus hijos.

Somos diferentes, pero merecemos trato justo

Es cuestión de buena actitud. Nadie que tenga una actitud negativa ante la vida puede tratar bien a los demás.

Además, al ser diferentes en todos los aspectos, merecemos respeto por esas diferencias. Podemos aprender de las cualidades de los demás y de sus defectos incluso, para no cometer los mismos errores.

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El trato con los demás implica que te preocupas de que los otros se sientan bien a tu lado. Por norma general todos queremos agradar, y una mala actitud hacía el prójimo no ayuda.

Aparte de eso, tratar bien a alguien puede estarle dando las fuerzas para seguir adelante. La vida para todos es difícil; en ocasiones y una palabra amable puede hacer la diferencia entre un día gris y uno más hermoso.

Por último, solo me queda decir que el mundo necesita gente amable. Hay muchas cosas terribles pasando siempre, pero podemos hacer la diferencia con solo una sonrisa y un “Buenos días”.

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Erika Patricia Otero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.