¿Por qué decirles a tus hijos “no te preocupes” es una muy mala idea?

Ellos se preocupan y necesitan que les expliques qué es lo que está pasando. Evitarás así problemas relacionados con la ansiedad y la depresión infantil.

Emma E. Sánchez

Hace unos días, el papá de una querida amiga fue hospitalizado temprano para hacerle varios exámenes de rutina. Pasado el mediodía mi amiga pasó a recoger a su hijo de 12 años a la escuela  donde yo trabajo; mi carro estaba en el taller mecánico camino al hospital y ella, muy amablemente se ofreció a darme “un aventón” para recogerlo. Mientras el trayecto, me contó las pruebas a las que su padre viudo se había sometido esa mañana y que debería permanecer en descanso el resto del día en su casa para poder cuidarlo.

Su hijo escuchó toda nuestra conversación y en cierto momento preguntó a su madre con mucha sinceridad e interés:

-“Mamá ¿se va morir el abuelo?”

Mi amiga rápidamente contestó que no, que todo estaba bien y que él no debía preocuparse por nada. Llegué a mi destino y nos despedimos. Al día siguiente, mi amiga me comentó que todo había salido muy bien con su padre pero quien estaba mal, era su hijo.

¿Qué pasa con él?, pregunté sorprendida, “Nada,  solo que está muy preocupado pensando en que su abuelo puede morir un día de estos y no durmió bien; está muy agobiado y por eso llegamos tarde esta mañana al colegio”, me dijo.

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Vi a su hijo en clases el resto del día y ciertamente, el chico estaba agobiado y triste pensando

¿Es esto normal?

Recientemente el Instituto Nacional de Investigación en Salud en Inglaterra,  reunieron a 352 estudiantes de secundaria de entre 11 y 16 años para investigar y conocer más a fondo esta relación entre el pensamiento y la preocupación, entre la represión de las emociones como “estrategia de regulación emocional” y la aparición de pensamientos no deseados o intrusivos, y cómo comienzan y se desarrollan estos procesos.

Se eligió a los adolescentes pues es en esta etapa de la vida cuando se generan muchas de las estrategias para regular las emociones.

Ansiedad: Preocuparse por lo futuro o lo que aún no sucede

Depresión: Demasiados pensamientos en el pasado

Muchos de nuestros adolescentes o niños  suelen experimentar mucha ansiedad pues constantemente su pensamientos están en preocupaciones futuras, cosas que aún no existen; y aunque haya posibilidades de que ocurran, la preocupación es innecesaria o desproporcionada.

¿Qué es la preocupación? ¿es malo preocuparse?

La palabra por sí misma nos da la clave: ocuparse de algo antes de que algo lo requiera. Preocuparse es una estrategia para manejar nuestra ansiedad. La ansiedad la vive el cuerpo, por eso cuando te sientes ansioso buscar comer algo, moverte, o tus dedos no paran de moverse; la preocupación la vive la mente y gracias a preocuparte, evitas que te un ataque de ansiedad o que tu corazón sufra un infarto.

Preocuparte hace trabajar a tu mente en posibles soluciones y comenzar a buscar respuestas aún antes de que los problemas surjan.

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Lo malo de preocuparse, es que, de hacerlo frecuentemente, a futuro genera más imágenes y pensamientos intrusivos, y por lo tanto mayor ansiedad.

La supresión emocional: un arma de doble filo

Durante la adolescencia, muchos chicos comienzan a experimentar la ansiedad, y para evitar sentirla buscan “no  pensar” en lo que les preocupa o “apagarlas”, provocando con ello apagar no solo las emociones no deseadas sino también las que sí se quieren y eso es peligroso.

Si buscamos dejar de sentir nuestro miedo o nuestros enojos, también estaremos dejando de sentir la alegría y la felicidad, de ahí su riesgo.

Investigando el origen de las preocupaciones

El poder “apagar” nuestras emociones puede resultar útil en algún momento y por un breve periodo de tiempo; por ejemplo, cuando muere alguien intempestivamente y reaccionamos aparentemente “bien”. Pero una vez pasado el suceso, nuestras emociones y sentimientos salen a flote y hasta se desbordan, y eso es sano y hasta normal; los problemas surgen a largo plazo y pueden tener consecuencias realmente graves.

Debemos ayudar a nuestros hijos adolescentes a reconocer y manejar sus emociones más que a reprimirlas, y lo mismo con sus pensamientos

Tomando el ejemplo de mi amiga y su hijo, o tu caso cuando notas que tu adolescente está deprimido, ansioso o demasiado preocupado por algo, es preferible hacer lo siguiente antes de simplemente decir “No te preocupes, no pasa nada”:

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Hablar de lo que sucede

Los niños y jóvenes son muy perceptivos y saben mucho más de lo que imaginamos, ten eso en mente cuando pienses en ocultarles algo.

Considerando la edad de tus hijos, busca informarles y contarles lo que ocurren en la familia, usa un lenguaje sencillo, claro y siempre dando opciones de solución que mantengan la esperanza moderada y centrada.

Ser honesto y claro

Evita ser crudo, dramático o pesimista. El cómo des el mensaje será en gran medida lo que ellos entiendan, asimilen y por lo tanto, con lo que construirán sus propios pensamientos.

Ayudarles a reconocer los pensamientos intrusivos

Describirlos y hablar de lo que está ocurriendo en su mente es fundamental. Por ejemplo, si tu hijo está en clase y de repente recuerda a abuelo enfermo, su muerte, y comienza sufrir, aplicar lo siguiente:

Reconocer el pensamiento intrusivo: aparecen de la nada o los provoca alguna otra cosa.

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Reconocer qué es lo que preocupa al niño: la muerte posible del abuelo

Lo que siente y experimenta con ese pensamiento: dolor, tristeza o abandono

Aprender, buscar soluciones y enfrentar posibles escenarios por más catastróficos que pudieran parecer

Establecer el peor de los escenarios: todos algún día moriremos, no solo el abuelo

 Tener un plan o  ¡muchos!

Si algo en verdad sucediera, ya tenemos la solución y un plan para seguir y no perder la cabeza.

Establecer un plan:  vamos a convivir con más frecuencia con el abuelo, escribir sobre su vida, grabar videos, apegarnos a nuestras creencias, etc.

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Aprender a seguir adelante y avanzar

Esta es la parte más importante que todos los seres humanos deberíamos aprender y aplicar, pues todos, en algún momento de nuestra existencia pasaremos por pruebas y desafíos reales, no solo imaginarios, y deberemos enfrentarlos. A veces lo haremos bien y muchas otras no por lo que debemos aprender a soltar, perdonar y seguir adelante con nuestras vidas.

¿Te imaginas enseñando esto a tus hijos?

A esto se le ha llamado Paternidad progresista, pues en verdad que hacerlo, da un avance inimaginable al potencial cognitivo y emocional de tus hijos.

¡Inténtalo! Seguramente tú también saldrás muy beneficiado.

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Emma E. Sánchez

Pedagoga y Terapista familiar y de pareja. Casada y madre de tres hijas adultas. Enamorada de la Educación y la Literatura. Escribir sobre los temas familiares para ayudar a otros es mi mejor experiencia de vida.