¿Por qué nunca me enojo?

Algunas personas aparentemente nunca se molestan con nada de lo que sucede alrededor. y aunque sea algo bien visto, no siempre es saludable. ¿Sabes por qué?

Danitza Covarrubias

Te han cuestionado tus conocidos, amigos o familiares, ¿por qué nunca te enojas? Algunas personas aparentemente nunca se molestan con nada de lo que sucede alrededor.

Generalmente, este rasgo suele ser reconocido y aplaudido, sin embargo, no es nada saludable. Aquí encontrarás algunas explicaciones y también algunos puntos clave para poder fluir en esta emoción.

Expresión de emociones

Las emociones son procesos naturales que surgen a través de la segregación de diversas sustancias en el cuerpo que suceden según los acontecimientos de nuestro alrededor. Nuestros pensamientos son los que suelen intervenir para crear sentimientos -de manera mucho más prolongada-, y que en mucho definirán nuestras acciones.

Como podemos verlo en la película de dibujos animados “Intensamente”, cada emoción tiene una función. Y todas están al servicio del cuidado de la vida. El enfado, enojo, furia no es la excepción. Por este motivo, es importante aprender a vivir cada emoción. Es a través de ella que podemos detectar nuestras propias necesidades.

Expresiones en la familia

Nuestra primera y principal escuela en este tema es nuestra familia. La manera de la familia de vivir sus emociones, de recibir las emociones de los menores tiene mucho que ver con cómo las procesas y vives. Las dinámicas y relaciones en las familias no solo se dan entre sus miembros, sino también en relación con ciertos elementos de la vida cotidiana, tal como las emociones.

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En algunas familias el enojo no es bien visto, por lo que se tiene de reprimir. Esto tiene que ver seguramente con traumas familiares, que incluso ya no tengan registro ni conciencia de ellos. A veces tiene que ver con maneras de sobrevivir.

Aprendizajes según la historia

En todas las familias hay historias. Estas historias construyen líneas que marcan a las personas, y las relaciones entre las familias. Estas mismas historias generan emociones; y esas emociones y sentimientos, cuando no son procesados, pasan a las siguientes generaciones.

Además de esto, la manera de relacionarte con tus padres suele ser el aprendizaje primario a partir del cual comienzas a relacionarte con todo el mundo. Muchas veces esto suele también conectarse con la manera de vivir las emociones.

Aquí, algunas diferentes maneras de explicar ese “no enojarse”.

-De la represión a la explosión:

Una de las maneras comunes de vivir el enojo es a través de esa dualidad entre estar totalmente calmado, a de pronto ser una fiera enardecida. Esto tiene que ver con un aprendizaje de que estar enojado es malo. En general, es difícil de detectar puesto que no es algo que se haya explicitado en tu formación educativa necesariamente, sino que muchas veces estaba implícito en las actitudes o formas.

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Por lo tanto, vives el enojo, lo sientes, pero no sabes cómo expresarlo adecuadamente, o temes hacerlo por el efecto que tenga en los demás. Por lo tanto, lo reprimes, lo callas, te retiras o simplemente finges una sonrisa. Pero eventualmente, todo eso enojo no dichos son acumulados y terminan por explotar. Muchas veces en el momento y con la persona menos indicados.  Suelen llamarlo “ataques de ira” o de furia.

 -Desconexión:

Otra de las maneras de vivir, es sin conectarse con ninguna emoción. A veces las experiencias de la vida son tan dolorosas, tan duras, que las personas suelen desconectarse. Es como congelar el corazón, y volverse insensible a todo. Y cuando decimos a todo, es literalmente a todo. Es decir, no hay enojo, pero tampoco miedo, ni alegría, ni tristeza.

-Normalización:

En otras situaciones suele ser tan frecuente algunas dinámicas de abuso, de violencia, o de poco respeto a los propios límites, que lo “normalizamos”, es decir, lo consideramos normal y ya no genera molestia. Es más, ni siquiera se detecta que sucedió algo que debería causarnos enojo. Efectivamente, es cuando las personas alrededor muestran cómo lo que sucedió fue un abuso de confianza por ejemplo, es que te puedas percatar de ello y puede ser que puedas sentir furia. Una furia que lamentablemente ya no está en el lugar ni momento adecuados, y que será difícil de procesar.

Si estás en alguno de los 3 ejemplos de manejo de enojo, es importante busques acompañamiento profesional para encontrar la raíz de este aprendizaje, y aprender nuevas formas de gestionar tu enojo.

Salud emocional

Para poder ser emocionalmente saludable es indispensable poder sentir el enojo. Poder detectar qué nos está pidiendo, qué necesitamos, y poder satisfacer esa necesidad. Por ejemplo, cuando tu jefe te pide que trabajes 3 horas extras, y tú ya tenías una cita con el doctor, el enojo que se siente en el cuerpo posiblemente te está pidiendo que pongas un límite. Que en esa ocasión puedas decir “no”, y respetes tu necesidad de atenderte médicamente.

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Se suele decir que tenemos que aprender a “controlar” nuestro enojo, sin embargo, esto no es así. Lo que necesitamos hacer es gestionar nuestra rabia, para poder dirigirla y lograr que cumpla su función: protegernos.

Reglas del enojo

Para poder expresar nuestro enojo, es importante considerar que no es válido lastimar a los demás, sea con palabras o físicamente. A veces las personas golpean una pared, o se golpean a sí mismas, pero tampoco es sano lastimarse a sí mismo. Tampoco el enojo justifica que destruyamos cosas, aventando, golpeando, rompiéndolas, a menos que por ejemplo sea una hoja que es basura, y lo hagas con toda la conciencia.

Poder gestionar el enojo tiene que ver con canalizar ese torrente enorme de energía que fluye en nuestro cuerpo cuando lo sentimos, de manera sana como cantando, haciendo ejercicio, limpiando. Tiene que ver con la capacidad de respirar. Y sobre todo, tiene que ver con la detección de necesidad por la que surge el enojo para poder satisfacerla de manera adecuada y asertiva.

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Danitza Covarrubias

Danitza es originaria de Guadalajara, Jalisco, en México. Licenciada en psicología y maestra en desarrollo transgeneracional sistémico, con certificación en psicología positiva, así como estudios en desarrollo humano, transpersonal y relacional. Psicoterapeuta, docente, escritora y madre de 3. Firme creyente que esta profesión es un estilo de vida.